Los Labios
Los Labios de Santiago Loza e Iván Fund (Argentina, 2010), por Rodolfo Weisskirch
Loza se ha convertido en un verdadero prodigio cinematográfico. En poco menos de 6 meses ha estrenado 3 películas de forma comercial y una más en el BAFICI. Además de las anteriores Extraño y 4 Mujeres Descalzas, que, acaso siguen siendo lo mejor de su obra.
Co dirigida por Fund (La Risa) se da la mano con la segunda película de Loza. Tres mujeres viajan al interior del país para hacer encuestas sobre condiciones sociales y proveer de medicamentos y vacunas, a familias pobres, marginalizadas, cuyos jefes de familia se encuentran desempleados, y deben mantener a muchos hijos en general.
La película se puede dividir en dos: una parte documental, en donde verdaderas familias que viven (se supone) en la frontera del norte de Santa Fe y Santiago del Estero relatan sus penurias, pero sin caer en un tono demagógico, sino informativo a estas tres enfermeras (tres actrices), y por otro, una película de ficción, donde se muestra como va impactando la información que van adquiriendo estas tres mujeres (una de 30, otra de 40 y otra de 50) a medida que van pasando los días, explorando el perfil humano de las mismas: la convivencia mutua, la presión del clima, la relación con los pobladores locales. Estos tres personajes bien diferenciados (como sucede en las obras de Loza) no proyectan abiertamente (y especialmente entre ellas) sus preocupaciones y malestares tanto físico como psicológicos. Hay un clima de tensión bien construido en las escenas nocturnas.
Tanto los personajes como las interpretaciones están muy bien construidas. Son profundas, distantes, austeras pero a la vez identificables. Ambos directores tratan de hacer un aporte a personas reales desde la ficción, lo cual hace reflexionar sobre que importante es llegar con el cine (sea ficción, documental o algo en el medio) a lugares que no siempre llegan las cámaras y la TV.
No se trata de una película innovadora, ni una obra maestra. Con sutilezas narrativas, información precisa, Los Labios es una propuesta que quizás funciona mejor en el concepto que como producto cinematográfico, que habría sido un poco más lograda incluso, si los realizadores, no se entusiasmarían tanto con alargar tanto algunos planos secuencias. Media hora menos, podría haber de hecho de esta película, un film más logrado.
Los Labios, de Santiago Loza, Ivan Fund (Argentina, 2010), por Jose Luis De Lorenzo
Santiago Loza continúa su carrera de director de cine y teatro, reinventándose con cada uno de sus films. Notoriamente generó proyectos de cine con una gran inspiración teatral, luego trabajos experimentales de cuestionable resultado y a partir de allí incursionó en el documental. Los Labios es un co-proyecto junto a Ivan Fund, destacado en cámara. En el film, vincula la narración de una historia lineal junto con gran parte documental.
El viaje de tres mujeres empleadas para realizar tareas de censo, ayuda médica y abastecimiento a un municipio muy precario de la Provincia de Santa Fe.
Cómplices en sus tareas, pero de muy distinto carácter, cada una conlleva sus propias intenciones, edad y mal pasar, de tres maneras completamente distintas. Un lugar precario donde los momentos gratos escasean, la triste realidad de nuestras tierras en las que conviven la pobreza, la desnutrición, enfermedades y falta de trabajo esencial para el desarrollo humano y cultural.
El trabajo de las mujeres no es sencillo, la ayuda que no llega y aquella que sí lo hace, no siempre de la mejor manera como es el caso de la recepción de medicamentos vencidos, los relatos documentados de aguda crudeza brindan un nexo con la ficción.
Un ejemplar trabajo, presentado en exquisito HD.
Ocio de Alejandro Lingenti y Juan Villegas (Argentina,2010), por R.W.
Basada en una novela de Fabián Casas, otra película presentada en co producción por dos reconocidos críticos de El Amante (y tercer largo de Villegas además).
