A Sala Llena

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Call Girl

Call Girl

Call Girl (Suecia, Finlandia, Irlanda, Noruega, 2012)

Dirección: Mikael Marcimain. Duración: 140 minutos.

Por un lado, y con un cuidadoso tratamiento estético, adictivo para
nuestras retinas, Call girl nos
relata la historia de dos jóvenes rebeldes – Iris y Sonja- que sacan a pasear
por las noches, sus delicados cuerpos vestidos con  jeans oxford, mientras se prostituyen para
Dagmar Glans, una madama. Entre su clientela se encuentran desde policías, hasta
altos cargos políticos y jueces.  Aquí es
donde comienza a narrarse la otra historia, de forma paralela a la anterior: la
de la corrupción dentro del ámbito político y policial, la doble moral, al
estilo de los mejores noir mezclados con cine conspirativo. Las dos narraciones
se entrecruzan a través de un joven policía, recto y dispuesto a desenmascarar
la verdad llegando hasta el fondo de la investigación, aunque le cueste su
vida.

El relato es sumamente complejo -al punto que si llegamos a pestañar nos
perdemos de un rostro- y dinámico. Influenciada claramente por el thriller
norteamericano de los setenta, -como Todos
los Hombres del Presidente-
y el espíritu amargo y pesimista del noir de
los años cuarenta, a esta gran combinación, se le suma un tono seco, frío y
distante: cuando chocan el auto del policía, se muestra en un plano general y
cenital. Marcimain se distancia de la acción, alejándonos a nosotros como
espectadores también de ella. La lucha del honesto Sandberg, me recuerda a la
de Richie Roberts solo contra el mundo -y la mafia- en Gángster Americano, otra película que aborda la misma década.

Así, ultra urbana y clásica en su estructura narrativa, el nivel de amargura
se oscurece cada vez más a medida que avanza el metraje hasta alcanzar el negro
absoluto. Por eso, hubiese sido perfecto que el film  terminara con el plano abierto y cenital del
símbolo de la lucha contra el crimen, desangrado en el pavimento. Una lucha
perdida. Eso, hubiese tenido el mismo efecto que el final de El escritor oculto: una desesperanza
abrumadora. Si aquella imagen cenital quedaba como imagen última, reforzaba esa
sensación en el espectador, reafirmando todo lo expuesto anteriormente.
Lamentablemente, luego de ese plano tan poderoso a nivel simbólico, director
decide forzar otro: uno esperanzador, con un posible final feliz. Esto no
desestima el mérito del film porque continúa siendo un final en donde la mafia
ha triunfado, pero sí traiciona de alguna manera el espíritu de desasosiego
total del noir clásico, en el cual no hay lugar para la esperanza.

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