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CRÍTICAS - CINE

Lo Imposible (The Impossible)

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Lo Imposible (The Impossible, España, 2012)

Dirección: Juan Antonio Bayona. Guión: Sergio G.Sánchez. Producción: Belén Atienza, Alvaro Augustín, Ghislain Barrois, Enrique López Lavigne. Elenco: Ewan McGregor, Naomi Watts, Tom Holland, Geraldine Chaplin, Samuel Joslin. Distribuidora: Alfa. Duración: 114 minutos.

Problemas básicos

Este film empieza muy bien. Un matrimonio con sus tres hijos viajan a Indonesia para pasar la Navidad un día antes del terrible tsunami que arrasó las costas del sudeste de Asia en 2004. Luego del impacto, todos quedarán por separado, por lo que cada uno de los integrantes de la familia deberá buscar al resto. La escena de la catástrofe está tan bien editada que transmite la creación de un verdadero infierno en el medio ese paraíso –en apariencia- intocable.

Sin embargo, rápidamente todo se derrumba. Y surge una teoría: el director Juan Antonio Bayona es alguien bastante limitado que necesita de ciertos elementos básicos para suplantar su falta de ingenio. Si hay algo que sobra en Lo Imposible es la constante necesidad de remarcar cada escena para que su resultado sea aun impactante. Y, a su vez, carece de la delicadeza para ahorrar en pequeños detalles su tendencia hacia la explosión sentimental.

Hay varios ejemplos de esta falta de tacto por parte de Bayona. No es más ni menos que viejos trucos pertenecientes a un tipo de cine dispuesto, desde el primer minuto, a manipular al espectador. No es casual que el director remarque dos veces el hecho de que lo que se verá ha formado parte de la vida real. Lo que hace Bayona es tramposo: se resguarda detrás de estos terribles acontecimientos para operar con cuestionable libertad. Justamente, esto permite que el realizador muestre secuencias terribles sin siquiera avergonzarse (esas heridas, esa sangre, ese plano cenital mostrando los muertos). Pero todo está dentro del juego “porque es una historia real”. En estas decisiones descaradas, sin ningún tipo de pudor ni decoro, se encuentra lo peor de Lo Imposible. Es decir, cuando se confunde el homenaje con el golpe bajo, el respeto con la ofensa.

Otro elemento usado sin prudencia es la música. La partitura de Fernando Velázquez sólo tiene el propósito de remarcar las acciones de un modo casi bochornoso. Por ejemplo, cuando se podría sintetizar la unión entre dos personajes a través del contacto silencioso de las miradas, Bayona le aplica las notas musicales que terminan reforzando un momento que podría estar construido con extrema naturalidad. Por ende, el camino del sentimiento de halla marcado, deliberado, a través de señales tan llamativas como poco interesantes. El espectador se podrá emocionar pero, ¿a qué precio?

La última media hora del film es una serie de calamidades con las que Bayona parece incluso divertirse. En un determinado momento, el destino hace que todos los personajes estén en un mismo lugar pero que no se puedan encontrar. El realizador crea esta sucesión de escenas como si fuese un entretenido film de suspenso y comedia, en el cual los protagonistas son víctimas del absurdo azar. Los milimétricos movimientos de los protagonistas son utilizados por Bayona para lograr un nivel de sadismo pocas veces visto.

Sin embargo, lo más abominable aparece cerca del final cuando alguien perteneciente a los seguros Zurich le avisa a uno de los personajes que a partir de ahora van a estar a salvo. Se han visto camiones de cerveza, latas de gaseosas, paquetes de papas fritas, tazas de café y demás marcas en la historia del cine, pero la aparición de esta compañía es, directamente, ofensiva. El problema no es la publicidad en si, sino la reducción de la calamidad que mató a 300 mil personas a una cuestión monetaria e individual. El que tiene, se salva. El que tiene, se va en avión dejando todo atrás. Lo que hace la aparición de Zurich es volver a establecer aspectos económicos, sociales y políticos en un espacio en donde, después del tsunami, reinaba la igualdad del ser humano. Sean ingleses, suecos o  indonesios, la tragedia agrupó a todas las razas. Lo que hace este repentino comercial es borrar los recuerdos como si nada hubiese ocurrido.

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Preparen los pañuelos…

A veces el melodrama genera prejuicios. Y no lo voy a negar, yo soy de los primeros en criticar cuando una historia se vuelve demasiado cursi, sentimentaloide y lacrimógena. Pero hay que saber diferenciar las situaciones. Una cosa es que la película fuerce las situaciones para crear un efecto sentimental, para emocionar gratuitamente al espectador con recursos obvios, lugares comunes y clisés. Otra muy diferente es que la historia y la construcción en la relación de los personajes en el contexto de un conflicto verosímil lleven a una asociación naturalmente lacrimógena, a una emoción genuina, en donde la frialdad, la austeridad y la distancia con los conflictos narrados carezcan de verosimilitud, sino vemos a los héroes de la historia llorando a lágrima tendida.