Es la historia de una familia que debe superar la muerte de su madre. Tres hombres, un padre y dos hermanos. Andrés, el menor, no tiene trabajo, no tiene novia, no tiene motivación para vivir. Su vida es el ocio. O la búsqueda de un destino. Deambulará por el barrio, tratará de conseguir un departamento, un trabajo y le comprará una moto a unos choppers, junto a unos amigos, lo cuál le traerá más de un inconveniente.
Oscura y deprimente, la película es la contemplación de la desazón en un periodo de transición de la vida del protagonista, que vive entre dos barrios de hinchadas de fútbol rivales (Boedo y Parque Patricios) en una época inestable (entre los ´80s y 90´s). Los directores no dan ninguna información. Dejan que todo se sobreentienda, lo cual sirve para escapar de los discursos, y los diálogos redundantes. El ambiente costumbrista no es un simple capricho. Los detalles de los decorados se relacionan con la nostalgia, con un dejo de melancolía que ayuda a construir el clima del relato.
Austero, con buenas interpretaciones, se trata de otra película argentina de contemplación, con personajes tan cotidianos como estrafalarios, con un mundo que ahora resulta ajeno, pero a la vez se siente como muy familiar.
Una película que respira tristeza por cada poro, pero que a pesar de todo, resulta atractiva y nunca llega a ser un relato lacrimógeno.
Cada espectador la sentirá de forma diferente, se familiarizará más o menos con el barrio. Porque de eso se trata, de un homenaje a los viejos barrios, a las viejas costumbres sin llegar al absurdo o el patetismo. Tiene solvencia narrativa, no es pretenciosa.
El final es un poco abrupto, aunque necesario porque la narración en la última media hora empieza a decaer un poco y tornarse algo repetitivo. Pero, a pesar de eso, es una película que da pie a la reflexión y deja calando algo más, que una simple moralina sobre el aburrimiento y la depresión.
Ocio, de Juan Villegas, Alejandro Lingenti (Argentina, 2010), por J.L.D.L.
Como otras producciones de El Pampero Cine, Ocio tambien transcurre en el barrio de Parque Patricios, esas calles de adoquines grises, tristes. Basada en la obra homónima de Fabián Casas, Andres es un adolescente que ha perdido a su madre, vive con su padre, un payaso que trabaja realizando shows.
Resalta el ambiente rockero donde Andrés es una gema màs, sus juntadas con amigos a pasear por la ciudad, tomar unas cervezas o fumar en una terraza del barrio, observando a lo lejos las plateas del estadio Tomas A.Duco. Sin mucho razonamiento, los muchachos se meten en problemas fácilmente por un acto menor, la falta de pago de una moto adquirida a una pandilla de barrio. Es ahí donde éstos personajes resultan inverosímiles. La relación padre-hijo sobresale ante la angustia y acordes de bajo que fuertemente retumban, como para volver al clima aun mas hostil, la pandilla no deja pasar de largo las deudas y la violencia toma mayor parte en la vida del adolescente.
Rodriguez, de Julian Borrell, Demian Santander (Argentina, 2010), por J. L. D. L.
Presentada en HD, con grano evidente, Rodriguez constituye un road trip generado a partir de un encuentro casual de dos amigas de infancia quienes no se veían desde un prolongado tiempo. Los avatares de la vida y el hastío de una de ellas, lleva a reencontrarse con su compañera en un viaje en común, hacia las Cataratas del Iguazú.
Un viaje en tren, donde comienzan a rememorar antiguas rencillas, historias de novios, préstamos no devueltos y demás pormenores.
El film cambia drásticamente de humores en determinados puntos de conección del relato, conocen a un extraño conductor, mientras hacen dedo, a un ciclista gracioso, un grupo de mujeres en la edad de jugar a la canasta como principal quehacer.
Es evidente que gran parte del guión es improvisado, y éste es uno de los fuertes que posee el film a la hora de conjugar el rol de ambas, actrices que vuelcan gran química entre ellas y funcionan como partenaires.
