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CRÍTICAS - CINE

Tesis sobre un Homicidio, según Matías Orta

Hay actores que están por encima del resto de la película, al punto de que constituyen géneros cinematográficos propios. ¿Quién no escuchó frases como “Quiero ver la nueva de Tom Cruise” o “La nueva de Mel Gibson”? Pasa en el mundo, incluyendo en la Argentina. El nuevo género nacional es Ricardo Darín. Desde hace unos años que es El Actor Argentino (guste o no), principalmente en la pantalla grande. Una figura que con su sola presencia puede llevar público a las salas. Sus tics y frases, incluso en sus papeles más sombríos, pueden ser algo repetitivas, pero siguen pegando en la gente y ya son un clásico de la cultura popular nacional.

En Tesis sobre un Homicidio, Darín hace de Roberto Bermúdez, un abogado golpeado por la vida, que se la pasa bebiendo whisky y apenas se conforma con dar clases en la Facultad de Derecho. Pero su vida se pone más oscura cuando, cierta noche, una mujer aparece muerta en el estacionamiento de la institución. No pudiendo evitar su naturaleza como servidor de la justicia, se involucra en el caso. Comienza a armar un rompecabezas a base de pistas… y no tarda en encontrar a un potencial sospechoso: Gonzalo (Alberto Amman), uno de sus mejores alumnos de la clase de Derecho Penal y también hijo de un viejo colega. Un muchacho pulcro, de conducta ejemplar, pero Roberto se convence de que es el asesino. Y sabe cuál puede ser su próxima víctima: Laura (Calu Rivero), la hermana de la víctima. ¿Se tratará de un siniestro juego en el que Gonzalo dicta las reglas? Roberto deberá averiguarlo, a riesgo de perder su prestigio y la poca cordura que le queda.

A lo largo de la película, Roberto va hilando pistas y se acerca a Laura, al tiempo que ella se involucra con Gonzalo y comienza a adoptar características físicas de su hermana muerta, como el corte de pelo, al estilo de Kim Novak en Vertigo. Una vez más, Darín es quien más se luce. De hecho, se nota que hizo el papel de taquito. Roberto tiene bastante en común con Benjamín Espósito, el protagonista de El Secreto de sus Ojos: la obsesión por resolver un crimen, el amargo sentido del humor, el corazón roto… Pero esta vez, las investigaciones del personaje resultan tediosas y no genera la misma empatía que el plasmado por Campanella. El resto del elenco está varios escalones abajo, salvo Alberto Amman, quien compone un personaje tan educado como misterioso y provoca tensión con el personaje de Darín.

El director Hernán Goldfrid venía de hacer Música en Espera, comedia romántica que se convirtió en una inesperada sorpresa, y que también estaba construida a base de engaños, sospechas y suspenso, especialmente cuando corre peligro de saberse la farsa craneada por el personaje de Natalia Oreiro. Aquí vuelve a reunirse con el guionista Patricio Vega para adaptar la premiada novela de Diego Paszkowski. Pero los recursos del suspenso ahora no funcionan y la película se vuelve monótona. Para peor, cuando la historia adquiere la garra que estaba necesitando, termina de manera abrupta, con un claro homenaje a un clásico del cine mundial (nombrarlo sería incurrir en un potencial spoiler). Ojalá que Goldfrid tenga mejor suerte en su próxima película, ya que se nota que sabe bastante. Tesis sobre un Homicidio pintaba para ser mucho más, un thriller intimista pero también vibrante, y no sólo “la nueva de Darín”.

calificacion_2

Por Matías Orta

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