EN TUS BRAZOS
Como si se tratase de una adaptación del himno religioso que se canta en la escena de la boda (¿puede ser Lord, I’m in Your Hands?), All Dirt Roads Taste of Salt, debut en el largometraje de Raven Jackson, es una película sobre los abrazos y las manos. Esto lo deja muy claro Jackson ya en la primera secuencia de la película, privilegiando las manos sobre los rostros. A partir de ese momento no dejaremos de ver manos, una veces, como las de Mack y Wood, acercándose, en el inicio de una relación adolescente, aunque tardaremos en verlas entrelazadas, pues Jackson deja ese momento para mucho más tarde. All Dirt Roads Taste of Salt salta continuamente en su temporalidad, pasando de la niñez de Mack, allá por 1970, a una Mack adulta, 20 o 30 años después, entremezclando épocas, buscando rimas sensoriales y dejando en un segundo plano el desarrollo dramático. Más que este, Jackson construye su película en círculos a partir de una serie de centros gravitacionales: la muerte de la madre, la hija de Mack, la ausencia de Wood, un abrazo que pospone y, cuando llega, se dilata durante varios segundo, etc. De tal modo que el relato se organiza por temas y se sustenta en la preeminencia del paisaje de Misisipi, en sus colores (filmados en 35mm), en los sonidos de insectos y pájaros, omnipresentes como un susurro que solo se ve alterado por la música diegética o por unas cuerdas que, muy al final de la película, irrumpen de improviso. Con un sentido del montaje que debe mucho a Malick y un gusto por las composiciones visuales deudor de Julie Dash, no exageraría si dijese que All Dirt Roads Taste of Salt es el mayor descubrimiento que nos ha regalado San Sebastián en muchos años. Vale, la película de Jackson estuvo en Sundance, pero antes fue desarrollada en Ikusmira Berriak, el laboratorio del festival donostiarra.
No son los brazos y las manos lo que centra la trama de La práctica, la nueva película de Martín Rejtman, sino las piernas y, ocasionalmente, alguna espalda. O, más bien, las lesiones que los protagonistas sufren en alguna parte del cuerpo y que les condiciona o les imposibilita en su vida cotidiana, una vida en crisis, básicamente sentimental. Porque La práctica es una comedia deadpan, deudora de Jarmusch, Kaurismaki o el mismísimo Keaton, en la que sus personajes se ven arrollados por la vida. Ahí tenemos a ese Gustavo (Esteban Bigliardi), profesor argentino de yoga que vive en Santiago de Chile, donde está casado o casi ya no está, porque el arco temporal de La práctica coincide con su separación y la aparición de toda una serie de personajes memorables: su ex-mujer, su entrometida madre, la farmacéutica y su pareja o ex-pareja, la terapeuta, la alumna extranjera que sufre un golpe y pierde la memoria, la propietaria del retiro o el otro ex-alumno perdido en el bosque, el motorista… por no hablar de esa tapa de alcantarilla que juega también su papel y que acerca la película de Rejtman incluso al slapstick.
¿Una comedia en un festival? Lo cierto es que en San Sebastián han aparecido al menos otras dos, ambas norteamericanas. Fingernails la dirige el griego Christos Nikou (el de Apples) y, con Jessie Buckley y Riz Ahmed, se enmarca de lleno en una pura comedia romántica… con algunos toques de ligera ciencia-ficción a la griega, en este caso a partir de una empresa que ha diseñado un programa que puede determinar la veracidad del enamoramiento de una pareja con una sencilla prueba para la que basta con arrancarse las uñas. Por suerte este aspecto conceptual va perdiendo peso en beneficio de una comedia romántica que nunca termina de romper, por más que nada se pueda reprochar a su elegante final. Eso sí, no recordaba una película en la que se arrancasen tantas uñas desde los tiempos de El crimen de Cuenca. Por su lado, Ex-Husbands parece invocar aquellas viejas comedias rematrimoniales del Hollywood de los 30 y 40, pero esta es más bien una película sobre dos parejas que deciden divorciarse tras décadas de matrimonio y sobre otra pareja que opta por separarse justo antes de la boda. Para Noah Pritzker no hay posibilidad alguna de revertir estas situaciones, por más que su película haya vuelto a reunir a Griffin Dunne y Rosanna Arquette. Ex-Husbands es más bien una película sobre la relación entre un padre y sus hijos, también sobre la decadencia de un cierto sector de la alta sociedad neoyorquina, con ese abuelo, escritor famoso, sucedido por un hijo dentista y unos nietos sin inquietudes culturales o artísticas.
A priori, el nombre más esperado de esta edición del festival donostiarra era el rumano Cristi Puiu. Sin ser exactamente una decepción, MMXX es probablemente la película menos definitoria de la carrera del autor de La muerte del Señor Lazarescu. Compuesta por cuatro episodios ambientados en 2020, en plena pandemia, MMXX, salvo en el primero, carece del humor negro de aquella y su resultado es muy desigual, si bien el cuarto es, a todas luces, el más ambicioso y logrado de todos. Si bien su tema, el de las mafias que trafican con niños y órganos humanos, había ya aflorado en los anteriores, lo que uno lamenta es que Puiu no haya desarrollado la película a partir de los personajes y argumento del episodio final. Quizás solo sea un título de transición, pero como película sobre la pandemia su principal hándicap no es otro que la poderosa sombra de Bad Luck Banging or Loony Porn, de Radu Jude.