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CRÍTICAS

Crítica: Clarividentes, por Diego Ávalos

Jugar en solitario 

En ocasiones, cuando así lo dispone el director, antes de que comience un espectáculo se puede observar con detenimiento el espacio y la escenografía propuesta. Es la posibilidad de apreciar una imagen antes de ser habitada por el cuerpo del actor, contemplando sus ideas plásticas y su potencialidad teatral. Clarividentes, desde este punto de vista inicial, promete mucho. Se deja al descubierto la estructura de la sala y son incorporados escaleras, aberturas y andariveles. Hay un espacio remarcado en el piso con utilería en su interior, un pasillo oculto y una estructura de trastos que propone otro espacio fuera de escena. La imagen es interesante porque en ella se percibe teatro: con poco se adivinan entradas, salidas, líneas de choque, líneas de fuga, zonas de comunicación y zonas que se presuponen con autonomía del resto. Javier Daulte es un director que entiende del juego teatral, del tiempo y del movimiento. La predisposición es la mejor. El resultado no.     

Clarividentes cuenta la historia (o las historias) de un grupo de socios que organizan varias demostraciones para venderle a un empresario su sorprendente descubrimiento: la capacidad de una clarividente de saber que ocurrirá dentro de una cámara espejada a la que no tiene ningún tipo de acceso. Esto tendrá distintos giros: de ser originalmente una estafa a convertirse en una terrible realidad para desembocar en un futuro post-apocalíptico. La obra en ese entrecruzamiento entre género fantástico, melodrama, el cine como tema y lo doble como constante, se emparenta a una propuesta anterior del autor: 4D Óptico, obra que en su momento estrenara el teatro Cervantes.   

El problema de Clarividentes es de texto. Daulte se propone jugar con la expectativa del público. Plantea un conflicto pero después lo convierte en otro distinto, para luego volver a cambiarlo. Este último intenta cerrar todas las líneas abiertas, develando cual era la verdadera historia: el reencuentro de dos hermanos separados por una circunstancia del pasado. La dificultad es que la obra, en vez de focalizarse en esta cuestión esencial, abre puntos de vista, personajes, situaciones y conflictos menores que nada tienen que ver, volviendo al desarrollo tan largo como denso, a pesar de los intentos por el humor. Nombremos como ejemplo la larga, larguísima escena, en la que los tres ladrones ingresan al taller para descubrir sus secretos. Ni la gracia ni la chispa sostiene una escena cuando se la nota como mero estire de una situación. Clarividentes tiene muchos de estos momentos, y por eso se vuelve cansina y reiterativa. Incluso estas reiteraciones aparecen en los procedimientos de montaje. Volvemos a encontrarnos con recursos de cine llevados a escena, teniendo otra vez el mismo incómodo resultado. Que haya en escena “fotogramas” congelados de distintas escenas elipsadas, no solo que aburre, sino que pierde su sentido por el vano intento de los actores de simular algo imposible. 

Debe de reconocerse la entrega del elenco a la figura de su director. Con talentos individuales muy variados, todos responden con el mismo afán. Daulte sabe sacar de su elenco mucha energía, un tono en común y la misma comprensión del universo transitado. Pero ni la máxima pasión hace a un espectáculo cuando este no está curado a tiempo. 

Todo autor tiene derecho a experimentar. Pero cuando lo hace sobre algo ya varias veces transitado, ¿no es la buena voluntad del público lo único que se pone a prueba? Por eso creemos que las mejores propuestas de Daulte (especialmente ¿Estás ahí?) son aquellas en que el ánimo por la experimentación está subordinado a una historia melodramática, una donde más importan los personajes principales que el mero juego sobre el lenguaje. Daulte sabe jugar al teatro. Ojalá que la próxima vez también se preocupe por nuestra propia diversión. 

Teatro: Espacio Callejón – Humahuaca 3759 – CABA
Funciones: Sábado – 20:00 hs
Entradas: $ 250,00

 

 

© Diego Ávalos, 2018 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

Dirección: Javier Daulte. Dramaturgia: Javier Daulte. Actúan: Mauro Alvarez, Matías Broglia, Rubén De La Torre, Jorge Gentile, Silvina Katz, Juan Ignacio Pagliere, Daniela Pantano, Carla Scatarelli, Luli Torn. Vestuario: Jam Monti. Iluminación: Sebastián Francia. Asistencia de dirección: Gonzalo de Otaola (gota). Prensa: Walter Duche, Alejandro Zarate.

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