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FESTIVALES

2º Asterisco Fest: Críticas 1

Une Nouvelle Amie, de François Ozon (Francia, 2014 – La Piel que Habito, Largometrajes), por Emiliano Román

Si algo ha sabido plasmar el cineasta parisino François Ozon en su prolífera filmografía, es lo compleja, diversa, singular e impredecible que es la raza humana. Desde su casi absurda ópera prima, Sitcom, en 1998, donde un ratón entra a un hogar y desencadena la liberación de deseos e impulsos reprimidos en los integrantes de la familia, hasta el trabajo anterior, Joven y Bonita, en el que una hermosa adolescente de clase acomodada tiene el peculiar goce de prostituirse, sin necesitarlo económicamente.

Es que Ozon, sin explicitarlo, tiene bien en claro de qué van los enredos pulsionales en el humano. A través de sus personajes vemos cómo lo pulsional se repite, se enlaza de manera tramposa con el deseo, insiste, moviliza, determina, vincula, fusiona. Es tan vital como tanático al mismo tiempo. En Une Nouvelle Amie vuelve a sumergirse en lo compleja y diversa que es la pulsión y su modalidad de goce. Se mofa de las antinomias vida-muerte; hombre-mujer; comedia-drama; heterosexualidad-homosexualidad, y ofrece un relato entretenido, atrapante donde una vez más da cuenta que no hay nada del orden natural, biológico preestablecido en la sexualidad humana y el deseo.

Hay pocas experiencias más dolorosas en la vida como lo es un duelo de un ser muy querido. Esto es lo que tienen que afrontar David (Romain Duris), el viudo sin consuelo, y Claire (Anaïs Demoustier ), amiga de la infancia de la joven Laura. Frente al dolor cada quien elige transitar los caminos que pueda, y esto no es sino el deseo subjetivo. La identidad sexual se pone en juego ante la perdida y da nuevas formas de estructuras familiares y sociales, no sin el conflicto que implica desafiar lo instituido.

Con un timing dramático preciso, Ozon nos regala una narración con múltiples complejidades y vueltas que invitan a repensar el orden heteronormativo establecido. No juzga a sus personajes, tampoco los victimiza, solo los hace responsable frente a su deseo y cada plano y encuadre nos invita a trazar el recorrido del goce que transitan ambos protagonistas.

Quizás peque de algunos clichés para dar golpes de efecto, pero esto no va en desmedro de ser un relato profundo, cuestionador y respetable de eso que es único y privado en cada ser humano: el deseo sexual.

calificacion_4

 

 

 

El Rojo en los Labios, de Harry Kümel (Bélgica, 1971 – La Piel que Habito, Vampiras Lesbianas y Otros Monstruos Homoeróticos), por E.R.

Ya es un clásico en el Festival Asterisco la proyección en 35 mm de películas de cultos sobre vampiras lesbianas. En este caso tenemos a producción belga de los años setenta que se corre un poco de la típica historia de vampiros chupasangre y despliega otros rasgos interesantes en sus personajes.

Una pareja de jóvenes recién casados llega a un hotel vacío a pasar alguna que otra noche. Frente al aburrimiento heteronormativo llega la condesa Bathory, junto a su atractiva asistente. Una excéntrica y misteriosa mujer que maneja un astuto nivel de sadismo para ir enredando al flamante matrimonio en su peligrosa trampa.

En el medio, aparecen cadáveres de jóvenes bellas y un policía un tanto llamativo que se encarga de la investigación. El misterio se va apoderando de la narración y ciertos golpes de efectos terroríficos terminan siendo disparatados, lo erótico se vuelve grotesco y lo ominoso, simpático.

Más allá de ciertas desprolijidades del montaje, actuaciones muy torpes y una narración inconsistente, se logra un relato gore plagado de situaciones cómicas que concluyen en inevitables de risas del espectador. Un film que pretende meter miedo y logra un nivel de absurdo que raya la genialidad.

calificacion_3

 

 

 

Children 404, de Askold Kurov, Pavel Lopared (Rusia, 2014 – La Piel que Habito), por E.R.

El gobierno de Putin sancionó una ley que prohíbe cualquier acto entre adolescentes que sea considerado como apología de la homosexualidad. Un adulto que les brinde apoyo o contenga corre el riesgo de sanciones penales. Esta “legalización” abala y alimenta el bullying de los jóvenes en la escuela, el desprecio de sus padres y la intervención iatrogénica de profesionales de la salud mental.

Lena Kilomova crea el proyecto Niños 404, en alusión a un sitio web no encontrado para que tomen cierta visibilidad muchos adolescentes con orientaciones sexuales diversas y que quieren ser escondidos debajo de la alfombra por parte del estado. En poco tiempo se recaudan cientos de testimonios y algunos se animan a filmar con su celular el objeto de maltrato al que son expuestos diariamente.

