¿Qué agregar sobre la importancia de la saga de Star Wars? Con decir que, a partir de 1977, La Guerra de las Galaxias (a la que luego se le sumó Episodio IV: Una Nueva Esperanza), El Imperio Contraataca (ahora Episodio V) y El Retorno del Jedi (también Episodio VI) cambiaron la historia del cine y de la cultura pop se estaría haciendo una buena síntesis. Sin duda, George Lucas dio en el blanco cuando mezcló mitos antiguos, seriales de ciencia ficción de los 40, westerns y film de samuráis para engendrar una mitología propia, con sus propios héroes, villanos y mundos. Un universo que fue refinando y al que agregó tres películas más, en clave de precuela: Episodio 1: La Amenaza Fantasma, Episodio 2: El Ataque de los Clones y Episodio 3: La Venganza de los Sith. Pero el pionero no siempre es el mejor. Así como Lucas merece un monumento, él debería hacerles monumentos (varios y bien, bien grandes) a quienes mejor supieron ejecutar su gloriosa sinfonía: para empezar, Irvin Kershner y Lawrence Kasdan (director y guionista, respectivamente, de El Imperio Contraataca, aún considerada la mejor), ahora, a J.J. Abrams, responsable de Episodio VII: El Despertar de la Fuerza.
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, pero décadas después del final de El Retorno del Jedi, la paz es acechada por un nuevo peligro: la Primera Orden, organización surgida de lo que supo ser el Imperio. El brazo ejecutor es Kylo Ren (Adam Driver), un mortífero individuo de vestimenta negra y máscara, como Darth Vader en su momento, en busca de un mapa que puede conducir a Luke Skywalker (Mark Hamill), desaparecido tiempo atrás. Un clima siniestro, pero aparecerán héroes: Rey (Daisy Ridley), una joven aldeana; Poe Dameron (Oscar Isaac), un piloto de la Resistencia; y Finn (John Boyega), un stormtrooper huyendo de su rol de asesino al servicio de los malos. Y junto a ellos, el regreso de personajes míticos: Han Solo (Harrison Ford), Chewbacca (Peter Mayhew), todavía en el rubro de cazarrecompensas, y Leia (Carrie Fisher), ahora General de la Resistencia. En cuestión de horas, deberán impedir que Kylo Ren obtenga el mapa y que una máquina de guerra, mil veces más grande que la Estrella de la Muerte, acabe con toda la galaxia.
Como lograra con las sagas de Misión Imposible y Star Trek, Abrams revitaliza la invención de Lucas gracias a un balance milagroso entre los ingredientes que hicieron únicas a las primeras películas (conecta especialmente con La Guerra de las Galaxias, incluso a la hora de captar la frescura) y un film que se sostiene por sí mismo, sin caer sólo en los guiños para devotos. Su notable estilo visual y su sentido del ritmo se complementan con el guión del muy añorado Kasdan. El resultado: aventura, humor, tragedia griega y la capacidad para entusiasmar y asombrar tanto a los fanáticos más veteranos como a una generación que recién empieza.
Los recursos cinematográficos, la preocupación por la historia y los personajes y un trabajo de arte y de maquillaje que privilegia lo artesanal por sobre lo digital humillan a los episodios I, II y III. En aquellas oportunidades, el propio Lucas pretendió contar los orígenes de Darth Vader como verdugo, pero su engolosinamiento con la tecnología digital le nubló los sentidos y no se preocupó en hacer un buen casting para el papel de Anakin, además de no saber dirigir a actores como Ewan McGregor y Natalie Portman. De hecho, Abrams y Kasdan, además de presentar nuevos héroes, sacan a relucir su talento en el desarrollo de un nuevo ícono malvado de la franquicia.
Y deteniéndose en el elenco, las jóvenes incorporaciones -bien elegidas y muy bien aprovechadas- encajan perfecto y no tardan en cautivar. Isaac y Boyega ya venían de demostrar su capacidad en otras películas, pero la debutante Daisy Ridley es la verdadera revelación: convincente a la hora de expresar emociones y de luchar contra rivales. Si se la lleva bien, no tendrá techo. BB-8, el nuevo y simpático robot, cumple una función dramática y no es una mera excusa para vender muñecos. Adam Driver demuestra que puede ser un villano a la par de Vader, incluso más complejo y feroz. Siguiendo con el Lado Oscuro, Domhnall Gleeson es como una versión actual de Moff Tarkin (Peter Cushing) y Andy Serkis da otra cátedra de actuación con captura de movimiento, en el rol del verdadero líder de la Primera Orden. Las presencias de Harrison Ford y Carrie Fisher, al igual que Chewie, C-3PO (Anthony Daniels) y R2-D2, funcionan como las anclas principales con la trilogía original. ¿Y Mark Hamill? De eso no se puede dar detalles…
Star Wars: El Despertar de la Fuerza toma la esencia pura y dura de esta mitología y la lleva más allá, en una dirección excitante y novedosa, sin darle la espalda a la nostalgia pero tampoco ignorándola. Además, es la prueba de la importancia de un buen guión, no sólo en esta saga sino en toda película, y que para filmar vibrantes e inolvidables secuencias de acción no es necesario hacer un videojuego de dos horas.
Sin duda, una de las mejores Star Wars y el comienzo de nuevas grandes epopeyas.
Por Matías Orta