A Sala Llena

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CRÍTICAS - SERIES

22/11/63, recap. segundo episodio: The Kill Floor

Este segundo episodio transcurre en las vísperas de Halloween, entre las hojas marchitas, los preparativos y la muerte esperando en la esquina para asustar a todo transeúnte desprevenido. ¿Truco o trato? En esta oportunidad, Jake Epping no está preocupado en el ambicioso plan de evitar la muerte de Kennedy, sino que persigue un acontecimiento inminente,  mucho más cercano y mundano: esa misma noche la familia de Harry, su tímido estudiante del futuro, morirá en manos del patriarca; a menos que Jake pueda evitarlo.

El contexto no podría ser más significativo. La Noche de Brujas simboliza las segundas oportunidades, la venganza, el momento ideal para exorcizar el pasado, y al mismo tiempo, su festejo incluye como elemento principal al disfraz, jugar a ser otro. ¿Y qué es acaso lo que Jake está haciendo sino metiéndose en la piel de un fantasma?

Pensando en el crecimiento del capítulo, entramos en clima cuando somos testigos de la triste historia personal de Harry; lo vemos en el bosque, al lado de un lago que remite al de Cuenta Conmigo, siendo abusado por un grupo de niños de su edad, bullies, que lo sentencian a esa vida de outcast que lo persigue hasta el fin de sus días. Lo vemos caminar de vuelta al pueblo con una actitud de resignación de quien padece lo cotidiano y no espera que las cosas cambien, que las fichas se vuelquen a su favor. Harry entra a un negocio donde el dependiente resulta ser su cómplice y le tiene guardado un par extra de pantalones porque claro, los malos no sólo te pegan, también te humillan quitándote la ropa.

Acá es donde Jake tiene su primer encuentro con Harry niño. Lo ve a través de una batea de comics, la inocencia enmarcada entre la idea de justicia. ¿Será acaso Jake el héroe que salve a Harry? No hay que olvidar que el pasado no desea ser cambiado.

Además de Halloween, las calles respiran aire de elecciones. Los colores de la bandera norteamericana conviven con las calabazas y los hombres con gomina. El movimiento del pueblo es todo lo contrario a tranquilo y eso hace que el viajero del tiempo pueda pasar desapercibido con facilidad. Lo que no se puede esconder es un olor nauseabundo que recorre las calles a la par de la gente. Uno lo atribuye a la fábrica del lugar, pero parece haber otra explicación mucho más trascendente. ¿Es Holden una entidad en busca de su propia supervivencia? Impregnarse de un aroma expulsivo para mantener fuera a los forasteros y crear una especie de domo. El mal contenido. ¿Es Holden protegiéndose a sí mismo o el mundo protegiéndose de Holden?

Recordemos que Jake está recién llegado al pueblo, y en su afán de encontrar un sitio para asentarse, llega a un hostel tranquilo a primera vista, atendido por una pareja de ancianos. La perlita del capítulo es que la dueña del hotel es Annette O’Toole, la actriz que interpreta la versión adulta de Beverly Marsh en la miniserie de IT. Después de celebrar la referencia, tenemos que aceptar el presente: la mujer ahora interpreta a un personaje bastante incómodo y algo macabro. Desde el principio retoma uno de los leiv motiv de la serie: acá hay reglas. Hay reglas para los viajes en el tiempo, reglas para lidiar con la corporeidad del pasado y reglas para quedarse a dormir en una casa ajena. Jake no está a su propia voluntad, no está en su terreno y hay un alquiler para pagar. La religión se hace muy presente y contrasta con el próximo destino del protagonista, el bar de la zona.

En la oscuridad, entre el humo y la música, Jake pregunta por Frank, el padre de Harry, el futuro asesino, su centro de atención. Un movimiento no muy inteligente para alguien que se supone knows better.

Llegan los trabajadores de la fábrica, llega el olor insoportable, lo que no está bien y todos callan. Llega Frank, interpretado por un atemorizante Josh Duhamel, y enseguida se dirige a Jake. Frank es la versión adulta de los nenes que atormentan a Harry y ni bien se entera que un flacucho con cara de no ser vecino lo busca, no pierde su tiempo en averiguar qué se trae entre manos.

El padre de Harry personifica toda la idea de peligro que ronda Holden. La apariencia correcta como engaño para luego ser acorralado, engullido por la bestia; atrapado en las redes invisibles del tiempo incluso. Todo parece ser una trampa para osos. Jake es invitado al matadero donde Frank creció. Las moscas se apelmazan en la oscuridad, se funden con las sombras, inundan con su zumbido que retumba entre el metal de los corrales. Todavía Jake no es avisado de las intenciones de su depredador, no está al tanto de que Frank tiene la capacidad de olfatear sus segundas intenciones.

