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CRÍTICAS - CINE

Star Trek: En la Oscuridad, según Rodolfo Weisskirch

Un regreso con mucha ira.

A poco menos de dos años que se estrene el Episodio VII de la saga de La Guerra de las Galaxias, Jeffrey Jacob Abrams, sigue demostrando su enorme talento como narrador en la secuela de Star Trek, que viene a ser la secuela de la precuela de la saga original, pero a la vez una especie de remake del film de Nicholas Meyer de 1982, Viaje a las Estrellas II: La Ira de Khan. Es cierto que Abrams ha revitalizado una franquicia que previamente a 2009, solo seguían los fans de la serie, convirtiendo a esta serie creada originalmente por Gene Roddenberry en un producto de culto, que ha fascinado a grandes y chicos durante varias generaciones. Lo cierto es que más allá de la Nueva Generación, creada en los 90s’, Star Trek necesitaba lavarse un poco, adaptarse al siglo XXI y Abrams con su enorme pulso para narrar y su intuición y fanatismo por la ciencia ficción logró convertirla en una obra divertida, que no solo se destaca en el terreno de la ciencia ficción, sino también en la aventura, la acción y el suspenso.

Heredero natural de la generación de Spielberg, Lucas, Cameron y el mejor Ridley Scott, J.J. sabe aprovechar los 132 minutos de esta secuela para abrir múltiples conflictos, fiel a la tradición de sus series, para aportarle una cuota de humanidad a los personajes, carisma, y extraerle la solemnidad y caricatura que tenían hace dos décadas. Kirk, más cercano a un Han Solo, muestra una faceta más mujeriega y menos conflictiva con su pasado. Se afianza la relación amistosa con Spock, y también se profundiza en la inteligencia y rebeldía a la hora de tomar decisiones en calidad de Capitán de la Enterprise. Por su parte Spock, también consigue demostrar su genética humana, cuando empieza a conocer sentimientos que no son afines a su raza, como el temor a la muerte, la amistad y también entender el dolor ante la pérdida de un ser querido y la mentira para conquistar una meta. Incluso, se da el lujo de abrir una pequeña subtrama relacionada con el romance que tiene con Ushura.

Pero el conflicto principal pasa por el Némesis de Kirk, John Harrison, una especie de superhombre, que atenta contra la flota imperial en plan de venganza y destrucción. A cargo de Benedict Cumberbach, Harrison, funciona como un Moriarty para la tripulación de la Enterprise: un villano inteligente, fuerte, sin sentido de la moral, manipulador. El verdadero tema del film es el sacrificio, la línea divisora entre sobrevivir, o morir para salvar al equipo. A pesar de tener varias facetas existencialistas, esta secuela que lleva la firma de Damon Lindelof en el guión, es ingeniosa, pero sobretodo entretenida. La persecución de la Enterprise adquiere relevancia cuando se descubre que llevan torpedos con cargas nucleares capaces de destruir a todo un planeta, en este caso, los Klingons. Enemigos acérrimos de los humanos y personajes fundamentales creados por Roddenberry. Existe, por lo tanto una sublectura política sobre el militarismo estadounidense que tampoco queda afuera de este episodio.

Pero sobre todo, Abrams es fiel al espíritu Trekkie y rellena el film con múltiples guiños y detalles para el fan, comenzando con un diálogo directo – ¿literalmente hablando? – que tiene este film con La Ira de Khan, que contaba con la actuación de Ricardo Montalbán. Es extraño encontrar tal autoconciencia. Aquel que recuerde escenas claves del film de Nicholas Meyer, esbozará una sonrisa cuando empiecen a aparecer importantes similitudes y citas hacia la película, que para muchos es la mejor de toda la franquicia. No se puede adelantar mucho, más que prácticamente los personajes de esta obra son concientes que ya vivieron o podrían llegar a vivir esta aventura. Acá es donde la inteligencia de Lindelof para solucionar conflictos se comunica con un fino sentido del humor, relacionado con la cinefilia, y romper la cuarta pared.

Con un ritmo trepidante y poco respiro, En la Oscuridad es un film completo, que incluso es disfrutable por las sólidas interpretaciones de Zachary Quinto y Benedict Cumberbach, por el humor y carisma de Chris Pine, Simon Pegg y Karl Urban – esta vez John Cho está bastante desperdiciado – la sensualidad de Zoe Saldana y Alice Eve – que básicamente aportan eso, porque no se puede decir que son grandes actrices – y el gratificante regreso a una superproducción de autor de Peter “Agente Murphy” Weller, en un personaje que va creciendo con el correr de los minutos. Abrams nuevamente se consolida como director. No es novedad que es un gran narrador, pero esta vez, consigue posiblemente su obra más redonda – sin dudas superior a la predecesora – menos pretenciosa, más gratificante y entretenida para los amantes de la ciencia ficción y el cine de aventuras. Un viaje a los seriales de los años ’30 que nos hace soñar con un Episodio VII, que logre superar las expectativas.

calificacion_5

Por Rodolfo Weisskirch

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