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CRÍTICAS - STREAMING

Rebel Moon. (Parte uno): La niña del fuego

COPIAS, FRASES Y CÁMARAS LENTAS

Uno de los fenómenos cinematográficos que más me desconciertan es el del culto a Zach Snyder. No se trata de que su cine resulte más o menos bueno, sino de que no es necesariamente demasiado distinto a lo que se ve habitualmente. A lo sumo podemos hablar de un realizador que tiene un sello, una estética que lo caracteriza y que hoy podríamos llamar perezosamente “autoral” pero si ese fuera el caso ¿Por qué ese fanatismo existe con Snyder y no por ejemplo con James Gunn o Taika Waititi?, por nombrar otros dos directores que realizan superproducciones mainstream y cuyo estilo es también muy reconocible.

Sobre esto tengo dos sospechas. La primera es la visual. En los últimos años la estrategia que han usado algunos miembros de culto Snyderiano para encumbrarlo es que sus efectos digitales se ven mucho mejores que los de muchas de las últimas superproducciones de Marvel. Algo de razón hay allí. Pero hay que decir también que ese logro no es demasiado loable y habla muchas veces más del nivel de pereza que están teniendo las producciones de Marvel últimamente que de las bondades de Snyder (que tampoco se caracterizó nunca por un cine de imágenes inolvidables).

No obstante, creo que la fascinación por Snyder tiene menos que ver con la calidad de sus películas o incluso con el hecho de que haya hecho una o dos películas que algunos consideran obras maestras (Watchmen y 300 suelen ser las más halagadas por algunos), que con una cuestión de actitud. Está bastante claro que Snyder se toma su material muy pero muy en serio. A diferencia de las películas de superhéroes de Marvel, que siempre conjugan con mayor o menor éxito la comedia y la épica, Snyder siempre mostró un cine con un costado solemne.

Lo curioso (y esto creo que es una virtud), es que esa seriedad no se ve impostada, no trata nunca de ser una búsqueda de menospreciar al cine de superhéroes más liviano. Más bien se nota -y mucho- que Snyder tiene una pasión desmesurada por sus personajes y una fe ciega en que esos seres sobrenaturales pueden ser receptores de mensajes de esperanza, justicia, e igualdad, Por eso también su cine suele estar repleto de frases rimbombantes, que normalmente no tienen mayor profundidad que la de una frase de sobrecito de azúcar pero que los intérpretes pronuncian con la solemnidad de quien recita un verso de Emily Dickinson o un aforismo de Cioran.

Es lo que constituye un cine hecho al fin y al cabo con mucho corazón. Esto no es necesariamente bueno. En Million Dollar Baby por ejemplo había un personaje llamado Danger Barch, un chico con un posible leve retraso que sentía una pasión tan impresionante por el boxeo que le impedía practicarlo con inteligencia.

En sus peores películas, Snyder parece un equivalente de este personaje. Es un realizador que siente tanta pasión por sus personajes que ni siquiera se detiene a pensar si todo lo que hacen, lo que dicen, y todas las decisiones que toman deben ser tomadas con igual importancia. Su uso constante de la cámara lenta se vuelve muchas veces irritante por eso. No es tanto el uso en sí, sino su necesidad de usar ese recurso en cada secuencia de acción, sea esta importante o no.

Ahora bien, hay veces donde esta pasión desmesurada puede construir cosas más o menos interesantes, pero tiene que estar unida a un costado genuinamente creativo que Snyder, en sus mayores momentos de inspiración, tiene. El problema mayor de Rebel Moon es que carece por completo de eso.

La película (o al menos esta primera mitad) puede definirse con mucha facilidad como una mezcla entre Star Wars y Los siete samurais. Si esta frase se dijo ya miles y miles de veces es porque las citas a ambas películas son tan transparentes que es imposible eludirlas. De Star Wars hay mucho de su imaginario espacial, incluyendo un homenaje explícito a la escena de la cantina. De la película de Kurosawa su homenaje salta a la vista. Snyder toma prácticamente el mismo punto de partida: un pueblo pequeño de campesinos que se ve amenazado por una serie de señores autoritarios y sanguinarios dispuestos a robarles toda la cosecha. Ante esto dos personas de allí comienzan a buscar en otros planetas algunos ex-líderes para formar una resistencia. Es tan grosero el nivel de homenaje que el número de defensores termina siendo siete.

No hay una queja específica a esto. Después de todo, la propia Star Wars tomaba y mucho de otra película de Kurosawa como La fortaleza oculta. Pero Star Wars se proponía también la transformación de algunos de los aspectos de la trama del film de Kurosawa y le sumaba a todo esto obviamente la construcción de un imaginario completamente nuevo.

La ambición en la película de Lucas no estuvo dada por lo que reciclaba, sino porque con lo que reciclaba hacía una película distinta a todas. Si es imposible no pensar en Rebel Moon sin pensar en sus antecesoras es porque no logra nunca tener una personalidad más allá de ellas. Por el contrario, el juego de la cita y las similitudes termina siendo lo único interesante en una película donde todo es harto sistemático y predecible. Cada encuentro con cada nuevo guerrero reclutado implica casi siempre una escena de acción y aventuras que muestre la habilidad de tal o cual miembro de la Nueva Resistencia. También antes o después de la escena de acción hay algún discurso sobre la moralidad, o la resistencia, o la dignidad, o lo que sea. Y por si esto fuera poco, para darle una lectura política al asunto, los villanos de turno visten unos gorritos sospechosamente parecidos al de los nazis.

De todo este despropósito monótono quizás quede en pie una pelea final montada con pericia, que milagrosamente no usa en ningún momento la cámara lenta.

Luego de eso viene la llegada de los rebeldes al planeta que deben salvar, un epílogo predecible que se encarga de hacerle un guiño a Matrix, y la rara sensación de que en esta película de más de dos horas, con más de diez personajes para presentar, no logró generar el más mínimo interés en ninguno de ellos. Más aún, Rebel Moon tiene el raro defecto de ser una narración que se apuró demasiado a narrar las cosas y crear y matar personajes aún cuando tenía un tiempo considerable para desarrollarlos..

Quizás la segunda parte de esta épica, a estrenarse en unos pocos meses, entregue algo mejor. Lo que no me imagino francamente es a un espectador de esta primera entrega que tenga entusiasmo por saber como va a seguir esto.

(Estados Unidos, Hungría, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, 2023)

Dirección: Zack Snyder. Guion: Zack Snyder, Kurt Johnstad, Shay Hatten. Elenco: Sofia Boutella, Djimon Hounsou, Cary Elwes, Jena Malone. Producción: Wesley Coller, Eric Newman, Deborah Snyder, Zack Snyder. Duración: 133 minutos.

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