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CRÍTICAS - CINE

El villano

EN EL NOMBRE DEL PADRE

Búsqueda del padre, de un fantasma, de sus secretos no revelados, de docenas de informaciones y noticias que se conocen sobre él. Pero el cuerpo y la voz ya no están. Entonces, habrá que desovillar una vida, armar un rompecabezas a través de fragmentos, testimonios, recreaciones y reconstrucciones, viejos papeles, recortes de diarios, viajes acaso sin sentido pero sí que serán válidos con tal de reencontrarse con ese padre que se fue a los dos años, que coqueteó con la actuación y que luego se convirtió en un fuera de ley, en un sujeto a su manera peligroso, en un nómade ilegal que vivió en los márgenes, en la periferia de lo permitido o más allá de eso.

El villano presenta a Luis Ziembrowski en cuerpo presente juntando esas múltiples piezas dispersas sobre un (su) progenitor particular. Junto a Gabriel Reches concibieron este documental (para incluirle un rótulo) al margen de cualquier otro ejemplo genérico, un rara avis en la producción local, un film terapéutico pero teñido de sentimientos encontrados, en permanente colisión sobre el sujeto aludido. Una forma de documentalizar una vida contada por otros pero que también la dupla desde detrás y ante la cámara decide representar con el objetivo de desentrañar ese enigma. Enigma en la figura de un padre que no estuvo ni ya está presente pero que su hijo, a través del armado de esas piezas dispersas, intentará llegar a ciertas conclusiones.

Se está frente a un trabajo inusual dentro de los parámetros establecidos apriorísticamente en esta clase de propuestas. El villano, en cuanto a sus códigos de identificación, es un magnífico ejemplo de reconstrucción de una vida específica y de la búsqueda de un vástago, notable actor, intentando discernir una pronta ausencia que dejó sus huellas.

Huellas que Ziembrowski en cámara irá dejando atrás una tras otra, desde el encuentro con su hermana, el momento de captura de su padre (allí aparecen Brieva, Echarri, Correa, entre otros), viajes en auto a lugares donde anduvo ese fantasma paterno y ausente, intromisiones en lo público y privado para construir un determinado discurso. Una clase de discurso fílmico que pega inmediatamente en el espectador, feliz de presenciar cómo se resuelve una vida en imágenes desde una ausencia, desde el reclamo y las preguntas de un hijo, desde la forma extraordinaria en la que la dupla de cineastas juega con diversos materiales que representan al mejor cine.

Por eso, en los últimos minutos, cuando el fantasma padre conversa con su hijo, asado de por medio, se está frente a la aclaración o buena parte de ese enigma. Una conversación terapéutica necesaria para expiar aquello pendiente y aquella carga del pasado que Ziembrowski expulsa definitivamente con los brazos en alto y en señal de victoria. Misión cumplida parece decirnos este villano de ficción imponiéndose al villano real, ahora sí convertido en un fantasma que ya puede descansar en paz.

(Argentina, 2023)

Guion, dirección: Luis Ziembrowski y Gabriel Reches. Elenco: Luis Ziembrowski, Ricardo Ragendorfer, Manolo Iedbabni, Gabriel Goity, Dady Brieva, Gabo Correa, Pablo Echarri y Gloria, Claudia, Antonio y Nina Dziembrowski. Producción: Paula Zyngierman y Daniela Martínez Nannini. Duración: 75 minutos.

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