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CRÍTICAS - CINE

Bob Esponja: Un Héroe fuera del Agua (The SpongeBob Movie: Sponge Out of Water)

(Estados Unidos, 2015)

Dirección: Paul Tibbitt. Guión: Jonathan Aibel y Glenn Berger. Elenco: Tom Kenny, Antonio Banderas, Frankie Muniz, Clancy Brown, Jesica Ahlberg, Thomas F. Wilson, Bill Fagerbakke, Brittany Elizabeth Williams. Producción: Paul Tibbitt y Mary Parent. Distribuidora: UIP. Duración: 93 minutos.

Así en la tierra como en el océano.

La esponja marina mitad antropomorfa y mitad esponja de cocina más conocida en el mundo de la animación vuelve a la pantalla grande con Bob Esponja: Un Héroe fuera del Agua (The SpongeBob Movie: Sponge Out of Water, 2015) sin perder un ápice de toda la frescura y el delirio al que nos tiene acostumbrados la serie original de Nickelodeon. Al igual que en la primera aproximación cinematográfica, Bob Esponja: La Película (The SpongeBob SquarePants Movie, 2004), hoy tenemos una producción que combina animación tradicional con intérpretes de carne y hueso en locaciones reales… ah, y todo eso ahora en 3D.

En esta ocasión la esponja amarilla parlante debe recuperar la fórmula secreta de las cangreburguesas, una suerte de hamburguesas que parecen ubicarse en la cúspide de la pirámide alimenticia de los habitantes de Fondo Bikini, hogar de Bob Esponja. Ante la falta de este alimento aparentemente básico, la población se encuentra al borde del caos y el protagonista contará con la ayuda de sus amigos Patricio, Calamardo, Arenita y Don Cangrejo para intentar que todo vuelva a la normalidad. La fórmula de las cangreburguesas cumplirá las veces de McGuffin dentro de la trama, siendo el elemento que mantendrá la historia en constante movimiento.

Los 93 minutos de duración del film son a puro vértigo, exponiéndonos todo el tiempo a situaciones descabelladas y secuencias de acción plenas de dinamismo, sustentadas en una riqueza visual que permite aprovechar el efecto tridimensional como pocas veces en este tipo de producciones. La estructura narrativa funciona como un relato enmarcado dentro de otro relato: la trama central de la aventura de Bob Esponja y sus amigos surge de un libro leído por el pirata Barba Burger (interpretado por Antonio Banderas), personaje cuya historia eventualmente colisionará con la principal. Este entramado aporta al núcleo delirante gestado originalmente en la serie televisiva un ritmo que permite movernos de una secuencia a la otra con suma fluidez, dejando que el ritmo vertiginoso guíe el camino de la historia, experimentando viajes en el tiempo, exploraciones interdimensionales y locuras de ese estilo.

El universo de Bob Esponga nunca fue propiedad exclusiva de los infantes, sus múltiples niveles de lectura siempre lo hicieron un producto atractivo para los jóvenes adultos. La frescura y el delirio de un material original que siempre apuntó a un extenso rango etario también están presentes en esta aventura fílmica, en parte gracias a que Paul Tibbitt -director de la serie animada- también se sentó detrás de cámara en esta ocasión. Antonio Banderas se luce en su rol de villano caricaturesco, dando su impronta a un pirata que bien podría ser un híbrido entre Jack Sparrow y Pier Nodoyuna de Los Autos Locos. Es reconfortante ver a actores clase A dejar de lado su halo de superestrellas para animarse a dar vida a personajes tontamente divertidos y coloridos.

Podríamos decir que el único punto flojo no es siquiera parte de la película propiamente dicha, y se trata de lo mucho que “espoilea” el trailer, mostrando casi todas las mejores escenas de un tercer acto que mezcla con supremacía animación por computadora con personajes de carne y hueso. Y si bien conforme se acerca el final todos sabemos que esta por llegar “ese momento”, haber tenido un pequeño conocimiento de antemano no lo vuelve una experiencia menos fantástica ni atractiva.

calificacion_4

Por Alejandro Turdó

 

La pandilla salvaje.

