Corpo Celeste (Italia, 2011)
Dirección y Guión: Alice Rohrwacher. Elenco: Yle Vianello, Salvatore Cantalupo, Pasqualina Scuncia, Anita Caprioli, Renato Carpentieri. Duración: 98 minutos.
Cuenta la historia de Marta, una niña en la pubertad en el medio de un contexto totalmente desolador y vertiginoso: madre ausente, hermana maltratadora, educación católica deplorable.
Marta se mueve con una mirada curiosa, con una gracia propia y una dulzura triste. A su alrededor, son voces que hablan sin decir mucho, un murmullo constante, apabullante, una ciudad sucia, rota, con apariencia de abandonada. Este es el mundo de Marta y como espectador, la sensación de tristeza más fuerte viene por el lado de prever que a causa de ese abismal contexto, la niña pierda su gracia, su curiosidad, su dulzura. El sentir que la niña será absorbida por ese contexto, que le quitará mucho más de lo que le puede ofrecer; que jamás le aportara la sensibilidad que una niña en la pubertad necesita en todo aspecto.
El largometraje se mueve siguiendo a la niña, con un estilo que recuerda mucho a los hermanos Dardenne; sobre todo en El Hijo, casi cargando la cámara a la espalda de Marta, como también podemos ver en El Luchador, de Aronofsky; todos esos personajes que parecen cargar en su espalda el peso del mundo mismo que de alguna forma están obligados a sostener, y por el cual son, en cierto modo, crucificados, cómo si cargaran la cámara y el mundo como Jesús cargando su cruz hacia la perdición (y de hecho esa es la idea del título de alguna forma, el cuerpo celeste).
Con un final que no es resulta como tal, la angustia es muy poderosa y nos sumerge por la cabeza en ese mar que parece más bien un pantano del que Marta no tiene escapatoria.
