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FESTIVALES

9º Muestra de Cine Europeo: El Arte de Pensar Negativo

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El Arte de Pensar Negativo (Kunsten a Tenke Negativt, Noruega, 2006)

Dirección y Guión: Bard Breien. Producción: Dag Alveberg y Jan-Erik Gammleng. Elenco: Fridtjov Saheim, Kjersti Holmen, Henrik Mestad, Marian Saastad Ottesen, Kari Simonsen, Kirsti Eline Torhaug y Per Schaaning. Distribuidora: – Duración: 79 minutos

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A veces, hay que asumir que la vida nos trata para el carajo. Por más que intentemos darle vueltas al asunto, si la cosa da saldo negativo no hay nada que pueda hacerse al respecto. Para poder plantear este pensamiento desde una perspectiva que, en el fondo, resulte positiva tiene que haber un arte que implique una puesta en escena. Esto justamente es lo que hace Geirr (Fridtjov Saheim), personaje principal de El Arte de Pensar Negativo, un hombre que promedia los treinta años y que queda paralítico luego de sufrir un accidente que la película no detalla demasiado.

Visto y considerando esto, su mujer Tori (Kjersti Holmen), al ver que su esposo se está convirtiendo en paralítico físico y, además, en paralítico emocional, llama a un grupo de autoayuda, conformado por una jovencita cuadripléjica acompañada por su marido; una señora mayor que lleva un cuello ortopédico y la carga de vivir en un pequeño departamento mugroso; y un hombre en silla de ruedas víctima de un derrame cerebral. Todos ellos, guiados por una mujer muy poco pedagógica que, en lugar de ayudarlos a encontrar la felicidad, los insta todo el tiempo a pensar positivamente.

Sin embargo, Geirr decide ofrecerle a los invitados una puesta en escena que funcionará como una suerte de terapia alternativa. Dicha puesta hace referencia a dos películas emblemáticas del cine bélico de la década del ’70: El Francotirador (The Deer Hunter, Michael Cimino) y Apocalipsis Now (Apocalypse Now, Francis Ford Coppola); como banda sonora utiliza canciones de artistas como Johnny Cash y Steppenwolf. De esta manera, la película se recrea en un aire suicida que se descomprime mediante un sentido del humor muy negro y, a la vez, tierno.

En medio de este escenario, Gueirr se presenta ante sus invitados –aun cuando estamos situados en Noruega en la primera década del 2000- vestido como un ex combatiente de Vietnam desquiciado. Lo curioso es que, durante las horas que pasan en este espacio reducido de acción (toda la película, excepto algunos pasajes, transcurre dentro de la casa del protagonista), la negatividad propuesta por Gueirr se va imponiendo y hace que él se acepte como lisiado a viva voz y reconozca sus miserias emocionales y físicas y, al mismo tiempo, se vayan destapando las miserias ajenas y los integrantes del grupo dejen de seguir no solo a su líder sino también a la obligación de ser felices.

Sin abusar del costado trágico de la situación en las varias escenas de tono grave, la película sabe oscilar muy bien entre la comedia y el drama, tanto desde el guión como desde las actuaciones. Y como el humor termina teniendo más peso que lo dramático, el resultado final es una película llevadera y entretenida que encuentra su peculiar forma de final feliz.

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