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CRÍTICAS - CINE

El Incendio

(Argentina, 2015)

Dirección: Juan Schnitman. Guión: Agustina Liendo. Elenco: Pilar Gamboa, Juan Barberini, Luciano Suardi, Martín Tchira, Roberto Cowal, Edgardo Castro. Producción: Bárbara Francisco, Fernando Brom y Diego Dubcovsky. Distribuidora: Obra Cine. Duración: 95 minutos.

El amor en los tiempos del discurso capitalista.

Uno de los cuestionamientos más recurrentes que se le hizo a la taquillera y multipremiada Relatos Salvajes es que no era un largo sino seis cortos, que sería imposible mantener la tensión de algunas de esas historias en un largometraje. Pero Juan Schnitman demuestra que esto sí es posible, y hasta superador. El Incendio es el claro ejemplo que un relato de una hora y media te puede mantener en vilo en todo momento, sin decaer ni mostrar ningún tipo de falencia narrativa.

Juan y Lucía están a punto de cumplir con unos de los ideales sociales más valorados y difíciles de alcanzar: comprar la casa propia. Frente a esta situación que es de pura celebración, no podían darse cuenta que la pareja estaba atravesando una profunda crisis. Las 24 horas previas a la firma de la escritura son las que se desarrollan en el film y cómo un hecho que implicaría felicidad es el detonante para que la bomba explote y todo se prenda fuego metafóricamente. Las discusiones comienzan a propagarse cual virus, cualquier asunto trivial o aparentemente insignificante funciona para que la guerra entre estos dos jóvenes se declare. El mal entendido está a la orden del día. Juan es irascible; Lucía, cuestionadora. Estos rasgos se van potenciando y retroalimentando; la historia adquiere un nivel de tensión que nos deja sin respiro.

Cada escena, cada diálogo, cada plano no tienen desperdicio. Las discusiones se tornan desesperantes y la descarga ante tanta impotencia que se van generando el uno al otro es por medio de la vía del impulso. No hay manera de eludir la identificación con estas situaciones, excepto si se es muy negador. La empatía es absoluta gracias al realismo y la verosimilitud del relato. Una historia que estaba destinada a la media naranja pero que no hace más que transmitir el desencuentro inevitable que deja en agonía fulminante al amor.

El eje en cuestión transita alrededor del dinero, ese objeto erotizado que más de las veces pone al amor y al deseo en un nivel de excitación piromaníaca que los deja en jaque. El cortocircuito no se reduce solo a la vida en pareja, la violencia se extiende a la sociedad toda y los ámbitos laborales son propicios para la agresión, el odio y la paranoia. Este nivel de tensión in crescendo es sostenido, no solo por un firme guión que puede narrar con un timing preciso los conflictos que se van desencadenando, sino también por las sólidas interpretaciones de sus protagonistas Pilar Gamboa y Juan Barberini, quienes soportan con su cuerpo el callejón sin salida en el cual se van conduciendo sus personajes.

El Incendio mantiene el ritmo desde el primer minuto, jamás decae, refleja la violencia a la que estamos expuestos desde un ideal social que nos impone ser felices y productivos. Una obra inteligente, psicológica y arrolladora, estructurada con una aparente simpleza pero que despliega en sus capas internas una honestidad brutal inquietante. Quizás estemos ante la presencia de una de las mejores ficciones nacionales de los últimos tiempos.

calificacion_5

Por Emiliano Román

 

La ruptura de los lazos sociales.

El tercer largometraje del director Juan Schnitman, basado en un guión de Agustina Liendo, es una película sobre la violencia contenida en nuestra sociedad a partir de la ruptura de distintos lazos sociales que conformaban nuestra idea de comunidad. La tragedia es escenificada a partir de la relación de Lucía (Pilar Gamboa) y Marcelo (Juan Barberini) una joven pareja a punto de mudarse. Con todas sus pertenencias embaladas, esperando impacientemente para firmar la escritura y pagar por la compra de un departamento cerca de donde viven actualmente, deben confrontar el ideal de pareja feliz a punto de cumplir el sueño de clase media de la casa propia asumiendo los costos económicos y anímicos que la situación traumática deja en la psique y el bolsillo.

Lo interesante de la propuesta es la extraordinaria simpleza de una historia que ocurre todos los días en una transacción ordinaria entre partes. En una tensión permanente que saca de quicio al espectador, todo comienza cuando la pareja debe ir al centro a retirar los dólares que necesitan para realizar el pago, con todos los peligros y la paranoia de un robo que eso genera. A esto se le suma la combinación de la flexibilización laboral y la falta de políticas para el acceso a la compra de una vivienda. Sin un trabajo estable -el concepto mismo de trabajo estable ya no existe, al menos en Argentina- es imposible solicitar un crédito y a su vez las condiciones para aplicar a un crédito son usualmente demasiado restrictivas. Dadas estas particularidades, los padres de Lucía le proveen la mayor parte del dinero necesario para la operación, lo cual genera una molestia en el novio. A este combo hay que agregarle que Marcelo es docente en un colegio en un barrio humilde y maltrató sin intención a un alumno problemático con una madre histérica.

El incendio se desata a partir de condiciones aparentemente triviales y rutinarias, donde el combustible social que emana de la violencia de la convivencia contemporánea recibe la chispa de cualquier situación mínimamente irascible por parte de uno o ambos. La combinación de amor, odio, atracción y resentimiento dan como resultado una explosión de violencia contenida desgarradora que deja secuelas psíquicas.

La violencia que se palpita hoy en día en el transporte público, en la tensión de los conductores de automóviles, en las faltas de respeto constantes, en las provocaciones sin sentido debidas al frenesí de la vida moderna, a la hiperconectividad y a falta de mediaciones entre nuestra vida y nuestra visión del mundo construida por las corporaciones con el fin de consumir en un círculo interminable de estímulos publicitarios, vivimos en permanente tensión, sin posibilidad de detenernos un solo segundo para reflexionar, pensar y sentir; son parte del contexto de esta pareja que vive alrededor de la misma sin poder evadirse, ya contaminada y educada en ese lenguaje.

Con fenomenales actuaciones de Pilar Gamboa y Juan Barberini y una gran labor de dirección de Juan Schnitman, El Incendio construye a partir de un gran guión una tensión que asciende como la punta de un iceberg para destruir todo a su paso. La trama pone en tensión a través de la excusa de la mudanza toda la relación de la pareja y las estructuras mismas de la noción de comunidad para diagnosticar la gravedad de la ruptura de todos los lazos sociales y su mutación en relaciones violentas nocivas sin dejar ni un segundo que el espectador respire. La violencia somos nosotros y no podemos evadirnos del estilo de vida pernicioso que estamos creando.

calificacion_5

Por Martín Chiavarino

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