Sólo por Dinero (One for the Money, Estados Unidos, 2012)
Dirección: Julie Ann Robinson. Guión: Karen McCullah Lutz, Kirsten Smith, Liz Brixus. Producción: Tom Rosemberg, Gary Luchéis, Sydney Kimmel. Elenco: Catherine Heigl, Jason O`Mara, John Leguizamo, Daniel Sunjata, Sherri Shepherd, Debra Monk, Nate Money, Fisher Stevens, Leonardo Nam, Annie Parisse, Debbie Reynolds. Distribuidora: Alfa. Duración: 91 minutos.
“Adaptation o… el ladrón de… Adaptation”
“La literatura es hoy día el complemento perfecto e indisociable de la cinematografía”, palabras de David Cronemberg en una entrevista con Laurent Tirard.
Sentados los cimientos encarnados en la cita antecedida, con los cuales nos basaremos para analizar Sólo por Dinero, sólo resta sumergirnos en el arte concretamente que hace a la pieza convocante.
La base de Sólo Por Dinero es sin duda una pieza literaria en serie y en ascendente éxito, lo que, al estrenarse un filme de tales características y que adapte en apariencia una fidelidad a la prosa, pone en cuestionamiento la curva comercial y artística del basamento original. El por qué, a continuación:
Julie Ann Robinson es antes que nada, una hija de los seriales televisivos quee incursiona en el cine a través de La Última Canción (The Last Song, Estados Unidos, 2010), de escaso éxito y a partir de Sólo Por Dinero, la historia de la fracasada Stephanie Plum, devenida en cazarrecompenzas, un poco por venganza y un poco por necesidad ante la prueba de captura del ex policía Joe Morelli, el hombre que la sedujo y sigue seduciendo y fue un karma durante el secundario de la muchacha. Idas y venidas atraviesan un relato que se caracteriza por su impronta meramente lineal y novelística en papel. Es así como la imposibilidad directiva ante una consecución de hechos y construcciónes psicológicas propias del libro, desencadena en una aburrida pretensión de comedia con tintes dramáticos que recuerdan a lo pero de Las Locuras de Dick y Jane (Fun With Dick and Jane, Estados Unidos, 2005) de Dean Parisot.
- Tv para importación. Sólo por Dinero resulta en plenitud la construcción fallida de una obra pensada y concebida como televisiva desde su planteamiento y no (ni siquiera estando cerca), nacida con la majestuosidad cinematográfica, dramática y fotográfica de la trilogía de Millenium (Suecia, Alemania, Dinamarca; 2009). Aquí es donde dos caminos separados se abren en torno a la adaptación: Por un lado la conciencia inamovible de lo televisivo como tal y una base teórica recreada a conciencia de capítulos serializados y en consecución deliberada para la formación del formato miniserie. Por otro, la redundancia de recursos y la falta constructiva de caracterizaciones empáticas que, a diferencia de la tira diaria o semanal, requiere una exhaustiva dirección actoral, sobre todo cuado una coralidad se hace presente para afianzar la figura protagónica, donde el elemento de representación espectadora pasa por el papel imbuido en la figura de Jason O`Mara, sin duda, la clave de una película que deja el drama a un lado solo como punto inicial para resaltar la figura Catherine Heigl.
- La constante. Considerado por muchos como el mejor capítulo de Lost (EE.UU.; 2004-2010), compone una analogía perfecta para el caso de los filmes contemporáneos donde la preferencia estética parece ser el basamento excusa para la creación de una obra cinematográfica, sin importar en lo más mínimo, excepto en casos contados, la constitución de la curva narrativa. Entonces, nos replanteamos el sentido del cine hoy, es decir, desde qué lugar surge el deseo y la necesidad de contar historias cuando tenemos una fotografía en celuloide que abarca mayormente la cabeza creadora y cega fuertemente el resto de vital importancia anclando perfección con fracaso asegurado en términos críticos y artísticos.
Dos incisos encabezantes del opúsculo parecen bastar para la captura de una esencia de filme que decepciona más que sorprender, dentro de estructuras cerradas y que, de seguro proponen una continuación más comercial que desde un planteamiento estético-narrativo-visual, ya que, como toda literatura con éxito, el siguiente paso, es la adaptación de la totalidad de la prosa a la visión en pantalla gigante sin importar de direcciones o reacciones adversas.