Hermanos y detectives.
La breve secuencia inicial no da rodeos y presenta a los protagonistas de manera fugaz; no se oculta nada, basta con un par de situaciones del día a día para que el espectador comprenda que no existe mucho más que eso. Una breve introducción a la aparente monotonía que dos hermanos (Érica Rivas y Juan Minujín) conllevan como estilo de vida: el exhaustivo trabajo en un lavadero, cuidar a los chicos y desmayarse de cansancio en el sillón son algunas de las actividades que conforman la rutina. Suena el teléfono y aquí es cuando realmente la película comienza. La búsqueda es el disparador inicial del film y continuará cumpliendo el rol de motor hasta el final: la búsqueda de un padre accidentado (Hugo Arana), de una madre desaparecida (Beatriz Spelzini), de un bolso lleno de dinero y, -¿por qué no?- de un género.
La película continúa su camino y mientras los minutos avanzan pareciera que la diégesis se expande, que el verosímil se arquea, y que así se da espacio a situaciones completamente inesperadas; se genera una constante renovación del film alternando entre atmósferas y clichés propios de diversos géneros y, al igual que un rompecabezas, cada uno de estos sucesos cuentan con un lugar único que les corresponde, ya que de no encontrarse allí no funcionarían. Resulta evidente que una elección de tal magnitud goza de cierta inminencia y a fin de cuentas los recursos desembocan en una espada de doble filo: a pesar de que por momentos se dan giros innecesarios a circunstancias y/ o atmósferas que no los favorecen (debido a que se destacan por sobre los aspectos cómicos y no los dramáticos) o no se prioriza lo suficiente la subtrama que hace realmente especial a la película (la búsqueda del dinero en sí concluye de manera más que apresurada), el film entretiene, no resulta cansador, y en su gran mayoría lo mantiene a uno expectante. Al fin y al cabo, funciona.
La vivacidad de Pistas para Volver a Casa subyace en sus personajes y la mirada infantil con la que éstos encaran los problemas que surgen. En tanto que otra película hubiese utilizado la misma premisa como punto de partida para un drama, Jazmín Stuart (Desmadre, 2011) escoge tomar el riesgo de la comedia y trabajar los obstáculos que se presentan a modo de juego. Sí, Dina y Pascual son adultos, pero ese no es un motivo para que, entre hermanos, no puedan comportarse como cuando eran pequeños: así se suceden charlas sobre películas estrenadas durante su juventud, apuestas por helados y discusiones que giran en torno a algo carente de sentido. No resulta necesario guiarnos a un ambiente impregnado por la pesadumbre de la nostalgia, ya que aquellos momentos joviales desfilan ante nosotros en un tiempo presente.
Pistas para Volver a Casa es un film peculiar que no se deja encasillar; una película sobre una familia disfuncional, un relato de aventuras, una comedia, y de a momentos hasta cuenta con tintes de suspenso. Pistas para Volver a Casa es un híbrido, pero uno más que efectivo.
Por Julián Córdoba