Este martes 6 de mayo se estrenó Shen Yun en el Teatro Ópera en su presentación 2014. Cada año, la compañía presenta un espectáculo diferente con el fin de acercar al público de todo el mundo la cultura y creencias chinas. Este grupo de artistas pretende dar conocer la historia y actualidad de un país y de un pueblo, así como empapar al público de un arte -para algunos- poco conocido. Esta maravillosa obra se presentará hasta el 10 de mayo, en cinco únicas, e imperdibles, funciones.
Shen Yun es una compañía de Nueva York que reúne artistas chinos de todo el mundo en la admirable tarea de recorrer la historia de la civilización y su fe por medio de este lenguaje universal que es la danza. En este caso, hablamos de danza clásica china, un sistema de baile completamente independiente del ballet pero al mismo nivel de complejidad y belleza. Este estilo es originario de las cortes imperiales chinas de la antigüedad y se caracteriza por una alta demanda y exigencia física para poder realizar un despliegue de saltos, giros y técnicas aéreas de gran dificultad.
Cien artistas a través de diecinueve actos y acompañados por una maravillosa Orquesta Sinfónica en vivo se encargaron de deslumbrar al Teatro Ópera repleto, como promete estarlo en las cinco fechas. El espectáculo está prolijamente dividido y conducido de la mano de dos presentadores que contextualizan lo que se verá en escena. Presentadores y personajes no menores, ellos le dan un toque didáctico y al mismo tiempo simpático, mientras brindan información y datos relevantes que de otra manera quedarían en el olvido.
La temática de los números son variadas y es a través de ellos que Shen Yun recorre los 5000 años de civilización China de la mano de famosos proverbios y cuentos de la mitología antigua. Este espectáculo no sólo revive el pasado, sino que hace fuerte hincapié -incluso desde el discurso- en la situación actual del país. Se remarca la constante persecución, censura y hostigamiento presente en los últimos 60 años a todo lo que tenga que ver con la fe milenaria, sus seguidores y costumbres, por parte del régimen actual, comunista y ateo. Shen Yun goza de la libertad de contar su historia en todo el mundo, excepto en China.
La danza clásica china es un baile inspirado en el reino de los cielos: las “hadas de los Lotos” bailan y vuelan en los templos divinos, junto al Creador. No menos majestuosos son los bailarines -reales- de Shen Yun. Es imposible pasar por alto la técnica y pulcritud artística. Asimismo, la expresividad de sus caras es tan acertada y desopilante o estremecedora, según corresponda. Por otro lado, vale destacar la exageración y la prolijidad, ambos elementos están presentes en la medida justa, en tensión (positiva) constante. El nivel de sincronización en el cuerpo de baile es casi irreal, los bailarines manejan gran cantidad de elementos, como tambores “de guerra”, palillos, telas, las mangas de los vestidos de las mujeres, entre otros. Todos estos son llevados como extensiones de sus manos, de sus pies e integrados a la danza con gran armonía.
El público se encuentra frente a bailarines de un virtuosismo tal que parece ser que tres grand jeté à la seconde seguidos (gran salto a “la segunda”, posición de ballet, un salto de gran dificultad) es lo más sencillo que saben hacer y la base de la que van a partir. Todos ellos muestran habilidades tanto en la danza, en la expresividad, en acrobacia, saltos y flexibilidad.
La escenografía y el vestuario merecen un capítulo aparte. Shen Yun no minimiza ningún elemento de la presentación y eso lo engrandece como espectáculo. La escenografía es, ni más ni menos, que una pantalla y las visuales reflejadas en ella. Es un elemento sencillo pero al que logran darle, gracias a la tecnología aplicada, una utilidad sumamente productiva, educativa y dinámica. Los bailarines “entran y salen” de la pantalla por medio de efectos de continuidad y eso permite, además del valor estético, contar algo más de la historia, colabora a la imaginación y le aporta condimentos fantásticos y mitológicos.
Así como la escenografía, el despliegue de vestuario y elementos, es enorme. La cantidad de trajes y cambios de vestuario deslumbra, pero no tanto como la calidad de los mismos, los colores vibrantes, brillos y unos diseños realmente bellos. Se pueden ver más de 400 trajes hechos a mano que respetan fielmente la vestimenta histórica de los distintos momentos de la civilización, así como de las diferentes dinastías y etnias.
Shen Yun no es sólo danza, los actos son acompañados por una Orquesta Sinfónica en vivo, bajo la dirección de Leif Erikson Sundstup. Este conjunto resulta de una perfecta combinación entre los instrumentos clásicos occidentales con los instrumentos milenarios de la cultura China, como la pipa y el erhu de dos cuerdas.
Como si esto fuera poco, el espectáculo cuenta con dos sopranos, Haolan Geng y Tialing Song, quienes por separado cantan y ponen la piel de gallina con temas que ilustran un poco más de esta cultura. En ambos casos están acompañadas por la gran pianista Xin Lian, también en escenario junto con su piano de cola.
No hay mucho más que decir que con el correr de los diecinueve números que traen a nuestro país en esta oportunidad, Shen Yun se consolida como un espectáculo de alto calibre y virtuosismo, un verdadero show repleto de elementos que sólo logran hacerlo grande, enorme. Una propuesta bella por donde se la mire, graciosa, educativa, concientizadora y real. Un espectáculo que viene al mundo a revivir la cultura divina china y a traer un poco de paraíso al escenario. Shen Yun es de asistencia obligatoria y una compañía para no perder de vista.
Teatro: Opera– Av. Corrientes 860
Funciones: Del martes 6 al sábado 10 de mayo 20:30, sábado también a las 15:30.
Entradas: Desde $300