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CRÍTICAS - CINE

Piraña 3D

 

Piraña 3D (Piranha 3D, EEUU 2010)

Dirección: Alexander Aja. Guión: Pete Goldfinger & Josh Stolberg. Producción: Alexander Aja, Mark Canton, Grégory Levasseur, Marc Toberoff. Elenco: Elizabeth Shue, Ving Rhames, Adam Scott, Steven R. Mcqueen, Kelly Brook, Riley Steele, Jerry O’ Connell, Dina Meyer, Eli Roth, Christopher Lloyd, Richard Dreyfuss. Distribuidora: Tiff. Duración: 88 minutos.

Sangre y mujeres frescas para adolescentes

No deberían hacerse comparaciones. No me gustaría ser uno de eso cinéfilos que solo resaltan las versiones originales de las películas (aunque la semana pasada no quedó otra que elogiar la remake de Temple de Acero sobre la original de 1969). Por lo tanto lo que va a seguir a continuación es solamente un mero recordatorio para las nuevas generaciones, que no siempre lo bizarro estuvo asociado a la mutilación gratuita, los baños de sangre y cuerpos femeninos al desnudo, como sucede en esta nueva versión de Piraña.

Hubo un tiempo, en el que los jóvenes cineastas buscaban el cine independiente clase B de terror o bizarro para proliferar su mensaje político – social. Tipos pensantes, reflexivos, inteligentes, que se habían criado acaso viendo cine fantasioso y/o de ciencia ficción como Joe Dante o John Sayles necesitaban un medio de expresión que se alejara de los grandes estudios. Por lo tanto buscaban al productor más transgresor que existe en Hollywood, y al que al menos un 70% de los productores, directores y guionistas más poderosos de la “meca” del cine, le deben casi todos sus conocimientos. La escuela de Roger Corman, fue la gran formadora de cineastas que aprovechaban los (cortos) recursos económicos para realizar sus primeras obras, pero además, Corman, fomentó el cine de autor, y sobretodo, el cine revolucionario, transgresor.

Y Piraña (1979) con dos jóvenes que habrían de dedicarse durante el resto de su filmografía a denunciar las tácticas militares (Dante) o los abusos sobre los inmigrantes y la contaminación ambientan en Estados Unidos (Sayles), sería uno de los ejemplos más claros, de cómo el cine de terror, puede ser un interesante vehículo para llevar un mensaje político, incluso utilizando el humor negro y toneladas de sangre.

Acaso, el prometedor director de cine de “terror” francés, Alexander Ajá (Alta Tensión) le tiene miedo a la política o la denuncia social, o simplemente quiso homenajear al cine de animalitos marinos asesinos (Tiburón, Cocodrilo, Orca, Piraña), sin demasiadas pretensiones, por lo que llevó esta adaptación al extremo del producto vacuo y banal, pensado exclusivamente para adolescentes sedientos de sangre y sexo, demasiado influenciados por el cine de Rodríguez, Tarantino y Roth.

Si la original ya contenía una premisa similar a Tiburón, Aja, simplemente decide tirar toda la carne al agua: no solamente la premisa es la misma, sino que también las subjetivas de los peces, algunos planos emblemáticos (como un travezoom), y hasta aparece un actor, vestido igual y cantando el mismo tema de la película original de Spielberg.

El propósito del francés fue muy simple: ser descarnado hasta la médula… en el sentido más literal, y crear un baño de sangre, tripas, desmembramientos, descuartizamientos… para los  estudiantes de anatomía será una experiencia placentera, sin dudas.

La acción transcurre en un pequeño pueblo que vive del turismo veraniego en el lago. La cuestión es que en el medio del Festival de Tetas y Culos a orillas de la playa, suceden dos eventos paralelos. Por un lado, un director de cine porno lleva a un par de actrices, el hijo de la alguacil y la chica que le gusta a éste a un crucero para filmar escenas eróticas subacuáticas (como dijo Juan Fernando Lima, el ballet acuático al desnudo es uno de los puntos más altos). Por otro, el lago, sufre un sismo, se abre una grieta y ups, salen de su escondite miles de pirañas prehistóricas ávidas de carne humana… especialmente de chicas jóvenes con siliconas.

El resto es un festín de carne, sangre y desnudos. Todo, de manera tan gratuita, absurda y exagerada, que es imposible tomársela en serio en algún momento, y se nota que Ajá nunca tuvo la intención de hacerlo… pero ¿era para tanto?

O sea, me gusta el gore, me gusta el terror y admito que la tensión está bien creada, pero Ajá quiso ser mucho más gráfico que el propio Eli Roth. De hecho, en sanguinolencia lo pasa por encima (a niveles muy literales) y más allá de los estereotipos, lugares comunes, clisés, etc, hay una seria preocupación por demostrar que casi todas las mujeres que van a ese lago, parecen sacadas de video clips de principios de los 90, de “Baywatch” o de alguna porno grasosa filmada por Michael Bay. Vamos… se puede hacer una película de terror, respetando un poco más a las mujeres. Pregúntenle a Carpenter o Romero sino. Y ellos además filtran sus mensajes políticos, su ironía, su brazo izquierdo de la manera más trasgresora posible.

Pero Ajá ha adolecentizado una obra que debería tener otro tipo de propósito. Como ya dije, no debería hacer comparaciones, ya que las metas de los cineastas jóvenes de los 70/80 y los de ahora son diferentes. Antes, el modelo era Corman, ahora es Jerry Bruckheimer, y así llegamos a esto.