Este impactante documental muestra algunas de estas imágenes siguiendo los pasos de un muchacho gay que quiere exiliarse a Canadá, somos testigos de la valentía de Lena a fomentar este proyecto y decenas de situaciones que generan indignación de una sociedad absolutamente homofóbica producto de políticas gubernamentales.

Pero también tenemos a ciudadanos valientes que se animan a proteger a estos chicos víctimas de un estado discriminador. Los recursos incluyen entrevistas, filmaciones caseras y relatos de la web de una minoría (y no tanto), que solo quiere tener una vida normal, saludable y de aceptación por parte de la comunidad.

Relato impactante, estremecedor, que genera impotencia, pero posibilita valorar vivir en un país donde el matrimonio igualitario se aprobó ya hace cinco años, mientras que en otras latitudes del mundo, supuestamente más desarrolladas, están años luz de alcanzar este logro dejando a la deriva a toda una generación que pide a gritos ser aceptada.

calificacion_3

 

 

 

Heterofobia, de Goyo Anchou, (Argentina, 2015 – Competencia Internacional), por E.R.

Mariano, sufre una situación violenta, traumática y dolorosa por parte de un amigo heterosexual. A partir de ahí adquiere un odio hacia la sociedad heteronormativa y patriarcal y una búsqueda constante de redención.

Hasta aquí podríamos decir que se trataría de una narración clásica donde hay un conflicto a resolver, pero lo interesante de Heterofobia es que es precisamente todo lo contrario: un relato vanguardista, que se vale de una mezcla de géneros -desde el melodrama hasta el surrealismo- para ofrecernos una historia distinta, novedosa y experimental.

Utiliza un dúctil lenguaje cinematográfico a partir de una amplia gama de recursos audiovisuales que le brindan una estética singular que van de lo barroco a lo lisérgico; varios fragmentos de escenas épicas de films clásicos para dar cuenta de la dominación patriarcal; constante uso de la música que regala notables versiones de muchas canciones conocidas; una voz en off a partir de una omnisciente presencia desde un lugar recitado, imagen pastosa, grumosa plagada de colores con alta pregnancia del rojo; y una narración poética que acude a influencias literarias y reflexiones filosóficas, psíquicas y sociológicas de una cultura dominada por patrones patriarcales.

Al principio cuesta bastante adaptarse a este formato, luego se ingresa en el relato, se aceptan las condiciones del juego y se comienza a disfrutar la historia, aunque por momentos resulte un tanto abrumadora. Parece corta (63 minutos), pero no lo es: la duración del film es precisa por la cantidad de estímulos que despierta y lleva un tiempo tramitarlos luego de presenciar la película.

Una obra que habla nada más y nada menos que de las pulsiones humanas, esas que muchas veces intentan ser domesticadas en pos del “bienestar” de una cultura que ha buscado siempre acallar a aquel deseo que se salga de la norma machista dominante. Afortunadamente, Mariano puede transitar un camino desde el dolor hacia espacios más luminosos, proceso nada fácil pero necesario a la hora de ser fiel a su propio deseo.

calificacion_3

 

 

 

Fassbinder – To Love Without Demands, de Christian Braad Thomsen (Dinamarca, 2014 – Panorama), por Matías Orta

Aún después de su muerte, con apenas 37 años, Rainer Werner Fassbinder sigue siendo uno de los cineastas más prolíficos y laureados de Alemania y del mundo. El responsable de una obra tan amarga como notable. Pero, ¿cómo era el corazón y el alma de este artista del pesimismo y de los sentimientos equivocados?

Christian Braad Thomsen creó este documental desde la investigación y la admiración que data de décadas atrás, cuando puedo hacerle entrevistas filmadas, inéditas hasta la fecha. A través de los testimonios de boca de quien fuera, en los ’60 y ’70, uno de los estandartes del Nuevo Cine Alemán (otros miembros eran Werner Herzog y Wim Wenders), podremos conocer la intimidad de un muchacho criado en la sociedad alemana de postguerra, en medio de abandono y tensión familiar, lo que siempre lo incitó a buscar familias sustitutas en el teatro, la televisión y el cine, donde surgieron nombres como Hanna Schygulla. Además, la palabra de colegas, amigos y una de sus ex parejas, que permiten conocer otro punto de vista sobre este muchacho rebelde, áspero pero también tierno, talentoso, hiperactivo.

Aunque el ritmo se hace denso y monótono, y pese a que faltan testimonios como el de la Schygulla, sigue siendo un material valioso, que permite descubrir los tormentos de un cineasta que nunca deja de cautivar al público.

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