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CRÍTICAS

Te quiero, sos perfecto, cambiá

  

Te quiero, sos perfecto, cambiá

Dirección: Ricky Pashkus. Libro y letras de canciones: Joe Di Pietro. Diseño de vestuario: Pablo Battaglia. Diseño de luces: David Seldes. Diseño de escenografía: Facundo Lozano. Música: Jimmy Roberts. Dirección musical: Marcelo Macri. Músicos: Hernán Matorra y Valeria Matsuda. Producción general: Javier Faroni. Elenco: Diego Ramos, Natalia Lobo, Guillermo Fernández y Karina K. Prensa: Tommy Pashkus.

Las relaciones de pareja bajo la lupa de una  puesta ingeniosa

La actual cartelera de teatro comercial es exuberante en cuanto a las relaciones maritales.  La guerra de los Roses en el Teatro Maipo, y la presencia del realismo psicológico a través de la indeleble Un tranvía llamado Deseo, nos demuestran que la temática trasciende géneros.  Si consideramos el reciente estreno de Un amor de novela, comprobamos que la lista aumenta su territorio hacia poéticas menos globalizadas, pues se trata de una puesta que hace foco en el universo novelesco, territorio proteico para el público argentino. 

La vuelta de Te quiero, sos perfecto, cambiá (hablar de reposición tras su primera versión de 2005 resulta un tanto impreciso) amplía el horizonte.  Y lo primero para decir es que, más allá de los años, el brillante texto de Joe Di Pietro  no ha perdido ni una pizca de efectividad.  De modo “autoconciente”, al comienzo los personajes nos remiten a la génesis del hombre, espacio mítico en el que la división de los sexos fue gestando una serie de viñetas aún en vigencia.  Adán y Eva encarnados en cada pareja, que si antes se congraciaba con el género epistolar, hoy debate tensiones mediante los imprescindibles teléfonos celulares y demás espacios virtuales.

La versión recientemente estrenada en el Multiteatro, con dirección de Ricky Pashkus, está a la altura del texto.  Buenos Aires viene haciendo del musical un verdadero espacio nuclear dentro de las múltiples propuestas teatrales.  Hay puestas cuya conexión con el público viene dada por su espesor escenotécnico (El fantasma de la ópera), otras por su irreverencia (Avenida Q, ¡Mueva la patria!), otras por su mística clásica (Chicago).  Te quiero, sos perfecto, cambiá -conjeturamos- adscribe a un musical que bien podría denominarse “lúdico”.  Un ámbito en el que cierto espectador ve en escena sus propios vaivenes sentimentales, los reales y los imaginarios.  En esa transposición, inevitablemente, todo se transforma.  Y esto ocurre por obra y gracia del humor, capaz de enternecer lo revulsivo y enaltecer lo anecdótico.  Hacia allí va el formidable elenco integrado por Karina K, Guillermo Fernández, Natalia Lobo y Diego Ramos.  Un grupo actoral que emociona y entretiene.

La obra se compone, entonces, de muchas escenas en torno al vínculo amoroso (la primera cita, la vida sexual suspendida por los niños pequeños, la búsqueda de una pareja luego del divorcio, el casamiento, el amor en la tercera edad, y la lista sigue).  Es destacable la cohesión entre el drama propiamente dicho y el dispositivo escenográfico, minimalista y funcional, que posibilita que los actores hagan gala de su versatilidad.  Componen los diversos roles sin restarle vigor a la puesta.  Desde esta perspectiva, brilla Karina K, quien pasa de novia ingenua a madre posesiva o adolescente esperanzada a esposa insatisfecha con notable expresividad.  Diego Ramos da un salto sustancial en su carrera, mostrando mayor destreza vocal y habilidad en la comedia, más allá de su lugar como “galán” (que también aparece aquí).  Es importante señalar la multiplicidad de registros que los cuatro exploran.  Si bien la totalidad es convincente, hay algunas “joyitas”, como el tema que con delicada ternura interpreta Natalia Lobo en el rol de tenista enamorada, o el delicioso cuadro en el que Karina K y Guillermo Fernández componen a dos ancianos dispuestos a darse una segunda oportunidad en el terreno sentimental.

Párrafo aparte merece la música, con piano a cargo de Hernán Matorra y violín de Valeria Matsuda.  Si la partitura original de Jimmy Roberts no arroja un puñado de clásicos “para salir tarareando”, ofrece en cambio un selecto grupo de temas que -a tono con la propuesta argumental- abundan en ritmos repletos de gracia.  Tanto Matorra como Matsuda aportan una cuota de teatralidad a su oficio musical,  que el público sabrá agradecer.

En suma, Te quiero, sos perfecto, cambiá construye una mirada universal y amena (jamás complaciente) sobre el vínculo amoroso entre hombres y mujeres.  Una pieza profundamente contemporánea, dinámica, cuyos segmentos evocan la fascinación del teatro por las relaciones maritales.  Esta vez, en clave musical.

Teatro: Multiteatro 1283

Funciones: Miércoles a viernes a las 21, sábados a las 20 y 22:15, domingos a las 20

Entradas: 130 pesos

 

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