EL ARTE COMO POSIBILIDAD DE SANACIÓN
La vida es una sucesión de continuas separaciones hasta aquella separación final que es la muerte. Les enfants d’Isadora (2019), del realizador y bailarín Damien Manivel, toma como punto de partida la pieza de danza Mother de la bailarina y coreógrafa estadounidense Isadora Duncan. Esta danza solista surgió cuando Isadora pudo volver a su arte luego de un periodo de abatimiento depresivo debido al trágico fallecimiento de sus dos pequeños hijos en un accidente automovilístico que los ahogó en el Rio Sena. La pieza representa el momento en que Isadora lleva los cuerpos de sus hijos a su morada final y su despedida de ellos al elevarse sus espíritus hacia el cielo. Esta danza se presenta entonces como modo de bordear y tramitar líricamente el agujero de ese imposible de decir que es la trágica pérdida de los hijos.
La película se estructura en tres partes; por un lado tres variaciones/encarnaciones singulares de la pieza, por el otro tres momentos de la vida de Isadora: juventud, madurez y vejez. En la primera parte una joven bailarina lee fragmentos de la biografía de Isadora, investiga sobre el trágico accidente en internet y toma apuntes como preparación para recrearla frente al espejo en una sala de danza. En la segunda, una profesora de danza que extraña a sus dos hijos en el exterior prepara a una alumna con síndrome de Down para la representación teatral de la pieza. La tercera parte se detiene en el rostro de una espectadora durante la función teatral de La madre. La mujer (anciana, de color, con sobrepeso) lagrimea conmovida. Su conmoción se debe a que la obra le resuena de manera íntima (en su casa tiene un altar dedicado a un niño que podemos presumir como fallecido). Entonces apreciamos cómo, al volver del teatro a la soledad de su hogar, recrea nuevamente a su manera la pieza de danza.
Los abundantes planos cerrados y fijos capturan los gestos danzantes de cada una de las tres intérpretes con paciencia y quietud (incluso al optar por no utilizar música). Como efecto se está en presencia de una estatua que lentamente cobra movimiento, expresando coreográficamente el conflicto entre las fuerzas resistentes de la tristeza y las móviles de eros que apuntan a la curación.
La posición que sostenía Isadora es que cualquier persona puede encontrar su particular modo de danzar. De este modo el título de la película refiere no solo a sus hijos fallecidos sino también a todos aquellos que continúan manteniendo vivo su legado como artista de la danza.
Les enfants d’Isadora es tanto un sentido homenaje a Isadora Duncan (considerada la fundadora de la danza moderna) como una puesta en acto de las posibilidades sanadoras del arte, capaz de transformar la marcas mortificadas del cuerpo en una poética vivificante.
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