Rodriguez deambula por diversas temáticas, algunas instancias fantásticas que no terminaron de convencerme pero a fin de cuentas, una fresca historia con diálogos muy verosímiles y actuaciones concisas por Mora Giuliani y Agustina Cámara.
Somos Nosotros, de Mariano Blanco (Argentina, 2010), por Romina Gretter
Dicen que lo mejor de los festivales es dejarse llevar por el azar, dejando de lado las largas listas de películas destacadas e imperdibles que todos los años nos configuramos y que no siempre logramos cumplir.
Esta tarde ello me ocurrió a mí, y fue así como terminé viendo Somos Nosotros. ¿De qué trataba? Un grupo de skater en Mar del Plata. No sonaba mal, quizá habría algo de Gus Van Sant como me señaló un amigo de la revista.
¡Pero de Gus Van Sant no había nada! Sinceramente no me gustó, se me antojaba demasiado a un trabajo universitario. Sin embargo, puedo destacar dos cosas que sí me interesaron: la primera tiene que ver con el modo de mostrar Mar del Plata, alejada de las sombrillas y la sobrepoblación veraniega; segundo el tratamiento de los diálogos, escasos, naturales… para nada impuestos.
No me disgustó tanto como para arrepentirme de haberla visto, pero a partir de mañana retomo mi lista de pelis imperdibles y me prometo a mí misma seguirla a pies juntillas.
El Rati Horror Show de Enrique Piñeyro (Argentina, 2010), por R.W.
Se veía venir. Donde Piñeyro pone el ojo, pone la bala. Esta vez, incluso literalmente.
No hay lugar para la duda. Se trata de la película que para bien o para mal, le agregará polémica a un BAFICI que necesitaba de algún director que de un poco de color al Festival. Y nuevamente, el director de Whisky Romeo Zulu, lo hizo posible.
Mañana todos los medios hablaran de ella. Desde poner sobre la calle Agüero frente al Coto, un “stand” con el coche “protagonista” de una masacre, incomodando a cada patrulla que pasa cada 10 minutos a observarlo, pasando por una polémica estética documentalista, donde el actor y director, en cierta forma, es investigador y abogado, en vez de cumplir solamente un rol contemplativo, de observador o narrador. Junto a un editor, Piñeyro denuncia la corrupción del sistema legal argentino, y comenzando por la Comisaría 34 de Boedo, hasta cada uno de los fiscales, abogados y jueces que condenaron a Fernando Carrera, una “victima” del gatillo fácil, que termino siendo chivo expiatorio de la “Masacre de Pompeya”, donde murieron 2 mujeres y un chico cuando fueron atropellados por Carrera tras una confusa persecución y tiroteo con la policía encubierta.
Aterradora como en Fuerza Aérea, Piñeyro trata de armar un caso policial, un rompecabezas hitchcoiano, donde se condeno a un inocente por las malas políticas de nuestro país. Como si fuera un episodio real de una serie policial, Piñeyro demuestra la inocencia de Carrera entrecruzando material de archivo de noticieros y programas periodísticos con declaraciones juradas de su Juicio en el 2005.
Piñeyro no se mantiene neutro. Arremete contra la policía federal y todos los involucrados en el crimen. Solamente entrevista en dos oportunidades a Carrera y un perito policial, pero lo importante, son las conclusiones que, desde su productora, el director saca junto a su editor sobre como sucedió el crimen.
Cinematográficamente, Piñeyro asume un rol polémico al estar un 90% del metraje delante de cámara, por lo cual se va a ganar seguramente varios enemigos cinéfilos. Por mi parte, pienso que el fin justifica los medios, y la información y el método de Piñeyro de ser él quien saca las conclusiones y pone el dedo acusador (no lo esconde, pero lo demuestra), ayudan a generar empatia con el espectador. Sus comentarios irónicos, tristes, también ayudan a que el relato no caiga en una manipulación sentimentalista de los hechos, y alivianar un poco la información, aun cuando estos momentos de humor, sean quizás, los mas difíciles de creer y digerir. El armado completo del caso, lo deja abierto para que el espectador racionalice y arme el rompecabezas, con las piezas que va dispersando sobre su escritorio. Solamente un prologo con la presencia de Cecilia Rosetto queda un poco descolgado y forzado.