Es lo que sucede un poco con Lo Imposible. Juan Antonio Bayona, consigue una narración que compromete emocionalmente al espectador llevándolo a través de situaciones límites reales, que además son cercanas temporalmente, y muchos podemos atestiguar que fueron reales.

Ni bien comienza el film un cartel advierte que se trata de una historia real y subraya la palabra real. ¿Por qué dicha afirmación? Bueno, porque posiblemente si no fuera así, sería realmente muy difícil creer que los acontecimientos que se narran hayan sido tal cuál se muestran, en la vida real de esta familia.

El único cambio que Bayona admite haber transformado es la nacionalidad de los protagonistas, supuestamente británicos (nunca se confirma, solo son anglosajones que trabajan en Japón), pero que en la vida real eran españoles. Por una cuestión de marketing y para brindar mayor llegada comercial internacional, pusieron actores reconocidos y entrar más fácilmente a más mercados. Debido a que la producción demandaba un alto presupuesto para recrear el tsunami y sus consecuencias en la población tailandesa, era obvio que se necesitaba realizar en coproducción con Hollywood. El cambio de nacionalidad no afecta en lo absoluto a la narración.

Después de ver El Orfanato, film que funciona mejor como drama psicológico que como obra de terror/suspenso inspirado en el J-horror y compararlo con Lo Imposible, queda claro que a Bayona la relación madre – hijo le interesa mucho más que el contexto. Y justamente, si el film emociona no es porque es impactante la recreación del desastre que azotó las costas asiáticas, sino porque Bayona le mete mucho cuidado a esa relación para que sea un hilo narrativo que atrape al espectador y provoque cierta empatía. Con Nuria Silva hemos visto, que no solamente se trata de una historia de supervivencia, sino sobre la historia de un chico  – Lucas – que debe cortar el cordón umbilical con su madre, plantear la madurez y el crecimiento a la fuerza y aceptar responsabilidades.

En ese sentido, ese crecimiento infantil, la historia de una familia que a la fuerza termina estando dividida poco tiempo después de que planteara una división por obligaciones laborales – Henry, el padre plantea al principio del film una división sugerida por la crisis económica – parece haberse creado para la cámara de Steven Spielberg. Y Bayona se da cuenta enseguida de esto, por lo que toma a Lucas como protagonista absoluto de la historia, su visión “inocente” remite a la del Jamie – Christian Bale interpretando al J.G. Ballard – de El Imperio del Sol. La tensión y el suspenso que Bayona maneja usando la manipulación de la información que tienen los personajes sobre el destino de sus familiares, y la información que le brinda al espectador, es muy propio de Spielberg. Aunque suene risorio, el concepto de división familiar en circunstancias extraordinarias, está muy bien reflejado en Jurassic Park, y aunque no se puede comparar el hecho en sí, es la visión, la construcción de la puesta de cámara donde se ven las simetrías.

Por suerte, Bayona, entiende que para crear un buen climax se debe aprovechar cada herramienta cinematográfica a mano: el montaje, los lentes – excelente el cambio de foco en la escena final – la fotografía y las actuaciones. Si bien es grato ver una reconstrucción tan realista y meticulosa, comparable a que hizo Clint Eastwood en Más Allá de la Vida – que la dirección de arte y la escenografía no pretenda destacarse ni tampoco tome protagonismo, pero al mismo tiempo, le aporte verosimilitud al universo del film, es más disfrutable ver como Bayona logra sacarle los estereotipos a Naomi Watts y Ewan McGregor – especialmente el segundo demuestra una madurez que no siempre es aprovechada – y generar empatía con muy pocos elementos. Las interpretaciones infantiles – sin duda el joven Tom Holland es el mejor actor del film – consiguen emocionar sin necesidad de acudir al efecto lacrimógeno tradicional hollywoodense.

Bayona no manipula las escenas, no juega con los sentimientos, se trata de atar también al espectáculo, al entretenimiento y aprovecha el sonido para lograr una unidad entre el principio y el fin del film.

Es verdad, que en el final se podría haber ahorrado un par de lágrimas y metáforas obvias – funciona muy bien sin embargo la simbología de la historia con la vida de las estrellas y la separación de las velas flotante – pero aún con eso es imposible no tener vibración con el relato, no sentirse dentro de la catástrofe o estar presente en el momento.

Ver Lo Imposible por supuesto que va a generar varias dudas acerca de la verosimilitud del relato, por eso recomiendo ver las entrevistas a María Belón, el personaje que inspiró al de Naomi Watts, realizadas en España – donde el film se ha convertido en el mayor éxito de la historia de cine ibérico – y juzgar cada uno que creerle a Bayona. Cinematográficamente, el film es impecable y el guión de Sergio Sánchez logra con inteligencia evadir lo artificial para centrarse en el factor humano. En Estados Unidos, eso mismo, parece imposible.

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