A Sala Llena

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CRÍTICAS

Woyzeck

 

Woyzeck

Adaptación y Dirección: Gonzalo Facundo López. Texto: Georg Büchner. Escenografía y Vestuario: Julia Pérez Aguilar. Música y Diseño Sonoro: Fabián Kesler y Esteban Insinger. Diseño de Luces: Héctor Zanollo. Elenco: Exequiel Abreu, Paola Cappellari, Celina Contin, Mariano Karamanian, Ariel Mele, Alejandra Mikulan, Paloma Santos y María Viau. Prensa: Andrea Feiguin.

Más Cerca de Lang que de Herzog

Nada es más dificil para un crítico que tener que escribir sobre la obra de una persona allegada. En este caso, se trata de Gonzalo Facundo López, crítico de A Sala Llena. Al igual que Mariana Rodrigo, Gonzalo también es actor, dramaturgo y realizador. Por lo tanto ¿como se puede criticar al crítico cuando traspasa la butaca y se pone en el lado del artista? Este planteo también me lo hice cuando fui a ver a Mariana. Con ella no fue fácil, su unipersonal es tremendo, dificil de analizar superficialmente. Y por suerte, Gonzalo me pone nuevamente en una posición incómoda. ¿A que me refiero? A que yo juzgo que lo interesante, al menos en el Teatro, pasa por aquellos más jugado, menos expuesto, más incondicional al gusto seguro.

Sí, es fácil darle una buena reseña a una obra como Un Tranvía Llamado Deseo. Son relojes suizos, cada pieza está mil veces probadas. Uno sabe de antemano que va a funcionar. Lo mismo con todos los musicales de la calle Corrientes. Aquello que funciona una, dos, tres, diez veces… va a funcionar una onceava.

Pero con el teatro off, under, donde muchas veces el grupo artístico está conformado por gente joven, talentosa, ebulleciente de nuevas ideas, pero con poca experiencia frente a un público real, el riesgo es más grande. Por lo tanto ¿a que me iba a atener frente a esta adaptación de una de las obras más importantes de la literatura germana?

Woyzeck fue escrita en 1837 por Büchner, fallecido a los 24 años. De hecho, esta fue su última obra, su testamento inacabado. Cuesta creer que semejante manifiesto de la locura estuviese escrita por alguien tan joven. Pero tomemos en cuenta que no se trata de un fenómeno del siglo XIX. A finales del siglo XX, la joven Sarah Kane, se suicida a los 27, dejando tras de sí, las más trascentales obras que dio el Reino Unido en los últimos 30 años.

Por lo tanto, Woyzeck es una obra joven que necesitaba de una mirada joven, astuta, revolucionaria. Y nutriéndose de los modelos artísticos de principios del siglo XX como el expresionismo alemán y constructivismo, Gonzalo le aporta a la obra de Búchner un estilo particular, impactante, efectista y pretencioso en los buenos sentidos de la palabra, osado, y sobretodo, generando una incomodidad y malestar, muy cercana a la que el autor pretendía manifestar en 1837.

El protagonista, Woyzeck, es un soldado raso del pelotón de fusilamiento, cuya vida es manipulada, manejada en forma histérica por su capitán, su médico y su mujer. Estas tres figuras, torturan constantemente a Woyzeck psiclógica y físicamente. Cada movimiento, cada acción de la vida cotidiana son controlados. En este sentido parece no haber diferencias entre el entorno del protagonista y el Gran Hermano de 1984. El problema surge cuando el hombre se cansa, decide salir de la burocrasia y explotar como si fuese el protagonista de una obra de Kafka.

Büchner fue un visionario, un adelantado y por eso, el texto es tan contemporáneo. De hecho, si uno mira la película de Werner Herzog (1979) que la sitúa en 1837, con un tono más naturalista y la compara con esta mirada más cercana al ojo de Fritz Lang, se podría decir que se comprenden mejor algunos aspectos de la idiosincracia alemana de la primeras tres décadas del siglo pasado, contextualizando, como sucedía en el film La Cinta Blanca, como ciertos comportamientos totalitarios, originaron el nazismo.

En Woyzeck, la obra, ya se ven algunos aspectos que Lang o Chaplin criticaban de los gobiernos nacionalistas en Metrópolis o Tiempos Modernos. Esta relación entre la mecanización, industrialización del individuo, y la necesidad de rebelarse, aún cuando esto signifique descubrir en el interior de su ser, los instintos más salvajes y naturales: el odio, los celos, las sospechas, la venganza.

No voy a desmentir que a través de esta versión, me parece haber entendido mejor la obra original. Y mucho se debe a la estética elegida por López.

Visualmente es atractiva y sofisticada. El individuo es desechable, y los comportamientos intercambiables. Todos somos víctimas de la industrialización es la moraleja de este encuentro.

La inserción de un video, de un coro que canta en alemán, de un vestuario sugestivo y a la vez retrofuturista. Una puesta en escena meticulosa y geométricamente perfecta, donde lo único que no es perfecto es Woyzeck, el personaje en sí. Un hombre sucio entre tanta pulcritud. Molesta tanto perfeccionismo, tan poco lugar a lo espontáneo. Tanta coreografía mecanizada. Pero esa es la idea justamente. Esa es la intención.

La esencia de la obra está. Mariano Karamanian se destaca en su protagónico, profundo, enérgicamente desgastante, así como ese maquiavélico dúo conformado por Abreu y Mele. Todo el elenco femenino conforma un grotesco bellamente grotesco y sólido a nivel interpretativo.

La obra no se pasa rápido y cuando el director deja tomar un poco de aire al protagonista, para que los secundarios pasen al primer plano, el ritmo decae. No por lo que los actores generan, sino porque la potencia del protagonista está siempre tan arriba, que un respiro para el mismo, significa uno para el espectador.

Más allá de eso, esta puesta de Woyzeck reboza en originalidad y frescura. Se disfruta, aún cuando eso significa, tener que sufrir un poco. ¿Pero donde está escrito que ver Teatro, debe ser algo fácil?

Teatro: Del Borde – Chile 630

Funciones: Sábados: 23:15 Hs 

Entrada: $50 y $30

 

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