Ayudado por reconstrucciones animadas de los hechos, un par de experimentos al aire libre y muñecos que representan a los imputados (los jueces) junto a una soberbia fotografía y puesta de cámara, El Rati Horror Show, es al igual que las películas de Michael Moore, una propuesta que va a generar controversias, entre seguidores y detractores del director, pero que, aun así, termina siendo una excelente muestra de cine político contemporaneo, de visión imprescindible.
El Recuento de los Daños de Inés de Oliveira Cézar, (Argentina, 2010), por R.W
Oliveira Cézar comenzó dentro del cine argentino como directora con la discreta La Entrega hace unos años atrás. La película pasó como una más por la cartelera porteña, sin pena ni gloria. Pero ganó notoriedad gracias al interesante trabajo realizado en Como Pasan las Horas , una versión nacional de Madre e Hijo de Sokurov, con un trabajo fotográfico notable. Con Extranjera empezaría la transposición moderna de obras clásicas griegas. Esta se basaba en Ifigenia en Aulide de Eurípides. El Recuento… toma el mito de Edipo, pero esta vez se trata de un producto menor.
Un muchacho llega de Francia a un fábrica en el interior del país. En la ruta, tuvo un problema con su coche, lo que provocó que accidentalmente, otro auto se saliera de la banquina y se incendiara al costado del camino. Su ocupante, era el dueño de la fábrica, y el muchacho debe hacer la auditoría de cómo sacar la fábrica a flote, para que esta no tenga que cerrar. La viuda del dueño de la fábrica (Eva Bianco), al principio desconfía del joven que parece querer quitarle el poder, pero pronto terminarán teniendo una relación secreta, donde el hermano de ella, inspirará sospechas acerca del origen del muchacho, el verdadero origen.
El que conoce la obra de Sócrates entenderá todo desde el primer minuto. El problema de la película es que detrás de una puesta en escena demasiado prolija, una fotografía muy cuidada, excelente uso de los recursos fuera de campo y planos secuencia, la historia es muy vaga. No hay potencia dramática. El tono es demasiado austero y solemne. El clima denso no le juega a favor. Las actuaciones están demasiado controladas. La directora no permite (a excepción de Bianco que tras Los Labios, vuelve a brillar en el BAFICI) que los personajes respiren con identidad propia y el elenco cuasi desconocido hace lo que puede con ese control. Marcelo D’ Andrea como el hermano, es un personaje que empieza muy bien y siniestro, pero aparece completamente desaprovechado en el final.
Si vieron Dos Hermanos, donde Antonio Gasalla hace una histriónica y descomunal declamación del final de Edipo sabrán que el final de la obra es realmente muy potente. Ines de Oliveira Cézar decide suprimirlo de la película directamente, cometiendo el último grave error de esta película que podría haber sido mucho más interesante que lo que termina siendo. Demasiados temas mezclados (inclusive sobrevuele el fantasma de la dictadura) pero con poca profundidad narrativa. Una desilusión.
Los Actos Cotidianos, de Raul Perrone (Argentina, 2010), por J.L.D.L.
Habitual en sus relatos sobre personas marginadas socialmente en su lugar natal: Ituzaingo, Oeste del Gran Buenos Aires, Perrone vuelve con una historia cuasi-documentada de una familia.
La cámara observadora, casi inmóvil, capta la rutina diaria, los trabajos mal pagos, la labor de ama de casa y crianza de los menores, la violencia, la Tv encendida la mayor parte del día, los mensajes de texto en celulares como principal manera de comunicarse, la sensación de encierro tras las paredes que conforman el ambiente familiar. Lugares oscuros, tristes, paredes desquebrajadas, húmedas, instancias que determinan las vivencias de una familia tipo del conurbano bonaerense.
Gorri, de Carmen Guarini (Argentina, 2010), por J.L.D.L.
