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CRÍTICAS - CINE

El juego de la fortuna (Moneyball)

Los nuevos tiempos siempre serán mejores…

Un nuevo móvil para la carrera del Oscar de este año ha surgido y se llama El Juego de la Fortuna. En este Brad Pitt interpreta a un manager deportivo de un grupo de baseball que se encuentra en el preciso momento de hacer cambios en su plantel. Para ello, como en todo equipo de cualquier tipo de deporte (y mas aún en la actualidad), se barajan cambios de figuras, rescinciones de contratos, transacciones secretas entre otros equipos y jugadores, hasta que a causa de una singular acción desata una nueva forma de plantear la elección de un plantel.

Para ello, el manager contrata a un diseñador de soft que crea una base de datos donde gracias a estadísticos sobre las aptitudes de cada jugador de la liga y asi poder evaluar con puntuaciones cada destreza física de estos. Generando de esta manera una elección de cambio basada en información numérica a modo de indicadores, dejando completamente de lado la intuición. Esta tarea no es bien vista por el viejo plantel del club ni siquiera aun por el antipático director técnico magistralmente interpretado por Philip Seymour Hoffman.

El Juego de la Fortuna no intenta caer en la emblemática demostración del triunfo del deportista a partir de su esfuerzo y habilidades, tampoco caer en la típica película de un equipo que tiene que jugárselas todas por ganar e ir creciendo a medida que el equipo vaya ganando o perdiendo partidos hasta finalizar con una victoria, el objetivo es otro, no más que demostrar que los tiempos cambian, al igual que las técnicas, erróneas o correctas, discutidas o implementadas sin ningún tipo de obstáculos, la tarea de este manager conlleva una falta discursiva de “tratar” con el jugador, estos son considerados como meros robots de ordenador, se deja de lado el planteo humanístico en films paralelos como Jerry Maguire, y fuera de todo romanticismo, el único amor aquí es por el cambio, una idea, un proyecto.

El film no viene a cambiar el cine, es por demás correcto en absolutamente todos sus aspectos vinculados a la edición, interpretaciones, ambientación, timing, score y dirección, de esos films que a pocos minutos de sumergirnos en su metraje son rápidamente catalogados como oscarizables. ¿Se realizan films con este simple objetivo?. Yo creo que si. Año a año, la carrera por los oscars tienta a los distintos estudios a crear proyectos que cumplan con ciertas premisas como para integrar esta escueta clasificación. El término “para  su consideración…” figurará de aquí en más si es que no ha empezado a realizarse en toda publicación vinculada al cine.

El juego comenzó, el premio a conseguir: un oscar.

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