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CRÍTICAS - CINE

Maestro

Bradley Cooper se consolidó como actor devenido director luego de agarrarnos por sorpresa con la tercera remake de Nace una estrella, producto del que no se esperaba demasiado y terminó siendo un éxito rotundo de taquilla a la vez avalado por la crítica. Por esos tiempos corría la idea de catalogarlo como un sucesor nato de Clint Eastwood, luego de haber trabajado con él en Francotirador y La mula, y quizás también por habérselo tildado de filmar con cierta tendencia a una corriente clasicista. Desde ya que suponemos que algo habrá aprendido del oficio gracias a Eastwood. Un pase de experiencia que el mismo Clint contó de Don Siegel, Tom Hanks de Jonathan Demme, et al.

Estas comparaciones o clasificaciones precoces son muy frecuentes hoy en día, sin ir más lejos, con tan solo un primer éxito, a Shyamalan también se lo ha tildado como el sucesor de Spielberg en tapas de revistas, en fin…

Cooper decidió pasar a un proyecto magnánimo, del que en cierta manera se obsesionó. Logró convencer a directores como Scorsese y Spielberg (éste último interesado también en dirigir), quienes tomaron cartas en el asunto, y tras afirmar el talento de Cooper, decidieron sumarse y producirlo. Supo colarse a cuanto concierto se dio durante un lapso de cinco años en el Lincoln Center, por fascinación y aprendizaje de gestos y maniobras de conductores. Hizo la tarea y ahora rindió.

La obsesión de Cooper con el proyecto contrasta con lo que a veces en Argentina solemos sugerir sobre los actores Victor Laplace y Esther Goris, que siguen creyendo que son Perón y Evita, tras haberlos interpretado. Cooper en Maestro, es, se convierte indefectiblemente en Leonard Bernstein. Su caracterización es un calco desde el minuto inicial del film, en el que el conductor es entrevistado en su vejez, con capas de maquillaje como las que se utilizaban en otras épocas de la historia del cine en las que el CGI no existía. Cooper no solo crea una película sobre un personaje real; se autodirige y deja espacios para su autocelebración.

Maestro toma la historia del compositor y conductor norteamericano por excelencia, y añade  matices y situaciones que lo involucran de manera completa, como resulta ser en sus comienzos o por momentos de manera secundaria, en las que toma un gran protagónico su mujer. Uno de los ejes es su relación marital con Felicia (Carey Mulligan), una actriz con quien funda la base de un matrimonio de pleno entendimiento. Quizás por la época, la mujer toma un rol de acompañar al mogul que resultó ser Bernstein tras elevarse al suplantar al conductor Bruno Walter de la filarmónica de Nueva York en el Carnegie Hall, a causa de un resfrío del titular. De ahí en más es que Bernstein adquirió notoriedad y no paró. Se convirtió en lo que hoy se lo reconoce como tal: un maestro, cuasi genio. Pero como tanto genio; sus ínfulas, ego y mal temperamento lo hicieron poner en riesgo y en segundo plano a su mujer e hijos, algo que Cooper quiere marcar con trazo grueso debido a los tiempos que corren.

El film ahonda en otras facetas de Bernstein, su vida paralela en cuestión a su sexualidad, en parte avalada por su esposa y aprobada por su entorno, algo sabido. El film no deja de transitar por el melodrama, alternar alguna escena musical, entonar alguna melodía de sus trabajos como el film Amor sin barreras, o mencionar su aporte en Nido de ratas, de Elia Kazan, y el musical de Broadway On the Town. 

Maestro, no obstante, tiene un gran problema. Entre tantas facetas que presenta Cooper, en muchas no se indaga o interioriza. Por ejemplo, la representación de la relación con sus hijos es trunca; no hay siquiera un índice que nos permita sentir que hay un vínculo sano entre Bernstein e hijos, por más que se siente a hablar con ellos. Entre idas y vueltas, acaparar la historia de Bernstein con y sin Felicia también deja un hueco del que solo se quiere mostrar la soledad en la que ella se vio envuelta, con su apoyo, consentimiento y hasta hartazgo, que culmina en una enfermedad. Ahí es cuando el film encima se acerca a instancias que rozan los golpes bajos. Hay decisiones en dirección que anulan grandes momentos, como el oscarizable de Cooper conduciendo en una escena de decenas de minutos sin cortes, imparable, para el que se aprendió todo manierismo del maestro. Momento altisonante y de lo mejor que ofrece el film.

PD: Si bien el film contó con su estreno mundial en el Festival de Cine Internacional de Venecia, fue en el NYFF donde se exhibió como gala de la sección “Spotlight” en la sala Geffen Hall del Lincoln Center, misma sala que inauguró Leonard Bernstein al conducir a la Filarmónica de Nueva York. Se montaron especialmente para esta función un sistema de proyección Dolby Vision junto al formato de sonido Dolby Atmos.

(Estados Unidos, 2023)

Dirección: Bradley Cooper. Guion: Bradley Cooper, Josh Singer. Elenco: Bradley Copper, Carey Mulligan, Matt Bomer, Maya Hawke, Sarah Silverman. Producción: Fred Berner, Bradley Cooper, Amy Durning, Kristie Macosko Krieger, Martin Scorsese, Steven Spielberg. Duración: 129 minutos.

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