A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

Un Minuto de Gloria (Slava)

 (Bulgaria / Grecia, 2016)

Dirección: Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Guión: Kristina Grozeva, Petar Valchanov y Decho Taralezhkov. Elenco: Stefan Denolyubov, Margita Gosheva, Ana Bratoeva, Nadejna Bratoeva. Producción: Kristina Grozeva, Petar Valchanov. Distribuidora: Mirada. Duración: 101 minutos.

Un Minuto de Gloria (Slava, 2016), el segundo largometraje de Kristina Grozeva y Petar Valchanov, se centra en Tzanko Petrov, un trabajador ferroviario (Stefan Denolyubov), quien una mañana en un pueblo anónimo de Polonia se consigue una gran cantidad de dinero en las vías del tren. Este trabajador anónimo y tartamudo opta por entregar lo que consiguió a las autoridades. Tal decisión lo ve inmiscuido en los reveses de la burocracia ministerial manejados por Julia Staikova (Margita Gosheva).

Los realizadores y la actriz también trabajaron en La Lección (Orok, 2014), estrenada el año pasado aquí en Argentina, y se siente la misma urgencia moral en ambos filmes porque pareciera que actuamos de forma correcta por un compromiso social con nosotros mismos sin la capacidad de prever las consecuencias de nuestra acción “correcta”. Lo correcto sería aquellas acciones que nos permiten convivir en sociedad. En este caso, los guionistas obligan a sus personajes a que salgan de su comodidad moral muy paulatinamente. Y así, si en aquella película la maestra se veía forzada a robar un banco por las deudas mientras investigaba quién había robado dinero en el salón de clases, en ésta el conflicto es más complejo porque no sabemos cómo termina. Después de las burlas por las que pasa el trabajador ferroviario, después de su búsqueda del objeto más preciado por él, un reloj Glory, que le quitó Julia en el acto de entrega de un reconocimiento; después de la ineficiencia ministerial para pagarle a sus trabajadores, lo que queda frente a la impotencia es la rabia. Y mientras es más lento el descenso y mayor el aguante del personaje, duele más. Cuando vemos en el rostro de él y la reacción de Julia por lo que finalmente ocurre en su cuerpo, este punto de quiebre por el cual pasó y no nos dimos cuenta siquiera, se siente un choque genuino que lleva a la incertidumbre. ¿Por qué nos dejamos llevar hasta nuestros límites?

Un tanto se siente la manipulación por parte de los guionistas en que este trabajador sea tartamudo y viva solo. Sin embargo, en vista de que contrasta con la propia lucha personal de Julia por quedar embarazada, lucha que lleva en gran medida con su esposo, la manipulación es más bien la muestra de las flaquezas con las que vivimos los seres humanos, esta falta con la que convivimos hasta que aprendemos algo de ella o nos consume.

Es aquí donde la búsqueda de Tzanko por su reloj Glory, éste que le quitaron en el acto ministerial para hacerle entrega de uno más actualizado en apariencia, se convierte en la condensación de su búsqueda vital. El reloj es la alarma de su día a día y el vínculo con su padre. Es lo que le importa a este trabajador. Es donde reside su flaqueza como también está en el descuido de Julia por el tratamiento de su embarazo. Es por esto que el encuentro final de ellos dos ocurre demasiado tarde. Sorprende y, además, nos deja a la expectativa. Es por esto que el contraste entre ambos personajes enriquece la película porque nos da la perspectiva de ambos, quiénes son por lo que tienen y por lo que les falta.

calificacion_4

 

 

© Eduardo Elechiguerra Rodríguez, 2017 | @EElechiguerra

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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