Sherlock Holmes: Juego de Sombras (Sherlock Holmes: A Game of Shadows, EEUU / Inglaterra, 2011)
Dirección: Guy Ritchie. Guión: Kieran y Michele Mulroney inspirada en los cuentos de Arthur Conan Doyle. Producción: Joel Silver, Lionel Wigram, Dan Lin, Susan Downey. Elenco: Robert Downey Jr, Jude Law, Jared Harris, Noomi Rapace, Stephen Fry, Rachel McAdams. Distribuidora: Warner. Duración: 128 Minutos.
Cuestión de lógica
Ya lo dije hace dos años. Soy seguidor confeso de las aventuras de Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle, y admirador de la estética que Guy Ritchie aplicó a la primera adaptación cinematográfica mainstream que tuvo el personaje en varias décadas. Dicha repercusión se debió gracias a que Ritchie aplicó el tono seudohumorístico de sus primeras obras como Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes o Snatch, Cerdos y Diamantes. Además también impuso un tono visual similar, con una fotografía quemada, antigua, similar a una foto en zepia, montaje videoclipero y muchos efectos especiales, y pirotecnia al servicio del entretenimiento.
Pero ahí no se agotó esta visión personal acerca del detective de Baker Street. Ritchie le dio importancia a la cadena de razonamiento que Conan Doyle describe en sus novelas, además de que la relación entre Holmes y Watson es más parecida en esta adaptación que en todas las versiones solemnes filmadas en el pasado.
El Sherlock Holmes de Downey Jr. es un amante de los disfraces, el deporte, las drogas, tal como lo describe, aunque con menos humor, el autor original. Pero la historia de la primera parte era completamente nueva. El personaje de Mark Strong nunca existió en la literatura de Conan Doyle, sino que proviene de las historietas de Lionel Wigram.
Juego de Sombras sigue con el espíritu lúdico y humorístico de la versión 2010, pero se inspira libremente en dos cuentos originales de Conan Doyle, “El Problema Final” y “La Aventura de la Casa Deshabitada”.
Aquel que haya leído ambos relatos, sabrá por donde viene la mano. Desde el primer encuentro entre Holmes y Watson, vemos en el decorado, pequeños detalles que solo se encuentran en estos cuentos, y si uno presta verdadera atención a los diálogos va a poder preveer el final de la película. Como llegan a eso, no se sabe. El camino es divertidísimo.
Holmes le está siguiendo la pista a un profesor de matemática universitario, establecido como uno de los grandes genios ingleses del Siglo XIX en Londres, pero que él sospecha que se trata de la mente criminal más terrible de Inglaterra y que está detrás de todos los atentados supuestamente anarquistas, que pretenden provocar una guerra entre Francia y Alemania. O sea, el profesor James Moriarty sería en palabras de Holmes el impulsor de la Primera Guerra Mundial. Como el único que entiende esto es el propio Holmes, pide la ayuda de su amigo el doctor John Watson, quien se ve envuelto en el juego psicológico que se plantean Holmes y Moriarty, un día antes de su boda.
A diferencia de la primera parte, Ritchie, decidió darle más importancia a los personajes masculinos que a los femeninos. Irene Adler (Rachel McAdams) no tiene tanta participación (justificadamente) y Madame Simza (Noomi Rapace), una gitana que ayuda al dúo, no cobra la suficiente relevancia para figurar en tercer lugar. Ritchie y el matrimonio Mulroney como guionistas, crean un juego de ajedrez, una caza gato-ratón entre Holmes y Moriarty, en donde aquel que deduce antes la jugada del adversario, gana el juego.
El director regresa a la estética que le dio renombre y se nota mucho más su mano detrás de cámara que en la predecesora. Hay más peleas, más explosiones, más escenas de acción, pero también hay lugar para que el espectador sea parte del juego de observaciones, de deducción, creando una relación similar a la que se vive cuando uno lee a Conan Doyle. Aparecen personajes secundarios como Mycroft, el hermano del detective a cargo de un perfecto Stephen Fry, el investigador Lestrade (Eddie Marsan) y Sebastian Moran, un personaje importantísimo, que nuevamente, quiénes hayan leído “La Casa Deshabitada” identificarán enseguida.
Juego de Sombras, debe su nombre a que la película basa su estructura a la idea de doble. Cada personaje tiene un doble en el que apoyarse, cada escena está repetida simétricamente con otra: si había un tren casi al principio, hay uno cerca del final, una explosión al inicio, tiene su co relación con otra casi al finalizar. Detalles, pero que ayudan a interpretar, que detrás del entretenimiento y los efectos, hay trabajo intelectual, y mucho estudio de los cuentos originales.
Downey Jr. se encuentra en su salsa. Se lo ve realmente más cómodo con un solitario sagaz y malicioso como Holmes, que como el playboy multimillonario de Tony Stark en la saga de Iron Man. Protagonista casi absoluto, el actor de Chaplin, mejora con el tiempo. Aprovecha sus dotes y experiencias clownescos al servicio del heroísmo. Jude Law contribuye con su típica elegancia y carisma, y se destaca en el elenco el casi desconocido Jared Harris como el Profesor Moriarty. A pesar de no tener un nombre rutilante, Harris crea un personaje malicioso, divertido, mordaz, a la altura del mito (no olvidar que Moriarty solo aparece en un cuento de Holmes).
Es verdad que no resulta tan novedosa, pero Ritchie es ingenioso y no deja de jugar al engaña/sorprende con el espectador. Por lo menos a mí, me resulta estimulante que todavía haya directores capaces de ilusionar al espectador, esconder cartas bajo la manga, hacer creer que se va por un camino, pero en realidad va por otro. Esa es la magia del cine.