La segunda película de Bob Esponja, el dibujo animado distribuido por Nickelodeon, es una especie de cuento de hadas combinado con un relato de piratas. La película se centra, al igual que la serie animada, en los constantes intentos de Plankton, la competencia de Mr. Krabs, de robar la receta secreta con la que Bob Esponja cocina las adictivas hamburguesas -en el local del avaro cangrejo capitalista- para toda la comunidad marina de Bikini Bottom.

Siguiendo los pasos de la exitosa ¿Quién Engañó a Roger Rabbit? (Who Framed Roger Rabbit?, 1988) de Robert Zemeckis, la cual mezcló actores de carne y hueso con personajes animados, Bob Esponja: Un Héroe fuera del Agua construye una historia que lleva a la esponja marina hacia viajes en el tiempo y alucinaciones psicodélicas que por momentos parecen sacadas de escenas de la serie animada La Pantera Rosa.

Esta nueva entrega del ocurrente director Paul Tibbitt tiene como protagonista a Antonio Banderas e incluye escenas de animación computarizadas para agregar un componente que juega con las actuales películas de superhéroes, pero más cerca de la burla caústica de South Park que del homenaje al género. Pero en medio de esta serie de referencias, la más influyente, interesante y valiosa es a La Pandilla Salvaje (The Wild Bunch, 1969), de Sam Peckinpah. Bob Esponja se debate en todo momento entre traiciones y decisiones respecto de la verdad que le enajenaran a sus amigos, en una huída que es en realidad la búsqueda de la salvación de su ciudad y su comunidad del caos que amenaza con destruir el tejido social.

En un cuestionamiento absoluto de los roles de héroe y villano, en el que solo se sostiene como una especie de héroe inocente -al borde de una idiotez entrañable- Bob Esponja, los personajes incurren en atrocidades, purgas y torturas con el afán de encontrar su lugar en un Bikini Bottom postapocalíptico donde las hamburguesas ya no existen. Además de los extraordinarios homenajes, la película de Tibbitt logra generar grandes momentos de humor que se suceden uno tras otro a través de gags, chistes, escenas inesperadas y comentarios burlescos que con gran cuidado plantean interesantes ideas sobre la sociedad, las relaciones sociales, el poder y el dinero.

De esta forma, el mundo imaginario de Bob Esponja renueva la fantasía de los dibujos animados que se atrevían a introducir características estéticas psicodélicas e imprevistas que surgían y desaparecían para dar lugar a nuevas representaciones, recordándonos las graciosas y educativas fábulas de antaño en las que todo era posible. El regreso de la esponja marina descartable es una gran noticia y por suerte su sueño grasiento y su necesidad de aventuras siguen intactos.

calificacion_4

Por Martín Chiavarino

 

Infinitos colores chirriantes.

Caóticos, mágicos, buena onda: el héroe afeminado con cerebro de algodón de azúcar, el plancton villano, Patricio Estrella controlando helados con la mente y un delfín guardián del universo: la lisérgica magia cartoonera que derrumba las fronteras etarias. Las mentes más delirantes y creativas de la animación americana -al menos en productos populares- deben estar en South Park y en Bob Esponja. El primero, representante hardcore del sarcasmo, el cinismo y la escatología, el segundo, su opuesto naif en colores chicle, no menos genial e igual de desquiciado en su desborde creativo. Esta secuela es una ametralladora de chistes buenas vibras que nos agujerea el pecho y nos hace brotar chorros de sangre fucsia y vómito con los colores del arcoíris. La alegría es tal que Banderas no molesta.

Un milagro del dios delfín hace que Bob y su banda formen parte del mundo real a la manera de Homero al cubo en aquel épico episodio del día de brujas de Los Simpsons. En nuestro mundo tratarán de recuperar la receta que puede solucionar el gran conflicto de un Fondo Bikini distópico a lo Mad Max. El eje de la historia y su leitmotiv quedan nucleados en el trabajo en equipo. Porque así como toma el concepto de las películas de superhéroes, nuestro héroe deja bien en claro que si no hay equipo no hay nada. Bob no pretende ser Superman, sino parte de un engranaje solidario más cercano al espíritu hawksiano que al individualismo del hombre de acero.

Sorprende el desmadre de imaginación y libertad. Los chicos que crecieron viendo a Bob esponja y su mundo de colores chillones y creatividad pletórica, seguro serán mejores que nosotros.

calificacion_4

Por Ernesto Gerez

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