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CRÍTICAS

Alguien va a venir

Dirección: María Garavento, Marta Villar. Texto: Jon Fosse. Adaptación: Fabiana Ferro Volpe. Traducción: Francisco J. Uriz. Diseño de Escenografía e Iluminación: Magali Acha. Realización de Escenografía: Dario Szraka. Diseño de Vestuario: Verónica Pacheco. Gráfica y video: Sala Uno. Fotografía: PH Al fondo. Actúan: Georgina Frattini, Pablo Casal, Hernán Glatsman. Prensa: Mariano Casas Di Nardo.

 Alguien va a venir se escribió en 1992, pero fue producida por primera vez en 1996. Y en nuestro país se presentó por primera vez este octubre. Este barco, al igual que todos los que crea el noruego Jon Fosse, tiene bastante para diferenciarse del resto. Y por ello cayó en buen puerto: el Espacio Cultural Pata de Ganso, un escenario con varios experimentos en su haber.

Si se cuenta el argumento de esta obra, bien podría pasar por proyecto de superproducción hollywoodense y convertirse en una especie de thriller romántico. Una pareja de jóvenes enamorados se mudan, para estar solos y juntos –aquí este tema volveremos–, a una antigua casa alejada de “los otros” frente a un acantilado. Aunque justo antes de entrar a su nuevo hogar comenzarán a avizorar lo que pronto pasará, sienten que alguien va a venir. Pero esta historia no tiene nada de superproducción, ni de hollywoodense, ni de superficial.

Alguien va a venir mantiene en sus diálogos la simpleza y el minimalismo que caracterizan también al resto de las creaciones de Fosse, dramaturgo contemporáneo aplaudido por más de un crítico en el Viejo Continente. Aunque la invariabilidad en el vocabulario y la repetición excesiva de la escasa lista de palabras que conforman el texto puede hartar, en esta historia en particular esos recursos cobran un significado específico.

Las participaciones de cada uno de los tres protagonistas son algo largas, aunque por supuesto, no llegan a ser monólogos. En esos extensos discursos, la repetición de palabras se siente como un eco. Porque la soledad, o el miedo a ella, y el vacío, retumban por todos lados.

Aquí el escape romántico y casi idílico a una casa alejada de la ciudad y los problemas, frente a un hermoso paisaje y con la persona amada parecen la vía a una vida tranquila, sin conflictos ni conflictivos. ¿Pero alejarse en kilómetros o escaparse de un lugar a otro es hacer desaparecer los problemas? “¿Es posible alejarse de todos los otros? ¿No es peligroso?”, se pregunta el joven enamorado y recién mudado. Y en el otro extremo, la soledad. Afrontar la vida “solos y juntos”. ¿Se puede estar solos y a la vez, juntos? Estos y otros interrogantes hace surgir la obra de Fosse en la cabeza del espectador.

En la actuación, Georgina Frattini (quien ya había trabajado con las debutantes directoras María Garaventto y Marta Villar) demuestra algo más de naturalidad para diversificar las tonalidades del repetitivo discurso que su enamorado en escena Pablo Casal.

Hernán Glatsman, por su parte, le aporta a la representación un leve tono de comicidad que deja respirar entre tanto planteo filosófico. Más allá de la dificultad que significa la llanura del texto, los tres intérpretes le dan cuerpo a la obra sin recursos de sonido, ni vestuario o escenografía espectaculares.

Sin dudas, Alguien va a venir es una buena oportunidad para conocer a Fosse. Y por qué no, reclamar más de lo suyo por este lado del charco.

Teatro: Espacio Cultural Pata de Ganso – Zelaya 3122

Funciones: Viernes – 21:00 hs

Entradas: $ 80,00 / $ 60,00

calificacion_3

Por Carolina Potocar

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