FANTASMAS EN LA CASA
Hay algo interesante acerca de Presencia desde su juego con la expectativa previa que genera. El tráiler y el póster prometen una película de terror hecha y derecha, con un fantasma acechando a una familia en una especie de casa embrujada. Grande será la sorpresa del espectador que vaya esperando algo similar a El conjuro (2013) o Los otros (2001), dado que la película del multifacético Steven Soderbergh esconde, bajo esta coraza de marketing apuntado al público de terror, un drama familiar que reflexiona sobre la pérdida y los lazos resquebrajados.
La familia Payne se muda a una nueva casa y pronto se darán cuenta que una presencia acecha el lugar. Chloe (Callina Liang), la hija menor de la familia, siente una conexión inexplicable con este espíritu, asegurando que se trata de su mejor amiga recientemente fallecida.
Steven Soderbergh decide contar esta historia desde una perspectiva particular: la del fantasma que da título al film. Para llevar esto a cabo, la película consta de unos pocos planos en primera persona, emulando con la cámara lo que, en la narración, son los ojos de la presencia. Además, la cámara elegida para el rodaje (Sony A9 III) no es una habitual en producciones cinematográficas, sino algo más parecido a lo que podría entenderse como una cámara de fotos destinada al uso personal.
Esta decisión estética radical se relaciona con un film anterior del propio Soderbergh: Unsane (2018), filmada íntegramente con un teléfono celular. Ambas películas, además, cuentan historias de mujeres asediadas por la voluntad perversa de un hombre. En Unsane se ve de forma más clara, siendo la base del film: una mujer es acechada por un stalker que encuentra la forma de encerrarla en una institución de salud mental para acosarla. En Presencia, esta figura central se ve convertida en Ryan (West Mulholland), el chico que seduce a la protagonista para luego revelarse como un asesino de adolescentes.
La coincidencia temática y estética en ambos films pareciera no ser azarosa. Soderbergh encuentra en estas novedades técnicas un vehículo para llevar adelante sus relatos con un aporte significativo del medio cinematográfico. Es posible imaginar Presencia narrada desde una puesta en escena clásica, con primeros planos y cortes para esconder los efectos especiales, por ejemplo. Pero la decisión consciente de no seguir el camino del clasicismo le da a la película una distinción que la eleva por sobre otros dramas familiares, o incluso, películas de fantasmas.
Esto conlleva, a su vez, ciertas reglas autoimpuestas por la película que son menester destacar. Por un lado, la utilización exclusiva de fuentes lumínicas provenientes desde el interior de la locación, dado que la cámara se mueve con la lógica de un observador que, más de una vez, mira para todas las direcciones posibles en un mismo plano. Por otro lado, el uso del montaje externo (es decir, los cortes) se ve reducido considerablemente. El film consta de poco más de 30 planos, un número ínfimo en comparación al habitual en relatos clásicos.
Estos dos elementos enseguida se tornan claves para asumir el verosímil que propone la película. Por más que se esté contando una historia que conlleva una presencia de índole fantástica, el look que busca Soderbergh es el del realismo puro, con lámparas de piso o de techo que iluminan a los personajes (reemplazando a los habituales faroles) y secuencias enteras contadas en un mismo plano de extensa duración, es decir, en tiempo real.
En este sentido, es interesante traer al análisis la célebre frase de Alfred Hitchcock “Para mí, el cine no es un trozo de vida, sino un trozo de pastel”, que refiere a su propia lógica de ver la narración cinematográfica. Esto es, suprimir todo diálogo, escena o plano que no aporte a la narración.
Presencia parece inscribirse casi perfectamente en esta lógica; a excepción de una sub-trama pobremente desarrollada (la del conflicto legal del personaje de la madre), la película brinda, en sus primeros dos actos, sólo datos que van a tener una injerencia dramática en su clímax. Para esto, se vuelve crucial la utilización de pocos planos, o mejor dicho, escenas comprimidas unidas mediante elipsis que dotan al relato con una efectividad apabullante.
(Estados Unidos, 2023)
Dirección: Steven Soderbergh. Guión: David Koepp. Elenco: Lucy Liu, Chris Sullivan, Callina Liang, Eddy Maday. Producción:Julie M. Anderson Ken Meyer. Duración: 85 minutos.