Martes 11 de marzo.
Pantalla Pinamar se aproxima a su mitad, y podemos encontrarlo en plenitud: salas llenas, cineastas contentos, periodistas trabajando de manera intensa.
Por la mañana, conferencia de La Laguna, film cordobés que viene de competir en Mar del Plata. Estuvieron presentes los realizadores, quienes contaron pormenores del rodaje en Tanti. Remarcaron la solidaridad entre los cineastas cordobeses y cómo va creciendo la cinematografía de la provincia.
Luego, conferencia de la española Stockholm, con presencia de Javier Pereira, el joven protagonista masculino, reciente ganador del Goya como actor revelación. Habló del trabajo con el director y su particular método de trabajo, del rodaje independiente y de cómo fue un proyecto personal de un grupo de amigos. Y dijo que ese personaje es uno de sus favoritos y más audaces.
Después le tocó a la conferencia de Todas las Mujeres, film español que ganó en Málaga por Mejor Guión Adaptado. El director y guionista Mariano Barroso manifestó su agradecimiento por la repercusión en dicho festival, teniendo en cuenta que fue “una producción modesta, rodada en mi casa”. Y destacó el éxito en las salas españolas. Dijo que podría surgir una secuela en la que el protagonista se muda a Argentina. De hecho, el actor está en tratativas para adaptar la peli al teatro, de la mano de Daniel Veronese. Es muy fanático del cine argentino. Y del trabajo con Eduard Fernández y del turbio momento de la industria de cine español, ya que piensa que el gobierno parece determinado a deshacerse del cine.
Luego vino el work in progress del documental Yo, Sandro. Los cuatro minutos de muestra nos presenta algo inédito y sorprendente: grabación del interior de la mansión “de Roberto, no de Sandro”. El director Miguel Mato confirmó que su trabajo -de más de dos años de investigación- está contado en primera persona e incluye material muy íntimo, como fotos hogareñas y filmaciones en Super 8 de sus giras. Resaltó el muy buen trato con Olga, la viuda del cantante. Mato dijo que le falta filmar en más paises, donde hay fanáticas, para que el documental quede completo, listo para ser mostrado a mediados de 2015.
Y cerrando la jornada de conferencias, nuevos proyectos de ganadores de los Premios Gleyzer.
A las 14, el agasajo de uno de los países invitados: La India. Color, música y comidas de una cultura que nunca deja de fascinar.
La Niña y la Muerte (Jos Stelling, Holanda/Rusia/Alemania, 2012)
Encontrar al amor de tu vida puede ser una condena. Si no, conozcan la historia de Nicolai (Leonid Bichevin) un joven ruso que, de camino a Francia para estudiar Medicina, pasa la noche en un hotel que también sirve de burdel. Allí conocerá a Elise (Sylvia Hoeks), una cortesana que también resulta ser “propiedad” de un poderoso individuo. A pesar de los obstáculos, los jóvenes se enamoran, lo que será el principio de una relación signada por la violencia, el deseo y la tragedia.
Un drama romántico, ambientado a fines del siglo XIX, acerca de cómo los vínculos sentimentales más fuertes deben atravesar infiernos que parecen interminables. Al transcurrir casi toda la acción en el hotel, y en diferentes períodos históricos, el director logra generar climas de opresión y extrañeza, ya que algunos personajes parecen dignos de David Lynch.
Si bien por momentos se vuelve densa, la historia nunca pierde el interés y está muy bien complementada con la estupenda recreación de época y con una fotografía que se va adecuando a cada estado de ánimo.
Oscura, desesperada y clásica, La Niña y la Muerte es una película 100% europea, y en el buen sentido.
Oh Boy (Jan Ole Gerster, Alemania, 2013)
Joven, acomodado, a la deriva. Así es Niko Fischer (Tom Shilling). Aunque ya no es un adolescente y dejó la universidad, sigue sin saber qué hacer con su vida. Y encima comienza a tener cada vez más problemas.
La película sigue al personaje durante un largo día, en el que sale con su mejor amigo, se reencuentra con una compañera de colegio de la que solía burlarse por gorda (pero que ahora luce delgada y bella), su padre y más. Aunque Niko es bastante pasivo y pensante, no resulta complicado encariñarse con él y entender su desorientación; un mérito importante del actor. En cuanto al director Jan Ole Gerster, manifestó haberse inspirado en Woody Allen y Jim Jarmush, lo que se nota en el uso del blanco y negro y en una banda sonora compuesta de temas jazzeros.
Además de ser una comedia dramática con una simpatía especial, Oh Boy también es el retrato generacional de la juventud moderna no sólo alemana sino de cada rincón del planeta.