Documental sobre el recientemente fallecido artista plástico Gorriarena, quien junto a Felipe Noé constituye uno de los más importantes y relevantes ejemplos de arte argentino de las ultimas decadas.
Guarini parte desde los preparativos con ocasión de llevar a cabo una muestra en conmemoración que ha sido llevada a cabo en Buenos Aires durante el año 2009, de alli, su esposa, es mostrada naturalmente en su taller, donde recolecta y ordena las obras del artista para generar un inventariado.
Muchos, quienes serían considerados, artistas, criticos, alumnos dan su parecer sobre las técnicas y obra del artista.
Una conversación de Gorri con otros colegas en un restaurant, es revitalizada en el documental donde éste, habla de su conexión con la vida politica argentina, su nocion personal sobre el arte, sus consejos a artistas.
El film carece de un sentimiento de perdida, solamente reflejado en la mirada de su hijo, que, brinda ayuda en el taller y su ordenamiento. En el resto de las personas que pasan por el documental sobresalen la admiración por la obra y respeto por un hombre de humor particular.
El Pasante de Clara Picasso (Argentina, 2010) por R.W.
El funcionamiento de un hotel a través de los ojos de un pasante que va a trabajar como botones podría ser el disparador de muchas ideas. Una lástima que la joven Picasso ha decidido encararlo por el camino menos interesante. El protagonista (Ignacio Rogers con el acostumbrado rostro lacónico que perjudicó Como un Avión Estrellado de Ezequiel Acuña) es llevado por las narices por una recepcionista bastante hipócrita, que verá una tragedia donde no la hay. ¿Una comedia de enredos? ¿Un thriller? A la directora poco le interesaba encasillar en un género esta peliculita que no va para ningún lado… como los protagonistas. En algún momento de la narración, se incluye una cena donde se juntan los empleados de la cocina del hotel y tienen una discusión un poco más trascendente que la pareja protagónica durante toda la película. Pero la escena y los personajes quedan tan descolgados como Bruce Willis en película de Tarkovski. Si bien, en términos visuales, la fotografía de Fernando Lockett aporta un poco de estética, y los encuadres son más o menos interesantes, esta primera incursión de Picasso es decepcionante. A penas se puede rescatar un divertido homenaje a La Mujer Pantera (la escena de la pileta, obviamente), pero más allá de eso se trata de un film fallido, monótono, repetitivo, redundante. Los cuestionamientos de los protagonistas acerca del significado del amor son tan banales, que lo único que realmente queda claro, es que su realizadora, tenía un hotel (o varios) a su alcance y no supo qué hacer con ellos. Los espectadores no podemos darle la respuesta.
Las Pistas – Lanhoyij – Nmitaxanaxac de Sebastián Lingiardi (Argentina, 2010), por R.W
Más allá de las buenas intenciones, se trata de un film fallido. La idea era interesante. Un relato de espionaje industrial interpretado por las comunidades Wichis y Tobas de El Chaco. Los problemas para interpretar los códigos, el lenguaje y como el desconocimiento de las lenguas autóctonas de nuestra patria se puede usar para la (des)información.
Sin embargo Lingiardi no contó con que a veces el trabajo con actores no profesionales y textos demasiado estructurados, con pautas no demasiado claras, pueden traer consecuencias contradictorias para una película. De esta forma uno puede encontrar que cada texto parece haber sido leído de manera muy básica por los intérpretes, que lamentablemente no se animan a actuar. Es probable que un documental hubiese sido más efectivo para las intenciones del director, para que el país tenga en cuenta la discriminación que existe con las colectividades y culturas aborígenes el noreste del país (como lo es otra película presentada en el Festival: Octubre Pilagá)
Visualmente es tan pobre como en su narración. Escenas nocturnas demasiado iluminadas. Falta de una estética, pobres encuadres. Las escenas carecen de verosimilitud y terminan siendo inintencionalmente risibles. ¿Por qué tanto esfuerzo desperdiciado? Otra decepción de un egresado de la FUC.