Lo admito. Piraña me divirtió, y mucho por momentos. Tiene momentos muy inspirados. Los efectos son muy buenos, la puesta de cámara y la fotografía videoclipera van acorde a toda la estética buscada. Pero detrás no hay mucho más…

El efecto 3D aporta poco y nada. Algunos planos se notan que fueron hechos, simplemente, para que el espectador tenga algunos objetos justo enfrente de su vista, pero no está bien realizado ni aprovechado el “adelanto” más buscado de la nueva década. No impacta demasiado.

Los cinéfilos se regocijarán con los homenajes a las películas del género y disfrutarán viendo a Elizabeth Shue junto a Christopher Lloyd dos décadas después de Volver al Futuro II, especialmente porque el personaje de Lloyd habla de forma similar al Doc Brown. Idem con Richard Dreyfuss o Jerry O’ Connell más cerca de los desatados mujeriegos que encarnaba a mitad de los ’90, que de los detectives y policías que personificó en televisión.

Con más ideas audiovisuales que narrativas, Piraña 3D es un mero entretenimiento que no se puede comparar con la original, aún cuando, seguramente tendrá destino de culto.

Buen provecho.

 

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Y seguimos con las remakes. Por lo general, se dividen en dos clases: las que respetan el espíritu de la película original y lasque le dan una vuelta de tuerca al concepto (muchas veces, de manera llamativa).

Piraña 3D pertenece a la segunda categoría, ya que del film de 1978 producido por Roger Corman, dirigido por Joe Dante y escrito por John Sayles (¡Se viene la entrevista!) sólo toma la premisa: un cardumen de horribles pirañas devora a quienes nadan en un lago norteamericano. Hay diferencias notorias entre la vieja y la nueva. antes, los bichos eran producto de un experimento científico para liberar en lagos de Vietnam durante la guerra, y ahora surgen de unas cavernas prehistóricas que se abren a causa de un sismo. Los personajes y sus historias también son distintas…

Pero el cambio mayor está en el tono.

En su primera gran película —y en medio de los peces voraces, sangre y humor— Dante aprovechaba para meter sus acostumbrados comentarios en contra de la milicia y el accionar de las autoridades, que no querían cerrar el lago pese a la amenaza subacuática.

En Piraña 3D, el talentoso director francés Alexandre Aja optó por darle un enfoque más inusual, menos serio, repleto de mujeres semidesnudas (y desnudas del todo) y de escenas del más puro gore. El resultado: uno de los film más decididamente gratuitos, descerebrados y masturbatorios jamás financiados por un estudio de Hollywood. Y con esa actitud de “todo me importa un carajo”, la película funciona.

Luego de consagrarse con Alta Tensión, Aja filmó dos remakes: El Despertar del Diablo, refrito de La Colina de los Ojos Malditos, de Wes Craven a la que supera en varios aspectos; y Espejos Siniestros, adaptación yanqui de un film coreano. En ambos casos, el enfoque era más serio, con imágenes crudas y perturbadoras. En su tercera vez reversionando films preexistentes, debió pensar “¿Qué quieren ver los freaks como yo?” y no se guardó nada. Pechos (tetas, bah), colas (es decir, culos), sexo, alcohol, escenas de lesbianismo, chistes escatológicos, cuerpos desmembrados, litros de sangre como para alimentar vampiros durante varias generaciones. Remite al espíritu de las películas de horror de la década del ’80, y bien parece transcurrir en es época de no ser por la presencia de celulares, Internet y otros elementos modernos.

La elección del elenco también responde a esta idea de “gran chiste para fans”. Elisabeth Shue se recibe de MILF[1] en su papel de comisario del pueblo donde se sucede la masacre por parte de las hambrientas criaturitas acuáticas. Steven R. McQueen (nieto de Steve McQueen) interpreta al hijo, un adolescente que se mete en problemas mortales por culpa de su libido. El inoxidable Ving Rhames hace de un guardacostas que no le teme a las pirañas y hasta les da pelea. Adam Scott encarna a un científico que en determinado momento se hace el banana como héroe. Eli Roth hace una pequeña aparición como uno que alienta el descontrol juvenil[2]. Y nadie se pasa tanto de rosca como Jerry O’ Connell, que parece disfrutar su personaje de cineasta megalómano que adora filmar playmates desnudas. Pero los más destacados son lo que también menos aparecen. Por un lado, Christopher Lloyd, quien hace de un científico no muy alejado de su inmortal Doc Brown de Volver al Futuro. Por otro lado, Richard Dreyfuss, en un homenaje al clásico en el que se inspiraron Corman, Dante y Sayles para la Piraña original: Tiburón.

Una de las grandes novedades es que está hecha en tercera dimensión, así que el público podrá disfrutar de pirañas deglutiendo órganos sexuales masculinos (es decir, penes), entre otras asquerosidades.

Piraña 3D es un exceso a propósito. Un espectáculo trash que ganará fanáticos y detractores, incluso dentro de los incondicionales del cine de terror. Sin embargo, piensen que no siempre se estrenan películas así en los cines, mucho menos en salas 3D.

Y si todavía les quedaron días de vacaciones, mejor alejarse de río y lagos y mares. Están las montañas, también. Pero tampoco le darán ganas de ir por ahí si deciden ven 127 Horas… Mejor ir al cine. Por ahora, nunca hay peligro allí, aunque…

[email protected]


[1] Mom I’d Like to Fuck, haciendo referencia a mujeres maduras muy deseables.

[2] Justamente, Aja y Roth forman parte del denominado Splat Pack, que incluye a nuevos directores que renovaron el género de terror en los últimos años, como Rob Zombie.

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