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CRÍTICAS - CINE

Caracortada (Scarface) Reestreno

Caracortada (Scarface, Estados Unidos, 1983 – Reestreno 2012)

Dirección: Brian De Palma. Guión: Oliver Stone. Producción: Martin Bregman. Elenco: Al Pacino, Steven Bauer, Michelle Pfeiffer, Mary Elizabeth Mastrantonio, Robert Loggia, F. Murray Abraham. Distribuidora: Cdi Films. Duración: 170 minutos.

“Siempre digo la verdad, incluso cuando miento”

¿Cómo realizar una crítica acerca de un filme estrenado casi 20 años atrás en el tiempo? Originalmente una película estrenada en el año 1932 dirigida por Howard Hawks y con un guión de Ben Hecht (a quienes está dedicada la versión que nos convoca),

Scarface
narra la historia de Antonio Montana, un inmigrante cubano que desembarca en Florida tras una maniobra de Castro y un escape del comunismo al que detesta. Allí, en tierra norteamericana, él y su compañero Manny, emprenderán un crecimiento dentro del mundo de la mafia en donde las drogas, el machismo y el negocio por inteligencia y fuerza, representan las bases de una maduración propia y contextual insertas en un ámbito ajeno y clandestino que desembocarán en la autodestrucción y el determinismo falaz hacia el todo y la nada que significa el universo del no destino.

Ante la grandeza del acontecimiento, al igual que en el reestreno de El Padrino (The Godfather, Estados Unidos, 1972) y la reaparición de la cinta de Top Gun (Estados Unidos, 1986), el carácter de este filme integra la renovación y la reinvención de un público que, por cuestiones etarias, o bien por fanatismo y amor a la cinematografía clásica, se apersonan o reaparecen en la escena de la gran pantalla para constituir una ola, que si bien a la vez funciona desde un ángulo artístico como económico, es a la segunda opción hacia donde apunta mayoritariamente la cuestión, y, en el afán de arrasar con todo lo establecido con anterioridad, intentan repetir un fenómeno publicitario y social, semejante a su visión primigenia dentro del mudo del séptimo arte.

  1. La genialidad tras el ala dolarizada. Si hay algo que resulta indiscutible, es el valor artístico de Caracortada, que, si bien constituye un ejemplo de cinematografía clásica de hace dos décadas, funciona perfectamente a un nivel aggiornado desde la crítica social y del nivel técnico actual, sin tener nada que envidiar a las superproducciones mainstream de nuestra era.  El arte del reestreno, si bien muchos consideramos que se trata de una impostura carente de fundamentos de belleza y de interés como obra en lo particular, es también (y hago especial hincapié sobre todo en esta nueva exhibición), una apertura a la posibilidad renovada de apreciar un lenguaje que evolucionó en y con el género y dio pie a un recurso de estilo que es propio de un tipo de cine de autor y especificación narrativa  por más comercial que esta resulte y se aleje del snobismo del término de “Cine Arte”.
  2. Not a facepalm. Esta admiración desde el presente de la obra se centra principalmente en la revisión tanto dramática como oportunista en términos del goce del buen cine. Es entonces que nos retrotraemos a un estilo, a un director y a una visión: Brian De Palma. El director de esta obra maestra conlleva un estilo que repite y evoluciona película a película, y constituye una clave en filmes que marcaron y marcan su historia como realizador y guionista. Ejemplos claros de este particular recurso estilístico-narrativo son la inmortal Carrie (Estados Unidos, 1976), Vestida Para Matar (Dressed to Kill, Estados Unidos, 1980) y Los Intocables (The Untouchables, Estados Unidos, 1987), que, abarcando una variedad de género, el desenvolvimiento eficaz y hábil en la pantalla, demuestran su talento y formación a la hora de encarar un proyecto en plenitud. Es entonces que Scarface se presenta como una polimerización de la experiencia y maestría que el director de la primera Misión Imposible encara con sello propio y belleza autoral en la magia de la unidad de la repetición y variedad.

Suceso mundial como histórico se encarna con la nueva llegada de la versión fílmica del año 83 de Caracortada, buscando nuevos adeptos y recuperando aquellas viejas nostalgias que hicieron y harán la delicia de los amantes del cine, en ámbitos renovados y confort contemporáneo para el clasicismo más exquisito. Es clara y concisa la imposibilidad de ser objetivos ante tamaña reaparición de un gran filme, donde el recuerdo, hogareño en mi caso, y las sensaciones, se entremezclan para funcionar como un alimentador y puntapié al acercamiento, al conocimiento y siempre, pero siempre al disfrute pleno del arte considerado en sí propio.

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