Soft in the Head (EEUU, 2013, 71’), de Nathan Silver
Aunque se
intente imitar a John Cassavetes, Cassavetes hubo solo uno y aunque los
hermanos Safdie se aproximaron bastante, con Go Get Some Rosemary no
todos los cineastas consiguen el mismo nivel de talento.
Nathan
Silver empieza su segundo film con primeros planos de una discusión que
parece salida de Rostros, a lo que sigue una cena familiar filmada con
planos muy cerrados, que se acercan bastante a la estética cassavetiana.
Pero nada que ver. Esta historia de una chica que al separarse de su
novio termina viviendo en un hogar para personas que no tienen para
adormir y además tienen síndromes psicológicos, se convierte en una
banal historia de un chico veintiañero, tímido y complejizado por la
relación con sus padres con la protagonista, un chica demasiado liberal
que además, al no ser judía confronta con los padres del muchacho.
En
principio, el realizador pretende con una estética seudo documental
hacernos creer que está captando una “realidad” pero las ridículas
interpretaciones de varios miembros del elenco sumado a un ausencia de
ideas para desarrollar un argumento, que termina volviéndose repetitivo y
monótono, no ayudan a llevar adelante este film realizado con muy bajo
presupuesto. Sin embargo, eso no garantiza la calidad de la obra. La
historia y los personajes son tan pobres, la moraleja tan elemental, que
hay poco para rescatar del film. El final además apela a innecesarios
golpes bajos. Inspirada libremente en la novela “El Idiota”. Pobre
Dostoievski.