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CRÍTICAS - CINE

Noé, según Martín Chiavarino

La mística de la piedad.

Los mitos son interpretaciones socioculturales sobre acontecimientos del pasado de una comunidad. Estas construcciones configuran la estructura ideológica e imaginaria de una sociedad, llegando a convertirse en una sustancia onírica que abre una puerta oculta a los secretos del inconsciente colectivo. Noé (Noah, 2014) retoma el mito bíblico del diluvio universal desde una interpretación fantástica y mágica para reconstruir a partir de fragmentos de diversas estructuras mitológicas una historia sobre el perdón, la piedad y la necesidad de destruir para crear.

Una vez asesinado Abel, Caín huye y comienza junto a un grupo de ángeles caídos una sociedad violenta pre industrial cuya ideología corrompe la tierra. Los hederos del tercer hijo de Adán y Eva, Seth, mantienen una relación de respeto por la naturaleza, con lo cual los herederos de Caín viven en ciudades y los de Seth en las llanuras infértiles.

A través de sueños, Noé (Russell Crowe) recibe de parte del creador una visión acerca del inminente fin de la humanidad y decide emprender un viaje por la tierra yerma y baldía junto a su familia para buscar a su abuelo Matusalén (Anthony Hopkins). Noé recibe de su abuelo unas semillas del jardín del Edén que hacen brotar un río y un bosque alrededor para construir el arca que le permitirá salvar a una pareja de cada animal para repoblar la tierra una vez que el creador la purifique a través de la inundación. Los indicios de la inundación, la hambruna y la obra megalómana de Noé atraen a los descendientes de Caín, liderados por Tubal-Caín (Ray Winstone), y confirman la resolución de Noé de que la humanidad no merece sobrevivir al diluvio.

La sexta película de Darren Aronofsky (Pi, 1998; Requiem for a Dream, 2000; The Fountain, 2006; The Wrestler, 2008; Black Swan, 2010) es una obra absolutamente erudita que respetando la estructura del relato bíblico introduce fundamentos de las versiones babilónicas, del poema de Gilgamesh y de los mitos fenicios, sumerios y mesopotámicos, así como también elementos originales que enriquecen la narración como fábula y ficción cinematográfica moderna.

Con reminiscencias de Fitzcarraldo (1982), una de las piezas maestras de Werner Herzog, en tanto hombre cegado por su afán de trascender con su obra, y en este caso por hacer la voluntad del creador, los guionistas Aronofsky y Ari Handel vuelven a colaborar para crear un personaje atormentado por un mandato divino que le solicita que abandone a la raza humana a la muerte, poniendo a prueba su voluntad, sus creencias religiosas y su noción de amor y de familia.

Destinada a la polémica, Noé es la visión de un director obsesionado por las experiencias místico- religiosas en una sociedad que vive una realidad instrumental sórdida y que ha rechazado el mito como engaño o lo ha rescatado como seudo experiencia extática- espiritual en tanto evasión de una realidad opresiva. El desasosiego de nuestro abandono sin propósito en esta tierra desolada es tal vez la única conclusión posible de un film que continúa con la búsqueda de Aronofsky de una respuesta imposible a los misterios del cuerpo humano y sus alucinaciones colectivas.

calificacion_4

Por Martín Chiavarino

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