Las Manos Sucias
Director: Pedro Isequilla. Autor: Jean-Paúl Sartre. Iluminación: Fabian Molina . Vestuario y diseño del espacio: Paula Molina. Música: Ignacio Fernandez; Santiago Pafundi. Dirección de Filmación: Diego Lombas. Elenco: Ludmila Cavalieri; Ramiro Calero; Andres Greaven; Piren Larrieu; Diego Fernandez Ribas; Pedro Isequilla. Prensa: Te Hago la Prensa
Ideales o utilidad. Teoría o praxis. Utopía o realidad. Esta eterna discusión es el centro de la obra de Jean-Paúl Sartre así también de la adaptación que realiza Pedro Isequilla de Las manos Sucias. Sin embargo esta obra se queda a mitad camino en el intento de transmitir el mensaje moral-político del autor.
Hugo (Ramiro Calero) acaba de salir de la cárcel y llega a la casa de Olga (Ludmila Cavalieri), ex compañera de partido en busca de refugio. A partir de allí Hugo relatará cómo cometió el asesinato por el cual fue apresado en una especie de flashback al cual asistiremos como si estuviera pasando en el momento. Mientras, Olga observará con atención para enterarse si es recuperable o no para el partido, de no serlo Hugo deberá sera asesinado por los mismos compañeros por “saber demasiado”.
Una obra entretenida, interesante y atrapante aunque pantanosa en el desarrollo. La cuestión política y moral se diluye en el proceso personal de Jessica, la esposa de Hugo, que angustiada por su ignorancia intenta salir de su burbuja al mundo de los adultos. Al mismo tiempo la escena clave, donde Feldman (Pedro Isequilla) discute con Hugo sobre los ideales políticos y la praxis, sobre las manos sucias y los guantes rojos, pasa sin pena ni gloria como una escena más cuando merece casi tanta tensión y atención como el clímax. A esa escena y a Isequilla les falta fuerza, convicción y potencia.
Actuación sobresaliente la de Piren Larrieu (Jessica) que por momentos se carga la obra al hombro y se va de mambo con su catarsis personal, ese es quizás el gran problema ya que la obra se desvía por momentos del eje. Hugo no es Hugo sin su esposa. Jessica le da dimensión, le da vida y le da acción. Probablemente la obra no fuera nada sin ella. También es a través de ella y su relación con los dos guardaespaldas de Feldman (Andrés Gravaen y Diego Fernández Rivas) que se introduce el humor en la obra, muy bien resuelto y que logra distender alguna tensión.
Olga como personaje y Ludmila como actriz dejan bastante que desear. Poco espontánea frente a alguna complicación que hubo, insegura y sobreactuada, tiene un discurso recitado que no me lo creo como espectadora.
Calero es simplemente correcto actoralmente, logra transmitir su tensión pero es especialmente destacable su desenvolvimiento en la escena final donde pone todo sobre la mesa y nos deja satisfechos como espectadores.
La adaptación de la obra de Sartre es correcta, los diálogos son respetados casi en la totalidad, con alguna modificación. Pero la adaptación del lenguaje no tiene criterio, por momentos es adecuado a la época y luego modismos actuales. Estas expresiones burdamente contemporáneas desorientan viniendo de una atmósfera tan bien contextualizada en la Segunda Guerra Mundial mediante una buena elección del vestuario y escenografía característicos de la época.
La iluminación es un punto flaco: no logró el objetivo que intentaba alcanzar, oscurecer los espacios entre escenas, separar a Olga, que observa la acción del pasado sentada en una mesa al costado del escenario en su casa –del presente, obviamente-, del resto del espacio escénico. En los diálogos de Hugo y Jessica se advierten indicaciones para los iluminadores mal disimuladas que los dejan off side.
Es entretenida y sin duda tomar y adaptar a Sartre con un debate como este no deja de ser interesante en ningún momento. La obra tiene grandes momentos junto con unas cuantas fallas tras las cuales Las Manos Sucias de Pedro Isequilla cae de pie.
Teatro: El tinglado – Mario Bravo 948
Funciones: Miércoles 20.30hs
Entradas desde: $60
