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CRÍTICAS - CINE

Votos de Amor (The Vow)

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Votos de amor (The Vow. Estados Unidos, 2012)

Dirección: Michael Sucsi. Producción: Roger Birnbaum, Gary Barber, Jonathan Glickman y Paul Taublieb. Guión: Abby Kohn, Marc Silverstein y Jason Katims, sobre una historia de Stuart Sender. Elenco: Rachel McAdams y Channing Tatum, Sam Neill, Scott Speedman y Jessica Lange. Distribuidora: Sony Pictures. Duración: 104 minutos.

Leo y Paige son un matrimonio joven que están profundamente enamorados y disfrutan de cada momento juntos. Pero una noche tienen un accidente y Paige sufre un golpe tan fuerte en la cabeza que pierde la memoria de sus recuerdos más recientes, incluso los últimos años, en los que conoció a su esposo. A partir de entonces Leo hará lo imposible por reconquistarla.

Este melodrama está basado en una historia real, algo que se aclara en el film desde el principio, lo que hace que la película sea aun más conmovedora. Por otro lado, los protagonistas, interpretados por Tatum (Querido John) y McAdams (Medianoche en París), logran una gran química en la pantalla: los dos son atractivos y componen personajes sensibles, simples, frágiles y absolutamente complementarios. También es interesante cómo la voz en off de Leo funciona como hilo conductor y ayuda a comprender un poco más a su sufrido personaje. Además, la trama descubre y expone, con una hábil construcción dramática, una maraña de relaciones familiares en la que abundan los secretos y las complicaciones que obstaculizan, claro está, el reencuentro entre la pareja protagónica, algo que se espera durante todo el film.

Si bien Votos de amor está llena de lugares comunes y situaciones esperables -algunas escenas son demasiado estereotipadas- eso no quita que logre mantener la tensión dramática e involucrar sentimentalmente al espectador. Incluso, podría decirse que las lágrimas y las sonrisas terminan siendo inevitables.

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Por María Eugenia D’Alessio

Mediocre herencia

Pareja de jóvenes carilindos sufre un accidente. Ambos sobreviven pero ella se olvida con quién está casada. Él, ahora, debe volver a conquistarla. No existe nada más en el film que esta premisa bastante básica. Es cierto que hay elementos que se le suman -una subtrama romántica con un ex novio de la protagonista, y la relación con los tiranos padres de ella- pero, en definitiva, lo que se extrae de Votos de amor es este mínimo desarrollo argumental. Dicho desarrollo tiene dos caras: por un lado, el mérito de confiar en este material para estirarlo durante noventa minutos; por el otro, el relato mismo, pobre, olvidable y repleto de lugares comunes. Claro, los dardos apuntan a esos telefilms de Hallmark que son los verdaderos padres de estas descendientes obras cinematográficas.

Como se mencionaba, algunos podrán decir -con algo de razón, hay que admitirlo- que Votos de amor se llena de honestidad para contar su historia. También se arriesga al apostar por un estilo narrativo y estético tan llano y hacer una película con actores famosos como Channing Tatum y Rachel McAdams. Y cae en una puesta en escena tan intimista como falsa. Puede salir mal, como esa cosa chata, aburrida y larga llamada Un sueño posible, o muy bien, como la más que digna 50/50. ¿Cuál es la diferencia entre cada una, si están hechas con la misma materia prima? Algunas encuentran el modo de partir del cliché para terminar modificándolo, mientras que otras se quedan ancladas en el estereotipo. Hay una escena de 50/50 que nunca se podría ver en esta película: el protagonista, que se desconoce su destino, llama a su joven psicóloga y, entre llantos, dice: “cómo me gustaría que fueras mi novia”. Un momento pequeño, simple a primera vista, pero que en el film se traduce en poderosa emoción. Sin embargo, más allá de que los personajes de Votos de amor lloren, nada va a poder sacarlos de la mediocridad argumental.

Lo que se observa es una sola línea estética, carente de matices. Un relato que alterna espacios y tiempos de forma tan arbitraria como pobre, una voz en off innecesaria y sobre explicativa, y una sumatoria de personajes copiados de otros films (los amigos del protagonista, los padres de ella, el ex novio). Defectos de la peor herencia televisiva, ahora trasladados a una película. La repetición constante de estos elementos ya vistos hace que nada funcione, ni las partes cómicas ni las dramáticas. Para historias sobre amnesia, segundas oportunidades y amor más grande que la vida, Como si fuera la primera vez es mucho más original, emocionante y entretenida.

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Por Luciano Mariconda

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