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CRÍTICAS - CINE

Rush: Pasión y Gloria, según Juan Ferré

La historia como materia prima.

Rush: Pasión y Gloria cuenta con una ventaja de antemano que no todas las películas tienen: una estupenda historia para contar. Es casi obvio decir quelas hazañas deportivas tienen ese toque especial que las hace particularmente atractivas pero también es cierto que no siempre el cine les hace justicia, ya sea porque algunas veces las historias se cuentan mal o porque muchas veces las proezas, sean del deporte que sean, parecen ser la misma en la pantalla de cine. Rush: Pasión y Gloria se destaca pues en ambos aspectos, tanto desde su espectacular producción como desde el enfoque narrativo, sin dudas diferente a lo que solemos ver. Porque aquí lo que se cuenta es la historia de un Campeonato Mundial de Fórmula 1, pero el realizador Ron Howard no elige un protagonista sino que propone a dos coprotagonistas en paralelo, sin que ninguno sea héroe y ninguno sea villano, logrando así una narración más fluida y menos convencional.

Hay mucho que destacar en la labor del experimentado director Ron Howard (Cocoon, Apollo 13, Una Mente Brillante, El Código Da Vinci, entre muchas otras), que junto al guionista Peter Morgan (con quién ya había trabajado en Frost/Nixon) logran redondear un filme estupendo desde el punto de vista narrativo y visual. Uno de los aspectos más sobresalientes lo constituye el dinamismo general, en parte gracias a un magnífico poder de síntesis que logra resumir seis años de historia de dos personajes en una hora de metraje, eligiendo para cada uno un par de situaciones que los describen lo suficientemente bien con vistas a que el espectador se enamore de ellos. Dos polos opuestos sin dudas: Nikki Lauda (Daniel Brühl), metódico y obsesivo, antipático y pedante, y James Hunt (Chris Hemsworth), dicharachero y entrador, impulsivo, fiestero, valiente y galán. No es difícil recordar al Heath Ledger de Corazón de Caballero o 10 Cosas que Odio de Ti en este Hemsworth canchero y astuto, a unos pasitos de un Tony Stark. Ambos protagonistas se lucen en sus papeles, explotando al máximo el tiempo que les brinda el guión y sacándose chispas cada vez que comparten escena.

No está de más decir que el tratamiento estético del filme está muy logrado. Las imágenes cuentan con un realismo que se apoya fuertemente en una ambientación muy cuidada (la historia transcurre en los ‘70), en una fotografía acorde a la época y en una narración que avanza muchas veces gracias a las voces de los periodistas y/ o relatores de las carreras. Cada imagen de la pista hirviendo, cada rugir de los motores, cada toma de una recta en competencia es un deleite absoluto que hará poner la piel de gallina a los fierreros más fanáticos. Pero no es allí en donde el filme se lleva la pole position, sino en el duelo permanente, chisporroteante y por demás atractivo que se da entre estos dos grandes conductores.

Rush es una de las mejores películas del año. Una que disfrutarán tanto los fanáticos del automovilismo que conocen los detalles de aquel famoso torneo, como aquello que gracias a no conocerlo descubrirán durante la narración este cuento maravilloso que tuvo lugar en varias pistas del mundo durante 1976. Para no perdérsela.

calificacion_5

Por Juan Ferré

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