Sherlock Holmes: Juego de Sombras es un placer culpable para aquellos que somos fanáticos del detective de nariz aguileña y mirada fruncida.
Sherlock Holmes Recargado.
Luego del lavado de cara casi total dado por Guy Ritchie al personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle, muchos le dieron la espalda al director ingles. No era para menos. Tras décadas de construcción en el imaginario popular, Ritchie decidió rescatar algunas características que se presentaban en las novelas pero que habían sido olvidadas con el paso de los años: el nuevo Sherlock consumía drogas y era un eximio luchador, tanto a mano limpia como armada. Ahora le llegó el turno a la secuela, que explota con una mayor intensidad todo lo bueno y malo de la primera película.
En esta ocasión Sherlock Holmes se encuentra solo, en la difícil tarea de tratar de frenar los constantes atentados y asesinatos que ocurren por toda Europa, y que, según sus sospechas, apuntan a James Moriarty, una mente criminal con un intelecto equivalente al de Holmes, que opera desde las sombras.
Uno de los grandes cambios que se perciben a simple vista en relación con su predecesora, es una menor cantidad de deducciones lógicas con voz en off por parte del protagonista, con el fin de privilegiar las secuencias de acción. Aquí es donde el sello Ritchie se hace presente, utilizando incesantes flashbacks que explican las acciones de los personajes y recurriendo intensivamente a la cámara lenta.
El otro punto fuerte del film reside en sus personajes. La dupla Downey Jr-Law sigue funcionando a la perfección como los inseparables Holmes y Watson. A ellos se le suman la cada vez más solicitada Noomi Rapace, como la peligrosa gitana Madame Simza, (por desgracia la actriz sueca parece perdida en la trama) y Stephen Fry como Mycroft, hermano de Sherlock. Si bien su personaje corre la misma suerte que el de Rapace, Fry consigue otorgarle la personalidad y el cinismo característico de los hermanos Holmes. Pero quien realmente aprovecha los minutos en pantalla es Jared Harris como Moriarty, dotando al maquiavélico profesor con un halo de misterio y soberbia dignos del némesis del detective.
El acabado técnico sigue siendo de una factura notable. Si bien la música de Hans Zimmer se hace menos presente que en la anterior entrega, tanto el apartado de vestuario como la fotografía y ambientación son soberbios. Nuevamente se recrea la Londres de finales del siglo XlX, que junto con ciudades como Estrasburgo o Berlín son fácilmente reconocibles, además de la introducción de locaciones montañosas o rurales.
Sherlock Holmes: Juego de Sombras es una aceptable secuela. Si bien se pierde el factor sorpresa y la trama se torna enrevesada innecesariamente, Ritchie logra sacar a flote un film mucho más frenético que su predecesor. A pesar de tener la reiterada sensación de que todo está al servicio del lucimiento de Robert Downey Jr., quienes gustaron de la primera parte disfrutarán de la sobredosis de excesos del renovado detective.
Por Jorge Marchisio
Correcta, aunque no más que eso.
Tras una auspiciosa y entretenida primera parte, con Sherlock Holmes: Juego de Sombras el realizador británico Guy Ritchie vuelve a narrar otra historia del famoso detective y su ayudante el Doctor Watson, los míticos personajes creados por Arthur Conan Doyle.
En este nuevo film, a través de sus peculiares análisis para encontrar los más descabellados misterios, Holmes (en otra muy buena interpretación de Robert Downey Jr.) descubre algo extraño en la muerte del heredero al trono en Austria y sus distintos postulados lógicos lo llevan a pensar que fue un acto criminal de James Moriarty (Jared Harris), un despiadado profesor que trama algo mucho mayor y que puede provocar catastróficas consecuencias a nivel mundial.
A todo esto, en la despedida de soltero de Watson (Jude Law), junto con Holmes se encuentran con Simza (Noomi Rapace), una vidente a quién le salvan la vida luego de que intenten asesinarla por lo que puede llegar a saber. A partir de ahí, comienza una nueva aventura por distintos lugares de Europa en dónde ella se une al representativo dúo para poder resolver el tan temido misterio de la reales intenciones de Moriarty.
Sherlock Holmes: Juego de Sombras retoma la formula de la primera entrega: una mezcla de acción, aventuras y delicados toques de humor negro; la cuestión es que a diferencia de la anterior, ésta posee algunos baches en el desarrollo narrativo que la hace un poco densa, aunque esto no implica que el film sea monótono o aburrido, sino que excepto en algunos tramos, es bastante llevadero.
A nivel visual, la película propone interesantes tomas en cámara lenta o muy buenas transiciones entre las escenas de acción a través de un montaje muy destacado, que hace que tales fragmentos produzcan grandes dotes de adrenalina. Quizás lo único que le juega en contra a este aspecto es que algunas de estas excelentes imágenes no provocan el impacto que sí tuvieron en la primera parte, por el simple hecho de que algunos de estos trucos ya fueron vistos en la primera entrega de la saga de Ritchie.
Lo más destacado del film es, otra vez, la gran actuación de Downey Jr., quién supo ser Chaplin y Iron Man demuestra que el personaje de Holmes le queda a medida, ya que sus dotes tanto para el drama como para la comedia son dignos de representar al mítico detective, para que con esta segunda parte confirmar la gran interpretación de la primera.
A pesar de no ser una gran obra, Sherlock Holmes: Juego de Sombras es correcta en casi todos sus aspectos, que a pesar de no tener demasiados sobresaltos, esta segunda entrega dirigida por Ritchie deja un saldo positivo, aunque no presenta mejoras sobre la anterior.
Por Tomás Maito