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CRÍTICAS

Un museo. Poca historia

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Un museo. Poca historia

Dirección: Martín Mir. Fotografía: Diego Rojas. Asistencia de dirección: Verónica Miramontes. Coordinación artística: Eugenio Soto. Elenco: Carolina Fernández KostoffMarina NicolaMaite Ovejero QuinterosAldana Pellicani. Prensa: Carolina Alfonso. 

Es una creación colectiva del joven grupo Micacarú, que según información del mismo, surge como continuación del trabajo final de 4to. año del Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA). A la luz de los resultados podemos decir que han tenido un acertado comienzo, con los habituales vicios del primer trabajo en común, pero con buena perspectiva hacia objetivos futuros.

La obra plantea un único espacio: el garaje de una municipalidad de un pequeño pueblo desconocido en el que, por orden del intendente se montará el museo del ignoto General Bocayuva. Así como no se ofrece ningún dato concreto sobre la ubicación temporal, el resto de las referencias también son entre mínimas y ambiguas (nombres con cierto grado de referencialidad cuando los hay, como el mencionado Bocayuva, nombre que ésta cronista sólo le remite al periodista, escritor y político brasileño.)

Cuatro empleadas municipales afectadas al montaje del museo, protagonizan un tedioso transcurrir en el que saldrán a la luz diferencias, miserias, secretos y verdades. Entre ellas existe un claro grado de jerarquía, Rebeca es la jefa, Luisa, Asunción y Catalina subalternas pero que comparten su miserabilidad.

Martín Mir, director debutante, pone en juego múltiples recursos para recrear el museo en construcción y poner en relación a las protagonistas, quienes se desempeñan entre pequeños gags muy efectivos y conversaciones signadas por la parodia y el absurdo. Cada mujer posee pequeñas particularidades que la definen y que son correctamente encarnadas por las actrices; entre ellas sobresale el trabajo de Carolina Fernández Kostoff (Luisa) no sólo por el desempeño sino porque pareciera que su papel ha tenido mayor definición (prehistoria, modo de accionar, vocabulario, mirada); por el contrario, enrarecen ciertos aspectos de Marina Nicola (Rebeca) que evidencia desde la dramaturgia, una falta de definición de un rol que mezcla actitudes de madre, jefa y maestra.

En cuanto a la puesta en escena, la ausencia de cambios de luz sorprende (sólo un breve apagón cerca del final) pero concuerda con la propuesta y aporta al clima de abandono que tiene no sólo el lugar sino los seres que lo ocupan. En este punto merece mencionarse la lograda y violenta escena final que es resuelta desde la dramaturgia de modo más que inteligente, desde la acción tal vez  necesitaría más decisión y seguridad de parte de la Maite Ovejero Quinteros (Catalina).

Un museo. Poca historia. Se propone hablar nuestra cultura e identidad, a través de una oscura comicidad, evidenciando en cada personaje el fanatismo religioso, la xenofobia, la soledad, la conveniencia, el silencio. Con momentos de mayor y menor altura y aunque a veces sea tentada por lugares comunes, lo logra marcando un buen comienzo para el grupo Micacarú.

Sala: Espacio Machado. Festival Escena.

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