En 1979, un monstruo espacial se coló en la nave Nostromo… y también en la cultura pop.Alien, El Octavo Pasajero cuenta las desventuras de siete tripulantes a merced de la citada criatura, que ataca desde las sombras y resulta difícil de matar, ya sea por su capacidad escurridiza o por su sangre ácida. Lo que a simple vista parecía una simple película de horror y ciencia-ficción, al estilo de las que se hacían en los ’50, Alien le dio nuevo impulso a ambos géneros. Para empezar, fue un megahit que recaudó millones y se ganó el respeto de los críticos más exigentes, que la analizan hasta el día de hoy. Además, originó secuelas, imitaciones, parodias, merchandising en cantidades industriales; se invirtió la misma cantidad de dinero en filmar la película y en publicidad (las propagandas no mostraban demasiado pero ayudaban a crear el clima), convirtió en estrella a Sigourney Weaver… “En el espacio, nadie escuchará tu grito”, rezaba el eslogan, y no se equivocaba en nada.
El equipo técnico estaba compuesto por gente talentosa en sus áreas, todos liderados por el responsable máximo, el visionario que transformó una idea digna de algún producto clase B en una obra maestra de la tensión y el terror, al estilo del escritor H.P. Lovecraft: el director Ridley Scott. Es más: este film —el segundo de su filmografía, que había empezado con Los Duelistas— lo catapultó a las grandes ligas cinematográficas. Si bien su carrera es irregular, no caben dudas de que su inventiva visual le permite crear mundos nuevos y recrear épocas antiguas.
Más de 30 años después, Scott regresa al universo del octavo pasajero, pero con otro enfoque y un título diferente. El realizador se cansó de decir que no era sólo una precuela, pero Prometeofunciona como tal, y también como la expansión de aquella mitología.
Basados en pinturas rupestres encontradas en distintos puntos del planeta, los arqueólogos Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y Charlie Holloway (Logan Marshall-Green) están seguros de que la vida en la Tierra fue originada por seres de otro mundo. Unos años después, viajan en la nave Prometeo, que aterriza en un planeta donde podrían vivir los denominados Ingenieros. Allí, en aquel paraje ventoso y desértico, encabezando una expedición, descubrirán una caverna repleta de cadáveres de extraterrestres, una gigantesca cara de forma humana y contenedores de una sustancia oscura. Pronto se darán cuenta de la naturaleza nefasta de lo que encontraron. Una amenaza capaz de propagarse por todo el espacio.
Eso es lo más que se puede contar del argumento sin caer en spoilers, ya que la historia incluye varios giros y sorpresas.
Vuelve a quedar claro que la ciencia-ficción le sienta perfectamente a Scott. Al igual que enAlien, Blade Runner y “1984” —el aviso publicitario que supo filmar para Apple—, nos presenta un mañana lúgubre, pesimista, dominado por corporaciones con oscuros propósitos. También en este género puede desplegar su talento para plasmar imágenes impactantes, inolvidables e influyentes (se puede apreciar la huella del escabroso trabajo de H.R. Giger, el artista suizo que trabajó en el film del ’79). Y ahora tiene el doble desafío de mostrar de una manera diferente un universo que ya supo crear, y sale más que airoso. Principalmente, porque Prometeo no es una película de miedo, aunque contiene momentos aterradores y repugnantes.
El director también logra capturar la esencia de la película original, sobre todo a la hora de mostrar el vida cotidiana en la nave, empezando por el despertar de los personajes luego de años “durmiendo” dentro de camillas especiales. Otra vez están presentes las diferencias de rango y de ideología, sobre todo entre los altos mandos, los científicos —siempre algo freaks— y los pilotos, verdaderos cowboys. Hay comentarios irónicos, pero también tensión sexual… y hasta sexo (implícito, claro).
El ambicioso guión de Jon Spaihts y Damon “Lost” Lindelof toca temas como el origen de la vida, la inmortalidad, la sed de conocimiento llevada al límite, el poder y la fe. Sin embargo, algunas situaciones parecen tiradas de los pelos, y si bien la idea era explicar muchos de los elementos que aparecen en las primeras secuencias de Alien, hay detalles que quedan colgando o no cierran del todo. Podemos suponer que habrá más explicaciones en las potenciales secuelas de lo que amenaza con ser una nueva saga dentro de una saga ya clásica.
Noomi Rapace le pone el cuerpo a la doctora Shaw, una mujer creyente que será puesta a prueba de la manera más terrible. Shaw no es ni pretende ser una nueva Ripley (el personaje que inmortalizó la Weaver), pero sabe defenderse cuando las papas queman. Logan Marshall-Green —actor muy parecido físicamente a Tom Hardy— está correcto como Holloway, un hombre que será consumido por su deseo de saber. El cada vez más reconocido Idris Elba sigue firme junto al cine fantástico; su papel de Janek, el piloto de la nave, remite a Parker, mecánico de Alien, interpretado por Yaphet Koto. Charlize Theron es Meredith Vickens, la líder del grupo, mano derecha de Peter Weyland (Guy Pearce), multimillonario que financia la expedición y protagonista de los videos virales que se difundieron meses antes del estreno. También aparece Sean Harris, que se volvió un actor de culto por su caracterización de Ian Curtis, el vocalista de Joy Division, en 24 Hour Party People…
Pero el mejor del elenco y el punto más alto de la película es Michael Fassbender, quien se luce como David, el androide. Un ser igual a los humanos, pero con la capacidad de permanecer joven, no morir jamás y leer los sueños de las personas… y de otras entidades biológicas. David puede ser tierno y servicial, pero también misterioso y siniestro, y siempre fascinante. De hecho, dan ganas de ver un film entero construido alrededor de él. En vez de estudiar a los “humanos sintéticos” que supieron componer Ian Holm (Alien), Lance Henriksen (Alien: El Regreso y Alien 3) y Wynona Ryder (Alien: La Resurrección), el actor confesó haberse inspirado en Blade Runner, y se nota que hizo muy bien la tarea: cuando David observa el espacio, imposible no recordar el monólogo final de Roy Batty, el replicante encarnado por Rutger Hauer. Fassbender debe haberse llevado bien con Scott, ya que volverán a trabajar juntos en The Counselor, con guión de Cormac McCarthy. ¿Será su nuevo Russell Crowe?
Prometeo no es genial por muy poco, pero nunca deja de ser una gran película. Y es evidente que Ridley Scott es uno de los peces que mejor nada en el océano de la ciencia-ficción. Actualmente prepara su regreso a Blade Runner. Si el resultado está al mismo nivel, sólo podemos esperar lo mejor.
Matías Orta
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