A Sala Llena

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CRÍTICAS

Lub-Dub

Lub-Dub

Coreografía
y dirección:
Roxana
Grinstein. Asistencia: Maite Salz. Música original: Martín Ferres. Iluminación: Alfonsina Stivelman. Escenografía: Ariel Vaccaro. Intérpretes: Carla Rímola y Julia
Gómez. Prensa: Simkin&Franco.

En esta ocasión Roxana Grinstein trae a
escena una auténtica propuesta contemporánea, una obra de ruptura y crítica a
través de la danza. Lub-Dub es de
esas obras que incomodan, donde reina el silencio que lleva al cuestionamiento.

Carla ya está en escena. Es una niña inocente,
ansiosa y entusiasmada por aprender las tablas de multiplicar. Lo hace gracias
a una grabación aparentemente didáctica y simpática de Juan Pestaña, quien al
ritmo de una música pegadiza va repitiendo tres veces cada tabla. “Uno por uno,
uno; uno por dos, dos; uno por tres, tres”, comienza. “Vamos amiguitos, una vez
más”, repite para fijar. Simpática al inicio, luego casi satánica. ¿De verdad
vamos a escuchar esa música molesta y las 10 tablas de multiplicar, tres veces
cada una? Sí. Molesta pero que perturba positivamente, denota el elemento de la
repetición como arma controladora y como elemento opuesto al aprender verdadero.
Sin embargo, la niña no lo nota, ella sigue voluntariosa y persistente sumida a
esa voz que la ordena. Y, por si acaso falla, en una esquina del fondo del
escenario, como desde las sombras está Julia Gómez, en el papel de una maestra o
de alguien que controla su desempeño en las matemáticas, casi siempre la regaña
y a veces la motiva, cuando logra memorizar. Para ello, se ayuda con el baile,
cada número y cada secuencia tiene un paso de ballet o de contemporáneo que la
guía en su tarea.

A través de los cuerpos de Carla Rímola y
Julia Gómez, la autora hace una fuerte crítica al sometimiento ejercido y tan
naturalizado a lo largo de la historia en el sistema educativo. También la
crítica se extiende al ballet como disciplina opresora de los cuerpos y las
voluntades. “No respires”, dice la maestra y Carla arriba de sus puntas, en
equilibrio eterno. Esas zapatillas que en este caso, no son un elemento
estético, símbolo de virtuosismo, sino que están a pesar de sus voluntades. Las
mueve y las obliga, las lastima. Una vez aprendidas las tablas se quiebran los
roles. Carla y Julia son iguales, que se empujan, se ayudan, se intentan
salvar, o no. Se mueven gracias a alguna música de fondo o simplemente con el
sonido de sus respiraciones agitadas, sus caras de nada o de dolor.

No hay dudas de que estamos frente a dos
bailarinas, de técnica impecable, sumergidas en esta historia de esquemas y opresión.
Ellas se mueven en un escenario casi despojado de escenografía y con un
vestuario simple, lencería color carne. Estos elementos, o estos no-elementos
nos muestran que está todo dentro: el dolor, la voluntad, la fuerza y la
rebeldía, que no hay elemento más fuerte que la palabra y la dominación. Lo que
tenemos dentro será callado o trabajado. Dentro también hay un corazón que
late. Lub-dub se posiciona como el sonido que más se acerca a esos latidos. ¿No
serán esos latidos los que deberían ser motor del aprendizaje, de la danza, de
cualquier formación y de la vida misma?

Lub-dub viene a romper con
todo ese discurso pobre de que la danza contemporánea no dice nada. Que no se
entiende. De eso hay mucho, pero gracias a artistas como estos, propuestas verdaderas
y profundas son posibles.

Teatro: El Portón de
Sánchez- Sánchez de Bustamante 1034

Funciones:
Sábado
21hs. Últimas funciones 23 y 30 de
Noviembre.

Entradas:
General
$70, jubilados y estudiantes $50.


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