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CRÍTICAS

Salomé de Chacra

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Salomé de Chacra

Dramaturgia y Dirección: Mauricio Kartún. Escenografía: Norberto Laino. Iluminación: Alejandro Le Roux. Vestuario: Gabriela Fernández. Elenco: Stella Galazzi, Manuel Vicente, Osqui Guzmán, Lorena Vega. Prensa: Teatros Nacionales.

Tragedia a la Criolla

Se dice que el Rey Herodes  Antipas y Heredías, su esposa, contrajeron matrimonio de forma pecaminosa. Juan, el Bautista, denunció dicha actitud y fue encerrado en una celda. Tras un baile sensual, Salomé, hijastra de Herodes, le pidió al Rey que le cortara la cabeza a Juan, el Bautista. – Nuevo Testamento.

El mito de Salomé fue traslado numerosas veces a diversas ramas del arte. Desde el Nuevo Testamento hasta una provocativa novela de Oscar Wilde en la literatura, hasta la adaptaciones cinematográficas como la desbordante versión del recientemente fallecido realizador inglés, Ken Russell o una versión libre con flamenco incluido dirigida por Carlos Saura. Y por supuesto, la ópera de Richard Strauss.

El mito ha cruzado todas las barreras artísticas, y el teatro por supuesto nunca ha quedado excluido, solo que esta vez, la transposición varía de lugar, tono, y lenguaje.

Nuevamente, Mauricio Kartun, así como ya hizo en Ala de Criados y El Niño Argentino, vuelve a explorar la lengua y el dialéctico nacional, la historia de nuestra forma de hablar, según la clase social, según la cuna del personaje.

Terratenientes, hacendados, peones, esclavos. Y Salomé es trasladada a una chacra, donde un poderoso dueño de tierras, rey de la pampa, llamado Herodes, junto con su mujer imponen respeto con el miedo y la amenaza como principales armas. En el fondo de un pozo, Juan, pide a gritos ayuda, pero solo recibe la burla sin compasión, de la hija mimada y seducida de un padrastro vil y en celo.

En el medio, un peón, cuan coro griego es testigo de la tragedia y se convierte en martir de la ira de sus patrones.

Entre la ironía y el melodrama, Mauricio Kartun construye un relato grotesco lleno de símbolos y plagado de metáforas. La superstición da pie al paganismo. La sangre es consecuencia de la pasión desenfrenada y el baile sensual de Salomé es ni más ni menos que la entrada a un infierno delicioso y encantador.

Una puesta en escena perfeccionista, donde ni un objeto está de más, donde cada personaje tiene un posicionamiento escénico escalofriante, hipnotizador y los duelos de miradas, duelos cuerpo a cuerpo desprenden una sensualidad inusual es lo que contiene esta puesta en escena extraña y magistral.

La fuerza de las imágenes y textos de Kartun hacen eco mucho tiempo después de haber visto sus obras. No solamente es increíble la forma en la que el verso cobra protagonismo, en que el lunfardo se vuelve el idioma común de los personajes, sino que la sensibilidad es especial. Desde el momento en que Osqui Guzmán sale a escena y abre el granero, que no es otra que abrir una caja de Pandora de donde salen todos lo males, todas la tentaciones.

El trabajo de Guzman y Vega es soberbio, pero es Manuel Vicente quien se gana el escenario con su horrible (pero brillante) Herodes. Divertido y demagógico, tirano, brutal. El Herodes de Vicente se lleva las palmas. La sutileza de Galazzi es fundamental para justificar una presencia que tiene más relevancia de lo que aparenta en primer momento.

Cada gesto está calculado, cada paso, cada mirada, cada palabra. El vestuario y el arte, la iluminación enriquecen una puesta impredecible. Porque, a pesar de que conocemos el mito, no podemos dejar de asombrarnos y extrañarnos hacia lo que está sucediendo.

Kartun logra que el espectador no comprenda enseguida lo que está viendo. Y pronto cuando queda al descubierto es realmente extraordinario. Como si viéramos el mito por primera vez.

Es difícil encontrar un producto original en algo que ya fue tantas veces representado, pero el director lo logra.

Es un estudio sobre el grotesco y el teatro argentino, pero también una sátira, una poesía, un drama, una obra clásica, una comedia, un drama. Tan ambiciosa como pretenciosa, sutil pero honestamente provocativa. Conciente de todo esto.

Cuando se cree que ya todo se creó, Kartun da un giro de 180 º y sorprende con una obra inquisidora, que traspasa paredes, el tiempo y corta cabezas.

Teatro: Nacional San Martín – Corrientes 1530

Funciones: Se terminó la temporada 2011

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