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CRÍTICAS - CINE

Wolverine: Inmortal, según Elena Marina D’Aquila

Wolverine: la jubilación.

Wolverine retoma a Hugh Jackman y su cuerpo de adamantio luego de X Men: La Batalla Final, para situar la acción en Japón. Traumatizado a lo Tony Stark luego del incidente del portal de Nueva York, Logan tampoco puede dormir. Tiene pesadillas con Jean, y su pasado lo persigue mientras trata de encontrar la forma de seguir viviendo después de la muerte de casi todos los X Men. En esta entrega, nos encontramos por primera vez con el personaje en un estado vulnerable, y con una película más centrada en su lucha interna con su condición de inmortal, que en la acción, dejando al descubierto las costuras y los baches de guión. En este sentido, es una película decepcionante porque nunca pasa lo que uno podría esperar a nivel relato.

Las escenas de acción quedan en segundo plano y funcionan a modo de pequeños aperitivos, excepto la del tren que actúa como un shot de cafeína sobre el espectador somnoliento. Lo que resulta sorpresivo es que un tanque de acción trabaje con tonos menores y encima desaproveche algo tan básico como la esperada escena de sexo. Cuando está por consumarse la creciente, -aunque pobretona-, tensión entre Logan y Mariko -previo al beso más soso de la historia del cine- hay un corte y lo que sigue es un plano de ellos durmiendo. Algo un tanto extraño en una película que no debería llegar a ese nivel de timidez en mostrar algo de carne. Todo esto, sacando que entre ellos no hay ni la menor estática.

Pero en cuanto a mostrar, lo que realmente se guarda esta entrega, es la acción, la agilidad narrativa. Todo ese potencial es explotado en el comienzo con la bomba de Nagasaki y luego se estanca entre giros que bordean el ridículo y escenas demasiado extensas, pero lo que es peor, sin importancia. Ningún punto de ese plan siniestro en el que el protagonista queda involucrado, nos interesa. El argumento da la sensación de ser totalmente innecesario. Podría ser un buen videojuego en donde Logan se enfrenta a ninjas, a yakuzas, a un samurái-androide-gigante de adamantio y eso le permite habilitar nuevos escenarios. Pero como película, y al igual que Logan, pierde sus poderes sobre el espectador. Incluso deja conflictos sin resolver, como el bicho que la villana mezcla de Reptile del Mortal Kombat con Hiedra Venenosa le inyecta –vaya uno a saber cómo- en el cuello a la “princesa”. Sí, la verosimilitud ya se fue al pasto hace rato.

Hay que tener en cuenta que Wolverine es un personaje que Hugh Jackman viene interpretando hace más de diez años y que deja a la vista que ya no tiene ganas de embarcarse en una nueva aventura. Por más que el actor se mantenga en el mejor de los estados, se nota el cansancio del personaje, y en él se ve reflejado el de los estudios por crear algo interesante. Por lo tanto, Wolverine: Inmortal es una película de acción que no puede seguirle el ritmo a una película de acción.

calificacion_2

Por Elena Marina D’Aquila

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