Las películas de terror antológicas tienden a recuperar una forma de contar historias cercana al fogón o, en un sentido más moderno, al pijama party, una relación directa y palpable con los efectos de los relatos. En la mayoría de los casos aparecen grupos de cortos que en pocos minutos desarrollan pequeñas unidades narrativas eficaces, ligadas a pesadillas, fatalidades o fábulas morales. La idea de ir a ver una película para llevarse 5 o 6 historias por el precio de una satisface también a un cierto morbo por el terror efectivo, como si uno se metiera a la película para testear la destreza de los realizadores para asustarnos. Les damos varias oportunidades, y luego podemos discutir esos relatos uno por uno, elegir nuestro favorito o el más impactante. Pero esa recuperación del relato tradicional no es siempre completa. No hay que olvidar que los cuentos más antiguos también cargaban con una función directa en las comunidades. El valor de verdad o mentira en esas historias dependía del lugar que dicho relato ocuparía en el mundo de los oyentes. Puede tratarse de una historia verídica o de dudosa veracidad, partiendo de un hecho real pero transformado por los años y las generaciones. El estatus de verdad sería relativo, porque es una verdad que vive pero en condiciones imaginarias, dejando de ser crucial para la recepción de la historia el verosimilismo duro. Uno puede juntar un grupo de historias y ponerlas una tras otra, y no por eso va a estar necesariamente contribuyendo a crear una mitología alrededor del acto de contar.
A Night of Horror: Nightmare Radio es en parte Argentina. Es una coproducción, y está dirigida por los hermanos Onetti, de quienes supe que estrenaron el año pasado el film Abrakadabra, que no tuve la oportunidad de ver. Lo único que supe de ella por ver algunas de sus imágenes es que es una evocación a la estética del giallo italiano. En este caso los directores se ocupan más que nada de la historia agrupadora del film. Acá, como en muchas películas antológicas de terror, hay una historia macro que engloba a las demás, y cada una de estas está realizada por otros directores que varían tanto en tono como en nacionalidad. En Nightmare Radio la agrupadora sería la historia de Rod, el locutor radial que va contándolas al aire. Es un joven bastante canchero, que tiene a su costado un muñeco de Beetlejuice, una figura que sintetiza ese temperamento del terror como una multiplicidad variable de motivos, todos juntos en un mismo film, y la capacidad de saltar de uno al otro con la espectacularidad de un show.
Hace ya dos años pudimos ver otra película, sí totalmente Argentina, llamada Aterrados, de Demián Rugna, en la que, a pesar de no ser antológica, la forma de secuenciar la presencia de las distintas formas siniestras podía leerse, si queríamos, antológicamente. Esta era una película que a pesar de tener algunos defectos consistió en la solidificación de las herramientas formales del género en el cine argentino actual. Antes de Aterrados, el cine argentino de terror tenía entre sus hitos a películas que no terminaban de tomar en serio la solidez de los universos construidos. Aterrados irrumpió con actuaciones completamente verosímiles, y secuencias terroríficas construidas con sumo detalle tanto estético como narrativo.
Esta nueva antología podría encontrarse en el medio de Aterrados y de la también reciente Terror 5 (2016). Es una película hilada con coherencia y dominio formal y que hasta intenta darle un lugar a los relatos contados, en este caso haciéndolos parte de un programa de radio para gente más solitaria que necesariamente morbosa. Aunque cada parte tenga su conflicto, bestia o perversión particular, las une el clima de pesadilla, la sensación de que en cada una de ellas experimentamos el peor costado de un mal sueño. Es la contradicción que tienen algunos cortometrajes, por un lado está la entrega eficaz del susto, pero por otro aparece la unidireccionalidad del contenido. Mucho de lo que se cuenta consiste en la presentación de un estado de cosas que empeora hasta hacerse intolerable, como si el sentido del corto fuera el de tomar determinado elemento de la realidad y enrarecerlo hasta producir el efecto pesadillezco, para luego clausurarlo en una fatalidad.
Quizás no sea una cuestión solo de duración, sino de formatos. Algunos de estos cortometrajes son reversiones de cortos de YouTube, lo que nos permite pensar que los Onetti están haciendo una especie de curaduría. Internet le suma una nueva inquietud a este asunto de las duraciones y los formatos. Por momentos Nightmare Radio se siente como una serie organizada de sustos adaptados a espectadores demandantes de eficacia breve. Hace algunos años aparecieron en YouTube una serie de cortometrajes bajo el título de “One Minute Horror”, que consistían precisamente en eso. Los relatos no tenían ni el tiempo ni la intención de expandir en la naturaleza de sus personajes, sino que estaban completamente dedicados a una orquestación de recursos administrados de la forma más económica posible en pos de lograr un efecto terrorífico, sin coartar la libertad del espectador de tener otras cinco pestañas abiertas esperando a que el contenido termine.
Los mejores momentos de Nightmare Radio son los que se permiten algo de libertad dentro de la búsqueda del efecto. La historia de la niña fotografiando al cadáver recuerda a una secuencia espeluznante de Aterrados, donde el personaje intenta filmar al ser que aparece en su armario. Se produce una mecánica de la mirada, donde hay prueba y error en la búsqueda, hasta que el personaje y nosotros entendemos cómo es que la figura fantasmal aparece. La historia de las amputaciones se va desenvolviendo lentamente y hasta permite conectar con el drama de su personaje, que parece destinado a perder progresivamente todos los miembros de su cuerpo. Los peores momentos son los que nos hacen notar deliberadamente que se tratan de alegorías, como la historia de la bailarina española, o la historia del estilista de la estrella de cine. En el medio también se va intercalando una historia para el locutor Rod, cargada de suspenso y también con mecanismos extraños como las imágenes que visualiza en el televisor, planteándonos dudas acerca de cómo es que lo sobrenatural irrumpe en la instancia supuestamente “realista” del film. Pero su desenlace es tan dudoso como apresurado. El terror de los cuentos se pasa a la realidad abruptamente, casi sin barreras visibles. Reconstruir los hechos sería una tarea difícil si lo que queremos es entender cómo es que Rod llegó a tener ese programa de radio. Aunque dudo que esto sea parte de la propuesta. Lo que nos queda entonces es la satisfacción o desilusión que cada una de estas historias, pensadas en su particularidad, pueda darnos. Nightmare Radio nos da experiencias separadas, singulares, a veces misteriosas y reveladoras, otras veces asfixiantes, pero no por el terror, sino por la unidireccionalidad del efecto, como si estuviésemos dentro de una máquina de producir sustos.
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Dirección: Luciano Onetti, Nicolás Onetti, Pablo S. Pastor, Matthew Richards, Oliver Park, Jason Bognacki, A.J. Briones, Joshua Long, Sergio Morcillo, Adam O’Brien. Guion: Mauro Croche, Michael Kraetzer. Elenco: James Wright, Clara Kovacic. Producción: Carlos Goitia, Michael Kraetzer, Nicolás Onetti, Maria Paula Rios. Duración: 100 minutos.