AninA (Uruguay, Colombia, 2013)
Dirección: Alfredo Soderguit. Duración: 80 minutos.
Basada
en el libro Anina Yatay Salas de Sergio López Suárez, AninA -que ya
participó del Festival de Berlín-, se encuentra en la Competencia Internacional
del Bafici. Lo maravillos de esta película visualmente muy rica y con un
espíritu rebelde y naif, es que está contada desde el punto de vista de su mini
heroína, una niña de diez años.
Soderguit
desliza numerosos guiños para los uruguayos: las tortas fritas, las calles
típicas de barrio de Montevideo -con su respectivo estereotipo de vecinas- un
cartel en el ómnibus que prohíbe tomar mate. Por esto es que, a pesar de ser
una co producción, resulta una película netamente uruguaya.
Cada cuadro parece calcado
de las ilustraciones de libros para niños en movimiento, y de hecho la
animación está basada en las ilustraciones que aparecen en el libro original.
La acción ocurre en una semana en la cual la niña capicúa y la elefanta -como
apoda a su archi enemiga- deben, como “castigo”, evitar abrir un
sobre que deben entregarle cerrado a la directora del colegio, al séptimo día.
El gran momento es sin
duda el que incluye un número musical pesadillesco con fantasmas voladores de
maestras, que representan el imaginario de un castigo tortuoso y terrorífico.
La película se juega y no tiene miedo de dejarse llevar por el aire de
extrañeza que le aporta esa secuencia a la totalidad del film.
AninA es
una inyección de ternura, simpatía y calidez para nuestros corazones, y una
invitación para que aprendamos “a ver las cosas de ida y de vuelta”.
Desde Uruguay, llega AninA de Alfredo Soderguit, uno de los films de animación más encantadores de los últimos tiempos, el cual enmarca las desventuras de Anina Yatay Salas, una adorable niña que siempre resulta expuesta a diversas bromas, ya que su nombre está compuesto de tres palíndromos.
Entre muchas de sus virtudes, AninA construye a partir de cada animación un mundo mágico, tan fascinante como surrealista, que hasta en ciertos momentos remite los dibujos de The Wall de Alan Parker. El film de Soderguit muestra escenarios y personajes entrañables: tanto los excelentes dibujos que remiten a una artesanalidad ya casi perdida, como la correcta musicalización o los ingeniosos diálogos, siendo que cada uno de estos tópicos hacen que esta obra sea sumamente destacada.
Tan bella cómo inteligente, AninA es una película que pueden disfrutar niños y adultos, desde su interesante y agradable historia hasta el efecto nostálgico que provoca por ciertos aspectos del pasado. En fin, la de Soderguit es una película impecable e imperdible que merece ser vista.
Una de los más bellos films que se proyectan en esta edición del BAFICI, viene de la mano de una animación uruguaya. Es que Anina es un hermoso retrato de aquellas pequeñas cosas que se tornan tan trascendentales en la infancia, como puede llegar a ser la sanción de la Directora en la escuela.
Aborda de manera universal el pensamiento mágico infantil, pero también desde un lado costumbrista. Es inevitable las múltiples referencia que el film hace a la cultura rioplatense, con lo cual para nosotros puede llegar a ser un verdadero viaje al pasado, cuando nuestras vidad no estaban tan globalizadas y vivíamos en un lugar en el mundo, donde soñábamos con el boleto capicúa del colectivo, merendábamos con tortas fritas o íbamos al almacén a comprar huevo y harina para las milanesas.
Anina es una niña normal, que sufre por lo que puede sufrir cualquier chico, no hay un conflicto adulto grave que la perturbe, sino las cosas típicas que se padecen en el trayecto educativo de la edad de la inocencia: las burlas en la escuela por su nombre capicúa, enamorarse de un compañerito de clases, la mala onda de alguna maestra disciplinadora, pelearse con algún par en el recreo, o las pesadillas nocturnas.
Todo esto es realizado a través de encantadoras animaciones que reflejan la vivencia infantil con una notable precisión, donde cada detalle de los dibujos remiten no sólo a ese mundo mágico, sino a la cotidianeidad que se vive por estos lados del mundo.
Enteramente disfrutable para niños y adultos, Anina nos llega del otro lado del charco para hacernos vivir por sus 82 minutos las fantasías y temores que se atraviesan en la infancia y que lamentablemente la realidad y exigencias de la adultez nos han hecho olvidar lo intenso que era ese universo.
Por Emiliano Román