Aquello que generalmente se conoce como “thriller” lo emplearemos a continuación como forma epónima del concepto del cine, y así puede dividirse en tres modos: “fantástico”, “criminal” y “melodrama”.
En todos ellos su eje diegético es la irrupción del alter mundus. Del allende, lo otro, y ajeno por excelencia.
Allende, del latín “illinc”: “de allá, “más allá”, “de la parte de allá”.
El allende puede ser seductor, amenazador, invasor o convergente.
En sus tres formas en el thriller para que pueda pasarse a un alter mundus o allende debe existir previamente un aquende, un más acá.
Aquende. Del latín “eccum inde”: “de acá”, “de la parte de acá”.
El aquende es el máximo común denominador del punto de vista histórico y de situación (aún existencial)
exigibles en que se halla o del que parte su autor -o con pretensión de tal. Para ello debe volverse a tal situación en diégesis, luego a ésta en puesta en escena. Si a la situación –o circunstancia- se la consigue poner en escena, tenemos ya a un autor.
El aquende participa del status histórico, social, profesional, así como del sexual y confesional del héroe o del feros: portador del hecho de ficción que pasa a ponerse en escena.
Este aquende en sus tres modos de representación presenta algún vacío, hueco, enigma, falta, pecado, olvido, etc., signo o cosa que se convierte en la llave (clave) de ingreso al alter mundus.
En el fantástico el alter mundus es monstruoso, patológico, híbrido o alieno. Puede manifestarse también como un compuesto de algunas de esas formas e incluso de todas.
En el thriller criminal el allende es lo secreto-material. Esqueleto en el armario, carta robada, herencia, huellas, pistas restos, fragmentos. Huecos y recovecos. Puertas e identidades falsas; si existe lo patológico aquí es como meta del hallazgo o del seguimiento previo de lo secreto-material.
En el melodrama el allende es el cabaret, night club, bôite o centro de diversión nocturna. Aquí lo es, puesto que tal allende es algo todavía no fijo; es un algo indeterminado entre uno y otro mundo. Es decir lo nocturno, festivo, orgiástico, no se ha desprendido o diferenciado del todo (como en el fantástico) del mundo del más acá y del aquende. Participa todavía de ambos. Es en parte público y en parte privado, es un lugar visible, aunque algo camuflado, fuera de lugar o de extramuros pero con una ritualidad (danza, bebidas, juegos de azar) que no se determina ni se representa como alteridad polar, como en el fantástico.
Puede ser también y según las diégesis, taberna portuaria o de extramuros así como participar de algunas formas circenses. Lo prostibulario participa aquí de lo “circense”
En el thriller criminal el enigma que habita en el alter mundus es todavía –y también- intramundano. Es decir el
mundus-aquende y el mundus-allende se encuentran dentro de la misma determinación histórico-material. Su nexo es la ley o lo legal; no la justicia.
En el fantástico el allende es monstruoso, por lo general un híbrido de lo humano con lo animal; una ausencia o “cosa”; algo en parte abolido y muerto y en parte no (vampiro, zombi); puede ser también una extrema polaridad, un allende extraterreno: criatura invasora habitante fuera del espacio terrestre.
Los tres tipos ejemplares del thriller pueden a su vez combinarse de este modo.
Fantástico-melodramático: El regreso de la mujer pantera, Los pájaros, Retrato de Jennie.
Criminal-melodrama: Nora Prentiss, Mildred Pierce, Ruby Gentry.
Criminal-fantástico: El exorcista, The Pyx, La séptima víctima.
Criminal-melodrama-fantástico: Kiss Me Deadly, Nightmare Alley.
Decíamos que la otredad puede ser seductora, amenazante, invasora o convergente.
Es seductora cuando la otredad es lo demoníaco o lo demónico. La sombra de una duda, Contacto en Francia.
Una variante es la amenaza virtual. Que sepamos, creada dentro del fantástico argentino. Quiroga (“El vampiro”), Bioy (La invención de Morel); luego, The Truman Show.
El allende es amenazante cuando la seducción fracasa o cuando directamente no es intentada por la otredad. Aliens.
Es invasor cuando se trata de un híbrido biológico que se instala polémica y bélicamente en el aquende. La guerra de los mundos, Los usurpadores de cuerpos.
En el modo melodrama este carácter invasivo se formaliza mediante la imitación de un original; sea persona, situación familiar, status social. Nacida para el mal, La malvada.
El allende es convergente, cuando la otredad en principio hostil o polémica respecto al aquende se torna o se vuelve
una parte que completa cierto hueco, carencia, falta o necesidad del feros del aquende. Tal los motivos centrales de las obras de Hitchcock y Howard Hawks. Verbigracia: 39 escalones, Los pájaros, Sólo los ángeles tienen alas, Río Bravo, et al.
Obviamos tratar -en este lugar- el porqué el allende es en estas obras representado por lo femenino.
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