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Vamps

Vamps

Vamps (EE.UU, 2012)

Dirección: Amy Heckerling.  Guión: Amy Heckerling.  Producción: Lauren Versel, Molly Hassell, Stuart Cornfeld, Maria Teresa Arida, Adam Brightman.  Elenco: Alicia Silverstone, Krysten Ritter, Larry Wilmore.   Duración: 92 minutos.

La directora de  Un Novio para mi Madre y Ni idea, vuelve a trabajar con Alicia Silverstone en Vamps, un chick flick que cuenta la historia de dos amigas vampiras, Goody y Stacy. Las noctámbulas salen a romper la noche neoyorkina y toman la sangre de las ratas con una pajita.

Lo interesante de la película es que comienza llena de ideas, como las reuniones de alcohólicos anónimos para vampiros y que una de las chicas tenga pósters en su ataúd. Los diálogos son muy veloces, lo que le da ritmo al film, así como también la simpática secuencia inicial donde la protagonista nos cuenta cómo se convirtió en vampira y qué era lo especial de cada década que vivió. Eso es lo más atractivo del film, que  está cargado de nostalgia. El vampirismo estuvo ligado al cine desde sus comienzos en la etapa muda, y Goody añora las películas mudas -como Nosferatu de Murnau- y en blanco y negro, se viste con prendas de los años 50 y 70, y cuando va a un videoclub y le pregunta al vendedor por una película con James Cagney, éste le responde eufórico: “¿James Cameron?”.  Esa melancolía me recordó a la que padecía el personaje de Owen Wilson en Medianoche en París, pero sin haberla vivido.

A Goody le resulta muy difícil, después de casi dos siglos de vida, adaptarse al presente, a los constantes cambios tecnológicos: en una escena, Stacy le muestra el nuevo mini iPod que no sirve para hacer llamadas, entonces Goody se indigna por la inutilidad de los aparatos que reemplazan a los anteriores y ni siquiera tienen otro propósito u agregado con respecto a estos. Está claro que el vampiro es el inadaptado al paso del tiempo, reticente al presente. Su apego a épocas pasadas es lo que le impide a Goody actualizarse.  Por eso, la escena final en Time Square, donde se unen todos los pasados y el presente frente a la mirada de la protagonista, resulta muy emotiva. Pero a diferencia del escritor que interpretó Owen Wilson, el arraigo de Goody al pasado es tan fuerte, que directamente le impide sobrevivir en la actualidad.

Esto no es Crepúsculo. Vamps se aleja de esa línea de películas para adolescentes por su cinefilia y porque no le interesa retratar la típica historia de amor adolescente entre vampiros. Heckerling se ríe del género y juega con sus códigos y clichés como el hecho de que Stacy se enamore del hijo del Dr Van Helsing o la escena de la conversión de la mujer de Danny.  La dirección es un poco plana y televisiva, pero conserva esa simpatía que nos generaba  Ni Idea. Si bien en la segunda mitad del film,  todo lo que nos resultaba ingenioso y divertido se automatiza y pierde un poco de ritmo, los actores mantienen la película en pie. Vale la pena ver al elenco de veteranos como Wallace Shawn, Richard Lewis, Malcom McDowell y Sigourney Weaver jugando con las posibilidades de la comedia.

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