Dramaturgia: Jean-Paul Sartre. Traducción: Salvador Alfonso Sastre. Dirección: Adrián Tórtora. Co-Dirección y Asistencia General: Marilyn Petito. Música Original: Matías Villarruel. Diseño de Escenografía e iluminación: Magali Acha. Diseño y Realización de Vestuario: Mariana Arzola. Maquillaje y Peinado: Cecilia Inchauspe. Diseño Gráfico: Luján Ochoa. Fotografía: Carolina Letzen. Actúan: Flor Inchauspe, Silvio Parapugna, Vanesa Calaresu y Rodrigo Serra. Prensa: Tehagolaprensa.
Pecados ausentes.
“Antes cien mordiscos, antes el látigo que este padecimiento mental, este fantasma del sufrimiento que roza, que acaricia y nunca hace demasiado daño”.
Un mozo descorre el velo que esconde a un hombre petrificado. Así comienza la adaptación de Adrián Tórtora de A puerta cerrada de Jean-Paul Sartre. La obra que fue interpretada por primera vez en 1944 en París durante la Segunda Guerra Mundial coloca a tres personajes en una habitación para confrontar sus muertes y su miedo a comenzar una existencia carente de estímulos.
Garcin es un periodista de ideas pacifistas que ha sido fusilado por desertor durante la Guerra, Inés es una empleada de la oficina de Correos que ha muerto en un escape de gas y Estelle una joven que ha muerto de neumonía. Aparentemente, tan solo la angustia de la muerte y del saberse sin esperanza, en una nada eterna, los atormenta, pero las verdaderas razones de su azaroso encuentro van surgiendo a medida que la mirada de los otros los juzga y analiza sus miedos más herméticos interpelando la vida en lo más insondable de su abismo interior.
La necesidad de narrar y de expiar los pecados lleva a los tres personajes a confesarse en el infierno de la otredad de Sartre, donde las decisiones soberanas en los momentos cruciales marcan el camino, redefiniendo el pasado y trazando el futuro a través de acciones que representan tomas de posición política.
El infierno de Tórtora parece una dimensión paralela y oscura del mundo de Twin Peaks de David Lynch bañada por una iluminación acre que potencia la sensación de la falta de luz natural y encierro permanente. De esta manera, A puerta cerrada deja a los actores abandonados en el escenario con el exiguo mobiliario de un par de sillones antiguos y una mesa para ser fantasmalmente vigilados por el camarero ausente que asoma sus manos tras el cortinado en forma de insinuación materialista para que los actores imaginen que tal vez haya una salida a su drama interior.
Las extraordinarias actuaciones de Flor Inchauspe, Silvio Parapugna, Vanesa Calaresu y Rodrigo Serra generan la sensación de interdependencia enfermiza de los personajes condenados a vivir bajo el miedo a correr el velo de las apariencias y mostrar la personalidad descarnada en toda su perversidad humana en un drama existencialista en que la futilidad de la búsqueda del placer carnal es tan solo otra evasión de la vida como toma de posición ante el mundo.
En A puerta cerrada Sartre pone en juego el concepto de sujeto de manera magistral para confrontar las ideas de presencia, ausencia, sufrimiento, confianza e identidad para desnudar las caricias aviesas de la congoja interior mediante un encierro perverso que deja expuestos a los personajes al sinsentido de la existencia. Una vez muertos ni siquiera la risa puede ayudarnos.
Teatro: El Laberinto del Ciclope, México 1718
Entradas: General $70 – Estudiantes y jubilados $50
Funciones: Domingos 20:30 hs