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CRÍTICAS - CINE

Magia a la Luz de la Luna, según Martín Chiavarino

Racionalidad a primera vista.

Desde el debate entre el racionalismo y el empirismo y los enfrentamientos religiosos por las concepciones metafísicas, el pensamiento de la humanidad en la contemporaneidad ha pasado por diversos estadios, modas y paradigmas que se han abierto camino a través de la investigación y la reflexión. En todos estos debates la magia del amor ha sido la más estigmatizada en sus potencialidades. Con un espíritu similar al de Medianoche en París (Midnight in Paris, 2011), Woody Allen se sitúa en Europa en 1928 para contar una historia sobre el debate abierto entre la racionalidad científica, la magia y lo paranormal y espiritual.

En un homenaje al mago inglés William Ellsworth Robinson, más conocido por su nombre artístico Chung Ling Soo, Colin Firth interpreta al ilusionista Wei Ling Soo, un mago inglés conocido también como Stanley, que recorre el mundo con su espectacular acto de magia. En Berlín se encuentra con su colega Howard Burkan (Simon McBurney), quien le solicita que desenmascare a una médium que esta residiendo en la casa de una familia de aristócratas millonarios en la Costa Azul, en el sur de Francia. De esta manera comienza un debate extraordinario entre la racionalidad y el mundo físico, representado en el discurso del egocéntrico y pesimista Stanley, y la magia del mundo espiritual metafísico, representado por los poderes psíquicos de la bella y alegre médium Sophie (Emma Stone).

En Magia a la Luz de la Luna, el mundo de Woody Allen sigue intacto con sus caracteres tipográficos Windsor y su música de charleston, music hall y jazz, en la que siempre encontramos alguna canción de Cole Porter. También podemos disfrutar de varias obras clásicas y apreciar la intención vanguardista del espectáculo artístico ilusionista de carácter obsesivo de Wei Ling Soo, con la interpretación del Bolero de Ravel, obra estrenada a fines de 1928, y la composición vanguardista de Igor Stravinsky de 1913, La Consagración de la Primavera. Infaltable en esta oportunidad es la mención melómana a la séptima sinfonía de Beethoven y la intensidad sentimental de sus últimos cuarteros de cuerdas. También podemos ver una breve escena en un cabaret de Berlín en la que Ute Lemper interpreta la canción Alles Schwindel de Mischa Spoliansky y Marcellus Schiffer, y otras composiciones extraordinarias como Moritat de Kurt Weill y Bertold Brecht, interpretada por Conal Fowkes, y Remember Me de Sonny Miller, interpretada por la increíble voz de Al Bowly.

Las descripciones psicológicas de las personalidades, la reconstrucción del lenguaje coloquial culto, la fotografía de la extraordinaria Costa Azul de Francia, la hermosa escenografía aristocrática de fines de la década del veinte del Siglo XX, los inigualables paisajes, los profundos e intempestivos diálogos filosóficos, los debates interminables entre Nietzsche, Freud, el ocultismo y la religión, y el incomparable humor cáustico de Woody Allen, convierten a Magia a la Luz de la Luna en una película de gran belleza estética y de gran valor para introducir a la comprensión de un debate que aún sigue vivo.

calificacion_5

Por Martín Chiavarino

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