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CRÍTICAS - CINE

Megamente, Según Rodolfo Weisskirch

Esta vez el ogro es azul y viene de otro planeta…

Cuando la fórmula se agota hay que dar vuelta la página y comenzar una en blanco. Ahora bien, si repetís una misma fórmula, y en vez de X ponés Y, pero el resultado sigue siendo siempre Z, la misma solamente ha cambiado de color.

Eso es lo que pasa con los productos de Dreamworks Animation. Está bien, es cierto que Pixar también tiene fórmulas repetidas, pero sabe camuflarlas mucho mejor que la compañía creada por Spielberg, Katzenberg y Geffen. Las historias de héroes inusuales están empezando a cansar.

Megamente nos trae a un personaje que por su color de piel, sus características físicas y su mala suerte siempre fue discriminado por el resto de los seres humanos, odiado y destinado por la sociedad a ocupar el lugar del villano. ¿Les suena conocido esto? Allá muy, muy lejos en las tierras de burros y princesas, se encontraba un personaje solitario muy similar, marginal, que al principio fue bastante original y divertido, pero terminó volviéndose demasiado pesado y repetitivo.

No importa que sea un extraterrestre émulo de Superman, un oso panda o un ogro malaonda, los antihéroes de Dreamworks se parecen demasiado.

Acá en vez de cuentos de hadas, lo que se da vuelta es el mito del superhéroe, y la premisa no es tan mala ¿Qué pasaría si el villano le gana al superhéroe? ¿Se apoderaría del mundo o construiría otra superhéroe para enfrentarse?

En la injustamente olvidada Hombres Misteriosos, la solución aparecía en un grupo de improbables superhéroes. De hecho, hay un poco de olor a plagio en la forma en la que Metroman desaparece de la faz de la tierra.

Acá no hay una princesa encantada sino la típica reportera gráfica con la que Megamente, comienza una relación odiosa y pronto empieza a descubrir otros sentimientos en su interior. Sentimientos que no le juegan tan en contra a él sino más bien al espectador.

Durante los primeros 40 minutos, si bien enseguida empezamos a empatizar con el villano, el relato es ameno y divertido como suele suceder en la mayoría de los productos de animación. El problema surge cuando Megamente reemplaza su deseo de conquistar el mundo, con el de tener una compañía, aún cuando se camufla de un empleado de biblioteca. Acá el relato empieza a tomar sendas demasiado transitadas y previsibles, y la aparición de Titán no ayuda demasiado.

Si bien apunta a un público infantil, pero con un lenguaje adulto, un poco más abarcativo que los anteriores trabajos del director MacGarth (Madagascar), que Mi Villano Favorito, comedia con la que compartía el tópico del villano que se vuelve héroe, pero que resultaba un poco más original en su concepción, pero no tanto para estar a la altura de los trabajos, Pixar, Megamente es atractiva, medianamente entretenida y pasatista, pero ningún descubrimiento en la materia animación. Ni los diseños o el 3D resultan novedosos.

Lamentablemente, el mayor acierto de la película se da en el terreno extracinematográfico y no pudo ser apreciado en la función de prensa: Will Ferrell le pone la voz al protagonista y seguramente debe haber varios gags que acentúan el humor del personaje, ya que el mismo habla con acento alemán (de hecho la película se iba a llamar originalmente “Oobermind”, pero era muy complicado para los chicos estadounidenses). Sin embargo en la dirección del doblaje no supieron como aprovecharlo, por lo que algunos chistes relacionados con el acento o el mal pronunciamiento se pueden apreciar conociendo esta información previa. Tampoco podemos conocer el trabajo que la han impostado Tina Fey, David Cross, Jonah Hill, Brad Pitt o Ben Stiller.

Sí, el resultado final se deja ver, y la banda sonora que incluye temas de AC/DC (los mismos que sonaron en Iron Man 2), Guns and Roses, Ozzy Osborne y Michael Jackson, potencian varias escenas del film. Además hay pequeños guiños cinéfilos y no falta un chiste político relacionado con Obama, pero no mucho más.

Megamente resulta ante todo un producto demasiado calculado, cuyas bases si bien son sólidas, no parecen tener algo “novedoso” que contar. Quizás Dreamworks Animation, debería aprender de Disney, encontrar el lado oscuro de sus personajes y secuestrar a alguna de las “megamentes” de Pixar.

 

 

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