Subte
Dirección y dramaturgia: David Paez. Producción Ejecutiva: Valeria Pontoriero. Vestuario: Daniela Marioni. Escenografía: Cecilia Rodríguez. Iluminación: David Paez. Sonido: Bruno Elías Aversano. Voz en Off: Camila Hierro. Intérpretes: Agustina Pons, Daniela Marto, Emiliano Barabino, Fernando Otero, Gabriela Jaureguiberry, Jazmín Gamalero Rosas, Martín Vergez, Sebastián Poveda, Silvina Buono, Tomás Zwanck. Prensa: Silvina Pizarro.
Mundo Subterráneo
Posiblemente salimos a la calle y no somos del todo concientes sobre lo que sucede alrededor nuestro. Demasiado movimiento, demasiada velocidad. Nos llevamos puestos la gente, nos golpeamos unos con otros, pero esa persona que pasó al lado nuestro, lo hizo en forma tan efímera, que pronto desaparece de nuestra visión. Vamos tan obnubilados hacia nuestros respectivos destinos que no somos concientes de que alrededor nuestro pasan millones de vidas, millones de historias.
Pero en el subte, la historia es otra. En el subte estamos todos concentrados, apretados, conviviendo por un breve lapso de tiempo con ese extraño, con su historia, con su instante de vida.
¿Cuántas historias se pueden observar? ¿Cuántas se pueden contar? ¿Qué pensará el otro de nosotros? ¿Qué pensamos nosotros de todos esos extraños?
Acerca de esa convivencia, esos pensamientos, esas vidas trata la nueva obra de David Paez. Divertida e imprevisible, es un retrato absurdo de historias subterráneas. Numerosos personajes se van sucediendo, entrando, saliendo, convirtiéndose en otros personajes. Idas y vueltas, intercambios de identidades, miradas, cruces.
Historias de personas solitarias que se encuentran, parejas que se distancian, paranoia, risas, golpes, besos, caricias.
La obra de David Paez es ampulosa y ambiciosa con pocos recursos. Apenas una fila de asientos y un sinfín de sonidos identificables nos llevan a estos vagones, donde los actores se convierten innumerables veces en personajes identificables de esta ciudad, patéticos, ridículos, absurdos. O sea, nosotros mismos, traseuntes y usuarios.
Dicho universo, le permite a Paez explorar recursos teatrales, mezclar las artes. Algunas escenas se nutren de la danza, otras del clown. A veces se mezclan las artes plásticas. Por momentos vemos un drama y una comedia clásica al mismo tiempo.
Todo puede pasar en un subte. Todo puede suceder en una obra sobre la gente del subte. La música marca el ritmo constante de los pasos, de las voces de estos protagonistas. Cada actor tiene varios momentos para lograr mostrarse y destacarse. El nivel interpretativo general es muy sólido. Todos los intérpretes son inclasificables. Pasan del stand up al clown, del monólogo a la interpretación coral. Los mejores momentos son aquellos en los que el grupo forma un solo protagonista, un reflejo único de la sociedad.
Paez aprovecha para hacer una sutil bajada de línea sobre el sistema ferroviario subterráneo. Podemos identificarnos con todos los inconvenientes que viven los personajes dentro del túnel: la paranoia y desesperación de cuando el subte se detiene, cuando hay caras sospechosas, cuando la persona de al lado está peleando con su cónyuge a tráves del celular.
Paez reflexiona acerca de la soledad del individuo, la influencia del Facebook y las tecnologías, la manera en la que las mismas intervienen en nuestros viajes incluso.
La obra adquiere velocidad gracias a que cada escena dura lo mismo que el viaje de una estación a otra o la de un recorrido rumbo al trabajo, regresando a la casa, o para encontrarse con la persona amada.
La iluminación ayuda a generar las atmósferas necesarias para que cada escena tenga su autonomía e independencia. El vestuario a cargo de Daniela Marioni, es otro factor fundamental para que cada actor logre diferenciar los diversos personajes que interpreta. Variedad de estilos, variedad de colores. La paleta de vestimenta es realmente extraordinaria.
Inteligente, contundente, divertida y reflexiva, Subte es una obra que seguramente, usted, yo y todos los porteños hemos vivido alguna vez.
Esta obra perteneciente al grupo de egresados de la escuela de teatro del “Espacio Scalabrini” se desarrolla en un escenario al nivel del piso muy amplio del Espacio Urbano. Las historias que veremos transcurren dentro del subte. Simples. Cotidianas.
El subte se convierte en un escenario, un circo, una varieté…allí, en medio del apretuje, podemos encontrarnos con un psicópata, una mujer golpeada, un turista, una mujer sola, un traumado, una historia de amor que nace, una historia de amor que muere, un joven homosexual abusado, un extranjero, una mujer obsesionada con la inseguridad con un discurso bien facho, una pareja que se separa y se vuelve a juntar, una mujer desequilibrada (muy buena la actuación de Juliana Miceli). Situaciones que hemos vivido o compartido con algún compañero de viaje. Podemos estar atentos y ser testigos activos o bien ser indiferentes. Eso depende de cómo se involucra cada uno, pero el viaje en Subte sin duda es mucho más jugoso que una novela.
Estas historias estarán también acompañadas de la música y la danza, en una aparición algo forzada de las jóvenes actrices luciendo sus cuerpos y habilidades en ésta otra área. Nos tocan de cerca y las actuaciones son muy convincentes. El vestuario elegido por Daniela Marioni para cada situación es muy atinado. Nos va dando la idea del personaje ciudadano que va a desarrollar la historia. Los sonidos que escuchamos son los que nos aturden cada vez que subimos al subte.
Los actores acompañan con un gran trabajo corporal y van mutando de personaje a medida q se cambian a un costado del espacio-escenario. Hay momentos de composición grupal y otros individuales. El ritmo de la obra es vertiginoso, intenso, dramático….al igual que un viaje en Subte.
Teatro: Espacio Urbano – Acevedo 460
Funciones: Domingos 21 Hs
Entrada: $50
Por Heliana Rofrano
