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CRÍTICAS

XX Festival Santiago a Mil de Chile: La Pena de los Ogros

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La Pena de los Ogros (Bélgica)

Texto y puesta en escena: Fabrice Murgia, Artara. Producción: Théâtre National de la Communauté Française de Belgique.Escenografía: Françoise Lefebvre. Vestuarios: Marie-Hèlène Balau. Creación de video: Jean François Ravagnan. Música y universo sonoro: Maxime Glaude.  Elenco: Emilie Hermans, Anthony Foladore y Laura Sépul.  Teatro: GAM.

Esta obra habla sobre la angustia adolescente, tan habitualmente menospreciada calificada de superficial. El texto de la autora belga, en concordancia con la renovación que viene haciendo este país en las artes escénicas, toma dos historias diferentes que enlaza para contar un sentir común, dificil para todos, ése encargado de la dura tarea de enterrar nuestra infancia.

En 2006, dos horribles sucesos protagonizados por adolescentes de 18 años, fueron noticia en la sección policiales de todos los diarios francófonos, dejando a los lectores y la sociedad toda con una sensación de que había algo que “no estaba bien”, de que había algo que “no se entendía”. Bastian Bosse de 18 años, vuelve a su antigua secundaria y saca un arma con la que dispara hacia sus compañeros antes de hacerlo contra sí mismo. Y Natascha Kampusch escapa del hombre que la había secuestrado diez años antes, terminando en grave estado en un hospital. El había anunciado lo que haría por internet y el caso de ella es objeto de una gran mediatización.

Explorando el blog personal de Bastian y las entrevistas de Natascha, tomando varios elementos de ellos, Fabrice Murgia dramaturgea oníricamente el contenido de los “breves” de los periódicos, ampliando con creces lo que en ellos “no se entiende”.  Con una escritura que parece conocer de qué habla, utiliza las herramientas de la ficción para recrear la energía sin rumbo feliz, la oscura ira que demanda amor, la falta de comprensión de los otros hacia ellos y el desconcierto desolador que sufre esta generación.

Debido a la habitual forma de comunicación de los adolescentes hoy y debido a los archivos de los que proviene la información, la obra se encuentra muy relacionada con las nuevas tecnologías. Porque además, estos testimonios son el intento de estos adolescentes de huir a un imaginario que les permita ser libres, expresarse y ser escuchados. A estos efectos las redes sociales, las cámaras web o los blogs, les proporcionan una gran puerta al mundo que sueñan, y que necesitan. Es una puerta que tienen muy a mano en sus casas, la misma que a través de escondites físicos utilizábamos de niños los que hoy somos adultos, para irnos a otra parte. La diferencia es que a través de nuestras puertas había mundos irreales cuyas reglas y valores eran instaurados por nosotros, como “en el país de las maravillas”, mientras que a través de las que los adolescentes utilizan hoy para escapar de un mundo que les es cruel, no hay otra cosa que ese mundo cruel.

Mundo que por otro lado es virtual, mechado con películas, noticias extrañas o nuevos juegos de internet, lo que puede llevar al adolescente a una gran confusión de contenidos y valores. Es así que Laetitia “sueña” que aun esta en su rapto y pide ayuda al mundo, cuando se encuentra en la cama de un hospital al lado de su madre.

A pesar de poder haber sido su pecado, la puesta en escena no se excede en el uso de las nuevas tecnologías. La escenografía es una sóla, un único espacio que bien calado por la masa media permitirá ver otros. En la pared del fondo del espacio escénico hay dos grandes ventanas bajas, dos cuadrados recubiertos con vidrio. Allí, hacia el interior están las guaridas de Bastian y Laetitia. Bastian en su habitación y Laetitia en su supuesto cautiverio, pero ambos cautivos. Ambos se dirigirán a un público que sienten que los escucha, que los contiene de alguna manera. Bastian dice necesitar escribir mucho para dejar registro. Laetitia pide ayuda a la audiencia traves de su cámara web. Cuando le hablan al público sus rostros serán proyectados en toda la pared de arriba de las ventanas, en una coloratura en blanco y negro, y la escena general será de un azul profundo con la intanción de llevar a la audiencia a un clima onírico.

Ellos le hablan a un supuesto público, pero quien les responde y es realmente su interlocutora, se trata de una adolescente con vestuario blanco de niña, cuyo diseño lleva la inocencia al paroxismo, ayudado por la actriz mediante sus movimientos y una hamaca en la que se mece, que cuelga de parrilla. Ella es la infancia que deben aniquilar. Pero es a su vez la infancia que no quieren dejar, si bien para ser como ella, hay que saber comportarse. Ella es “una niña bien”, como Alicia, que sabe acatar las reglas de la sociedad. Ella lleva la voz de Bastián y Leticia al mundo, es ella la única que los entiende, pero también es ella quien los reta. Ella es tanto su voz que nadie escucha como la de la conciencia del colectivo social. Así la niña de blanco será a veces la madre de Leticia que le grita y los padres ausentes de Bastián o sus compañeros que nunca lo entendieron. Ella es la contradicción de sus vidas, la batalla entre la adultez y la infancia. Y es la “niña bien” que ellos no son, porque ellos son “ogros”.

La pena de los ogros es la desesperación de los que suplican ayuda sin que la sociedad pueda escucharlos. Una sociedad que ignora sueños, es una sociedad que es suceptible a los ogros, porque los sueños existen, como los cuentos. Y todo el mundo sabe que en los cuentos hay ogros. Y los ogros con mucha tristeza son peligrosos.

Destacan las tres actuaciones, enérgicas, profundas, sufridas, arrebatadas y por otro lado precisas para cada personaje.

La pena de los ogros cuenta un día en que los niños dejan de ser niños. En algunos la resistencia a matar a la infancia es mayor. O podríamos decir que deciden morir con ella.

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