Temprano en el bar, Jake, víctima del alcohol, recita un poema de James Agee, abriendo aún más la brecha entre él y Frank; “¿Qué se supone que haga en este pueblo?”, pregunta aparentando entender sobre lo que Jake habla. Las diferencias de clases sociales, el resentimiento de quien crea la ilusión de superioridad puede jugarle una mala pasada a quien no sabe controlar sus nervios.

De vuelta en el matadero, Frank sí se siente en su terreno. Todo lo contrario al invitado que no logra disimular su incomodidad pero sabe que no le queda otra, aceptar su miedo es perder toda chance de enfrentar a su enemigo y uno no viaja 50 años en el tiempo para volver con las manos vacías. Frank, como quien invita a pelear a un hombre cansado, reta a Jake a matar a una vaca. Probá que sos un hombre que está luchando en la tierra, no un poeta acomodado; la devolución de aquel poema en el bar. Right between the eyes, Jakey boy, arenga Frank y ahí es donde Jake Epping traza el límite y sabe que por más disfraz que se ponga, uno no puede cambiar su corazón.

A partir de acá es donde la cosa se pone seria. La vaca recibe un golpe en manos del padre de Harry y la muerte deja de ser una idea para convertirse en un hecho.

Jake vuelve al hostel donde lo espera el matrimonio anfitrión. Si bien hay un extraño, la dinámica de la pareja no parece notarlo. Cenan los tres frente al televisor, en mesas individuales, sin hablar ni comentar lo que se mira. Si tenemos en cuenta a los padres de Harry, los dueños del hotel y el propio Jake, los matrimonios no son la apuesta más segura. Parecen estar condenados al fracaso.

El hombre de la pareja recuerda a un personaje salido de un cuento de Salinger. Las heridas emocionales de la guerra, la culpa, los recuerdos que no dejan dormir por las noches. Le cuenta a Jake que mató un hombre, que lo condecoraron por eso; a veces la gente tiene que hacer terribles cosas para hacer del mundo un lugar mejor. Y Jake, que de matar no sabe nada, está a punto de averiguarlo.

La antesala al horror se despliega en la carnicería de Frank. De nuevo, la carne, la sangre, la muerte, falta de lo espiritual, lo sagrado. El encuentro se da luego de que Jake visite la casa de Harry para convencer a Doris, la mamá, de realizar un viaje todo pago lejos de ahí. Quizás si sobrevive a la noche de Halloween sobreviva definitivamente. No hay casualidad en Holden y las intenciones de Frank son, una vez más, hacer que Jake entienda que acá hay reglas, que son ellas quienes mantienen el mundo funcionando y que cuando se rompen, se paga un precio. Doris aparece detrás del mostrador, golpeada y con los ojos tan grandes como los círculos que se forman cuando la piedra quiebra la tranquilidad del lago.

La advertencia está hecha, el pasado no quiere ser cambiado y en esos momentos, el pasado es Frank Dunning dispuesto a todo.

El final del capítulo es una secuencia de montaje aterradora. Llegó la antesala de la noche, las luces se fueron apagando y en la casa de los Dunning se preparan para salir a pedir dulces. Jake se encuentra afuera observando, como un Michael Myers bueno, uno que salva o por lo menos lo intenta. Repasa las acciones en el poema de Harry, qué hace cada uno de los miembros, no puede verlos pero sus ojos es esa especie de mapa que su alumno escribió mucho años después en una clase de la escuela para adultos.

El futuro quizás sí quiera ser cambiado.

Jake es sorprendido por un adolescente que lo increpa titubeante. “¿Qué hacés espiando la casa de los Dunning?”. El reloj sigue su curso. Acá nos enteramos que el chico es Bill, el hermano de la primera esposa de Frank, una muchacha que, según jura el nuevo personaje, murió embarazada en manos de su marido, quien luego escondió el cuerpo.

Afuera de la casa hay dos personas en busca de venganza ahora. Bill al principio no acepta las buenas intenciones de Jake y sospecha que es un enviado de Frank para vigilar a Doris. Presionado por el paso del tiempo y la necesidad urgente de evitar el crimen de la familia, Jake confiesa por primera vez venir del futuro y es en ese momento que la incredulidad del chico se ve interrumpida por los gritos provenientes de la casa. El show comenzó y Jake parece haber llegado demasiado tarde.

El pasado se rehúsa de ser cambiado, pero sabe de perder sus batallas y Jake, con inesperada suerte, gana el primer round. Hora de despedirse de Holden y seguir camino. Se lava las manos rojas de sangre, como la de la vaca muerta, como la que tiñe las paredes de la casa familiar de Harry, como la que le corre por las venas y delata su verdadera identidad. El único consuelo para aplacar el horror de ahora saberse portador de las heridas de guerra, es repetir el nombre de cada uno de aquellos que salvó.

Bill reaparece sosteniendo un diario que lamenta la muerte de Kennedy. Ahí vamos de nuevo.

Fiorella Valente

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